Comunicar nuestras ideas, pensamientos y sentimientos en forma respetuosa, lógica y coherente y ser escuchados nos hace importantes, nos brinda seguridad.
Equivocadamente hay quienes creen que solo ellos tienen la razón y no permiten juicios ni opiniones de otros miembros de la familia provocando así inestabilidad, inconformidades y desacuerdos.
Son muchas las familias que no se ponen de acuerdo, por no utilizar los canales adecuados ahí se produce la comunicación “negativa” o “disfuncional”, esto implica la falta de responsabilidad por el autocontrol de las emociones negativas. Cuando no se controlan dichas emociones se cae en conductas agresivas, lo cual se ve reflejado cotidianamente en las familias.
Es común en las escuelas que los maestros se enfrenten diariamente a situaciones donde los niños y niñas expresen sentirse incomprendidos en su hogar.
La falta de comunicación conlleva a muchas situaciones lamentables como intentos de suicidio, huir de casa, agresividad contra sus compañeros de clases, situaciones que se pueden evitar si se le brinda a niños, niños y adolescentes el espacio para expresar lo que les agrada o desagrada.
En los hogares nicaragüenses se ha sustituido la conversación entre padres e hijos por interactuar cada quien con un teléfono celular o tablet, los jóvenes no conversan con sus padres sino con sus amigos a través de las redes sociales.
En la medida de lo posible como padres de familia procuremos tener espacios de comunicación con nuestros hijos, demostrar que si nos interesa su bienestar, brindarles la confianza para que se expresen libremente.
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