“El señor (Bernardo) Tercero asesinó brutalmente a Robert Berger en una lavandería de Houston frente a la hija de 3 años de la víctima. Cuando alguien comete un crimen en Texas queda sujeto a la ley de Texas”, dijo a EFE, John Wittman, portavoz del gobernador texano Greg Abbott.
Sin un rechazo explícito, esa es una fórmula que utiliza habitualmente la Gobernación de Texas para denegar solicitudes de clemencia a los presos condenados a muerte. Wittman, además, recordó que “las demandas legales del señor Tercero han sido rechazadas por tribunales estatales y federales en, al menos, cinco ocasiones”.
La ejecución del nicaragüense Bernardo Aban Tercero, programada para el próximo miércoles 26 de agosto, tan solo se puede cancelar con un fallo judicial o con un indulto otorgado por el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien accedió al cargo en enero de este año y, desde entonces, Texas ha ejecutado a diez presos sin que Abbott haya intercedido por la vida de ninguno de ellos.
En un reportaje publicado ayer por Semana News de Houston, Tercero insistió en que lo ocurrido fue un accidente, que ocurrió cuando él era menor de edad. Además pidió perdón a su madre Lidia Tercero, “por causarle tanto dolor y que estoy luchando por ella, por mi hijo y por toda mi familia, y que voy a seguir hasta el final. Que tenga fe que esto no el fin todavía, que tenga esperanza que Dios hará justicia”.
Ayer el cardenal Brenes celebró una misa en la catedral de Managua, cuya intención fue rogar a Dios para que el gobernador de Texas, le perdone la vida en solidaridad con su familia. En las rogativas durante el oficio religioso el arzobispo de Managua pidió que a Tercero se le aplique una pena justa, pero que el Estado de Texas le respete la vida.
Hoy, a las 4:30 p.m., en la rotonda Rubén Darío, las Comunidades Eclesiales de Base de Nicaragua y el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) realizarán un plantón en rechazo a la pena de muerte y por la suspensión de la ejecución del nicaragüense. Y es que el mundo ha sido testigo de que se hizo de todo para salvarle la vida. Y el nicaragüense ha esperado sentado, armado de paciencia ese milagro durante los últimos 15 años de su vida en el temido corredor de la muerde de Texas, ubicado en la cárcel de Polunsky.
Ni las oraciones lo han logrado, pero su familia hoy sigue clamando al cielo. Incluso el presidente inconstitucional Daniel Ortega envió el mes pasado una carta a su homólogo estadounidense, Barack Obama, pidiendo clemencia para el preso. No hubo respuesta.
Tampoco obtuvieron resultados positivos para Tercero las gestiones de los organismos nacionales e internacionales de derechos humanos.
Lo mismo hizo el cardenal Leopoldo Brenes a través de una carta al gobernador de Texas, a quien pidió clemencia para el nica apelando al quinto mandamiento de la Iglesia, “no matarás”, y a motivos religiosos como “el derecho primordial a la vida”.
Tercero inició su relación con la muerte el 31 de marzo 1997, cuando irrumpió en una lavandería de Houston (Texas) con el objetivo de cometer un atraco y se enzarzó en una pelea con un cliente del negocio, Robert Berger, al que disparó. Berger estaba acompañado de su hijita de 3 años en el momento del suceso. Fue condenado tres años después.
Ver en la versión impresa las páginas: 1 A ,4 A