Una huelga de hambre de los presos de la mayor y más peligrosa cárcel de Bolivia —que visitó el papa Francisco durante su reciente gira al país—, en reclamo de una mejor alimentación, amenaza con extenderse a otros penales.
Internos de las prisiones de La Paz y Potosí en el occidente del país se declararon en “emergencia” y amenazaron con sumarse a la huelga de hambre que iniciaron el lunes unos 155 presidiarios de la cárcel de Palmasola, la más grande de Bolivia, a 540 kilómetros al este de La Paz, informó por teléfono a la emisora Erbol, Víctor Hugo Mendoza, representante de los reos de la prisión paceña.
Luego de la visita del papa al penal en julio, las autoridades determinaron subir de 6.6 a 8 bolivianos (0.93 a 1.15 dólares) el bono diario de alimentación para cada recluso. La huelga exige que ese monto sea elevado a 25 bolivianos (3.6 dólares).
El papa se reunió con presos de Palmasola y luego exhortó a las autoridades a mejorar las condiciones carcelarias.
Comida barata
“Es la comida más barata del mundo, con ese dinero desayunan, almuerzan y cenan. Ponen todo lo que pueden en una olla común y a ver qué sale. Se inventan cada día para sobrevivir”, comentó a la AP por teléfono el sacerdote católico Leonardo Da Costa Silva, coordinador de la Pastoral Penitenciaria de Palmasola.
Unos 5,300 internos entre hombres y mujeres conviven en pabellones separados de esa cárcel en las afueras de la ciudad oriental de Santa Cruz, cuya capacidad es para ochocientas personas.
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