En noviembre de 2016 los nicaragüenses vamos a nuevas elecciones nacionales, las cuales, como siempre, serán trascendentales e importantes para el país. Sobre todo esta vez, porque representarían un tercer período consecutivo para el orteguismo, de no lograrse la unidad de las fuerzas democráticas como ocurrió con doña Violeta en 1990 con la Unión Nacional Opositora (UNO) y después con las elecciones del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) que ganó el doctor Arnoldo Alemán en 1996 y posteriormente el ingeniero Enrique Bolaños en el 2001.
Esta vez se dio un hecho sin precedentes en el país, luego de que para esas mismas elecciones depusiera sus aspiraciones el doctor Noel Vidaurre, quien llegó a contar con más del 20 por ciento de aceptación ciudadana en las encuestas mientras que el propio candidato Bolaños por entonces rondaba cifras muy por debajo de esas halagadoras encuestas que le abrían un camino luminoso al nuevamente candidato presidencial proveniente del conservatismo y miembro ahora de la Alianza del PLC.
En una reñida contienda interna en Matagalpa, Noel Vidaurre comenzó a desplazar a los viejos líderes del conservatismo de los años noventa, como José Castillo Osejo (q.e.p.d.), contando con el respaldo de una nueva camada de jóvenes políticos que se identificaron como Nueva Generación Conservadora, apoyada por otros líderes conservadores como Mario Rappaccioli y matagalpinos como Pedro J. Gutiérrez y Julio Ruiz Quezada. Esa ruptura que también fue otra más de las tantas que ha tenido el conservatismo, marcó la iniciación en la carrera política de Noel Vidaurre, quien ahora aspira nuevamente a postularse para la presidencia de Nicaragua.
¿Por qué depuso sus aspiraciones el entonces dirigente del Partido Conservador? Mucho se especuló en ese momento. Recuerdo que se dijo que era porque la embajada americana lo presionó para que lo hiciera, otros porque el gran capital se lo pidió y así se dijo mucho. Sin embargo, lo cierto es que su actitud demostró que al no haber dividido el voto, se logró un tercer período para las fuerzas democráticas, ya que de lo contrario el orteguismo estaría en el poder desde el 2002.
Este hecho trascendental, en gran medida debe ser agradecido e incluso respondido por personas como los expresidentes Alemán y Bolaños, ya que uno dejaba la presidencia y el otro aspiraba llegar a ella, como lo hizo en realidad, y también es un gesto que el pueblo antisandinista que es mayoritario en el país, debe también agradecerlo, puesto que en un país tan politizado como el nuestro nadie es capaz de deponer sus ambiciones por muy escasas posibilidades que tengan, como ya empieza a verse en las nuevas alianzas que van surgiendo y como lamentablemente lo hicieron en el 2006 los dirigentes liberales Eduardo Montealegre, José Rizo, Fabio Gadea Mantilla y el propio Arnoldo Alemán. Cada uno de ellos siempre saca sus propias justificaciones, pero las realidades son contundentes y el pueblo es el que siempre paga los platos rotos.
En las actuales circunstancias las campañas políticas son más sofisticadas con tanta tecnología y redes sociales, pero la esencia sigue siendo la misma. Ojalá que a pesar de las ambiciones personales y de caudillos de la mayoría de los que ya suenan para candidatos, se logre la ansiada unidad de las fuerzas liberales, conservadoras, contras y hasta sandinistas que no comulgan con la oficialidad del partido, y puedan alcanzar el sueño ansiado de retomar la senda democrática. La fórmula es sencilla: unidad.
El autor es productor de Esquipulas, Matagalpa y Ex Convencional del Partido Conservador.
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