Cuando estudiaba Derecho en mi querido León ayudaba en una tienda de electrodomésticos que vendía más al crédito que al contado. Recuerdo una frase del dueño: “Tené cuidado con los periodistas y los abogados… ahhh, y también con los curas…”
Hace poco escuché una frase parecida de un amigo religioso que en tono jovial me comentaba: “Qué hacemos con los curas, los periodistas y los abogados…”
Traigo a colación esto porque varias décadas después parece que la percepción no ha cambiado, pero nada mejor que hoy Día Nacional del Abogado para reivindicar una de las profesiones más humanísticas y nobles.
Sócrates se refería a la función del abogado, como la de persuadir… Tomás Moro, como la mas humanista y Erasmo de Rotterdam como los que legislan y formulan leyes para ponerlas en manos de los hombres.
Hans Kelsen, padre de la teoría de la supremacía constitucional que plasmó en una pirámide cuya figura se destaca en la Plaza de la Constitución en la Upoli, decía que la verdad no es más que la justicia y el derecho. Y
Pietro Calamandrei representaba en cierta forma la justicia con la imagen de Cristo crucificado, imagen que según él, debe de ubicarse en los despachos de quienes imparten justicia o legislan, pero no tras del escritorio, sino de frente, para que el ejemplo del Salvador les recuerde que la verdad, la justicia y el derecho tienen siempre que ser una guía y paradigma en este oficio.
Eduardo Couture, maestro y jurista, se encargó de recopilar el decálogo del abogado que en pocas palabras dice: Estudia, porque el derecho se transforma. Piensa, porque se ejerce pensando. Trabaja, porque estás al servicio de la justicia. Lucha y si entras el conflicto, la justicia está sobre el derecho. Sé leal con tu cliente, aunque él sea desleal contigo. Tolera en la misma medida que seas tolerado. Ten paciencia, porque el tiempo te dará la razón. Ten fe, porque el derecho es el instrumento para impartir la justicia. Olvida, porque las batallas se ganan y se pierden y, por último, ama tu profesión y si un hijo te pregunta qué te gustaría que estudiara… dile con orgullo: ¡Abogado como tu padre!
En Nicaragua, por decreto de la Asamblea Nacional se celebra el 29 de septiembre el Día Nacional del Abogado, en homenaje al primer abogado de Nicaragua, don Miguel de Larreynaga, prócer, orador y jurista cuyos méritos están aún por estudiarse más para que los futuros abogados encuentre en él un paradigma del derecho.
Para el jurista nicaragüense Iván Escobar Fornos, el abogado no solo es un simple litigante. Es también un escritor, literato, culto, y sobre todo artista. El derecho es una ciencia, una técnica, una profesión, pero también es arte y literatura.
Desafortunadamente la proliferación de egresados ha desvirtuado y a veces hasta manchado el ejercicio de este oficio.
La diferencia entre el abogado, el periodista y los curas, con otros oficios y profesiones, es que las primeras son más públicas y sus hechos, acciones y errores son más evidentes ante la sociedad.
Es sencillo, comentó mi amigo religioso: “Si un muro se cae y mata personas como ha ocurrido aquí, ningún ingeniero ha sido enjuiciado. En cambio, cuando un periodista, un abogado o un cura cometen un error la sociedad les cae encima”.
Esa es parte del riesgo del abogado. El buen abogado siempre defenderá la verdad… y con ello se fortalece la justicia y se ennoblece el derecho.
El autor es abogado y periodista. Docente de Ciencias Políticas