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Nasere Habed López

Fuga del hogar y de la escuela

Con alguna frecuencia escuchamos, “persona desaparecida, quien sepa de ella favor comunicarse con los teléfonos…” Aparece algunas veces la imagen en televisión de una mamá angustiada que pide a su hija, a su hijo, que regrese a casa, que nadie le va a castigar.

Otras noticias hablan de muchachas, muchachos, que en vez de ir al colegio, se divierten en otros sitios, incluso ingiriendo licor y sosteniendo relaciones sexuales.
Si analizamos estos casos, de fuga del hogar y de la escuela, podemos descubrir que se presentan con mayor frecuencia en el periodo de la pubertad, entre los 11 y 16 años, en las niñas y entre los 12 y 17 años en los varones. Es decir, corresponden a una etapa difícil de la vida.

La ciencia nos revela que con la llegada de la pubertad se produce un aumento notable de los impulsos sexuales, conjuntamente con el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, un rápido crecimiento en estatura, peso y fuerza física, excitabilidad e irritabilidad emocional y otros cambios de origen biológico, paralelos al desarrollo de la inteligencia.

Como consecuencia de este desarrollo biológico e intelectual, surgen en la adolescencia, deseos de independencia y autoafirmación, que afectan las relaciones humanas. Con la pubertad, especialmente entre los 12 y 14 años, las relaciones interpersonales entre hijos y padre se vuelven difíciles y el lazo que los une, muy débil. Los adolescentes manifiestan una terrible indiferencia, respecto a la vida interna de la familia. Se comportan como extraños, rehúyen toda participación en la vida hogareña y se distancian de sus padres. Rechazan furiosamente su intromisión. La terquedad se convierte en su estado de ánimo habitual.
El adolescente quiere que no se le siga considerando niño. Quiere demostrar que ya es un adulto. De allí que sea quisquilloso y susceptible. Entra en conflicto con sus padres y maestros porque ve en ellos obstáculos o barreras a sus deseos de independencia y autoafirmación.

La fuga del hogar y de la escuela es una reacción emocional frente a estos sentimientos. Busca con ello sacudirse la tutela del adulto, para correr nuevas aventuras, experimentar nuevas emociones y proyectar la propia personalidad sobre nuevos senderos de vida, que muchas veces son causa de efectos dañinos sobre el sano desarrollo de la personalidad del adolescente.

La frecuencia e intensidad de los conflictos que he anotado, varían de acuerdo con las características del medio familiar y escolar en que vive el adolescente. Puede decirse, en general, que cuando más fuerte, intolerante y autoritaria es la actitud de padres y maestros, más aguda y fuerte es la oposición del adolescente y más probable es su fuga del hogar y de la escuela. Cuanto más prudente, llena de tacto y comprensión sea esta relación, tanto más fácil será fortalecer lo que hay de positivo en el afán de independencia y autoafirmación del adolescente.

Es siempre más fecunda la actitud de los jóvenes que provienen de familias ordenadas, en que reina un espíritu de armonía y amor, que la actitud de quienes proceden de familias en las que prevalece la incomprensión, la desorganización y la discordia. Respecto a estas últimas, los caracteres negativos de la pubertad, no solo aparecen más temprano, sino que duran más y adquieren formas críticas y peligrosas.

El autor es psicólogo y educador.

Opinión Escuela Fuga del hogar archivo

COMENTARIOS

  1. Charlie
    Hace 9 años

    Siempre muy acertado mi Maestro de Psicologia aplicada a las Ventas-campo del Seguro Privado.
    Sus comentarios me sirven mucho, pues tengo un hijo de 13 años.

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