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Cartas al director

En Venezuela siempre se ha sabido que los combustibles han sido subsidiados desde que nacionalizaron la industria del petróleo. En ese país, intentar subir los precios de los combustibles es como encender una bomba, la población reacciona inmediatamente.

Situación económica insostenible en Venezuela

En Venezuela siempre se ha sabido que los combustibles han sido subsidiados desde que nacionalizaron la industria del petróleo. En ese país, intentar subir los precios de los combustibles es como encender una bomba, la población reacciona inmediatamente. Todos los gobiernos han sufrido ese problema, pero el chavismo empeoró las cosas con la bonanza de los precios del petróleo porque empezaron a subsidiar otras cosas como los alimentos, la electricidad y los dólares preferenciales a los viajeros con un costo altísimo para el Estado.

El sitio panorama.com.ve nos detalla en blanco y negro la situación de los subsidios que reciben los venezolanos así: “Permitir que los ciudadanos cancelen el veinte por ciento de una factura eléctrica, que un litro de gasolina cueste apenas centavos de bolívar o dar viviendas “gratis”, le cuesta un “ojo de la cara” a cualquier Gobierno del mundo. Pero, en Venezuela esos beneficios o “subsidios” a la población equivalen al año más de cincuenta millardos de dólares; monto que triplica las actuales reservas internacionales”. Más adelante explica la misma fuente que “Investigaciones de Ecoanalítica estiman que solo en 2014 las “subvenciones” significaron para el Gobierno un gasto de unos 49 millardos de dólares. Y detalló que el subsidio a la gasolina representó 6.2 por ciento del PIB, el del consumo interno de gas cinco por ciento, energía eléctrica tres por ciento y el habitacional rondó el 1.5 por ciento”.

Y esta información la confirman “Los estudios de la Unión Empresarial del Comercio y los Servicios en el Estado Zulia (Ucez), (los cuales) indican que el país pierde más de cincuenta millardos de dólares al añopara mantener la ayuda económica en los diferentes rubros estudiados, como gasolina, diésel, alimentos, energía eléctrica y gas. Y el presidente del ente, Gilberto Gudiño Millán, aseguró que “solo por gasolina el subsidio asciende a unos $15,000 en promedio, por alimentos y medicinas son otros veinte mil millones de dólares, energía eléctrica entre siete u ocho millardos de dólares y por concepto de dólares preferenciales a los viajeros entre 3.5 y 3.8 millardos de dólares, esto sin incluir las subvenciones al diésel, el gas. En total, supera los cincuenta mil millones de dólares”.

La mayoría de la población no entiende esta situación y en las condiciones en que se encuentra el gobierno difícilmente podrá sostenerse mientras no ejecute los cambios que se necesitan. A la par de estos increíbles subsidios el Estado tiene una planilla enorme por lo que no le quedará otra cosa que empezar a tomar medidas de tipo neoliberal, como las ejecutadas hace pocos años en Cuba, donde despidieron a más de quinientos mil empleados, o recientemente en China que despidió en una sola empresa estatal a más de cien mil empleados, o en Brasil donde están reduciendo los ministerios de manera que puedan resistir la situación en que se encuentran.

Si por la víspera se saca el día, más temprano que tarde el gobierno de Venezuela deberá actuar. No lo hará antes de este diciembre porque habrán elecciones parlamentarias, pero gane quien gane, el panorama para la mayoría de los venezolanos es muy negro, eliminarán subsidios y el gobierno tendrá que despedir a muchas personas.

Carlos Vílchez Navamuel

Campañas electorales

Las campañas electorales tienen una faceta que es demasiado rudimentaria para los tiempos actuales. Este año se nota más porque hay varias citas con las urnas. Hoy la ciencia avanza aceleradamente, pero la actuación de muchos políticos, principalmente en campaña electoral, no evoluciona: en lugar de hacer propuestas positivas atacan al adversario como si fuese enemigo a batir. Corren tiempos de trasplantes de corazón, de medicina nuclear, de ADN, GPS, gigabytes, láser, radar, maquinaria pesada, acelerador de neutrones… etc., todo esto es acorde con el progreso tecnológico de nuestro tiempo, pero en los mítines, aunque hay honrosas excepciones, muchos candidatos actúan según la consigna del “todo vale para alcanzar el poder”, y manifestando poca educación, y menos respeto, se comportan igual que los hombres primitivos que dirimían sus discrepancias machacando al adversario.

Algunos dicen que los representantes públicos tienen que soportar estoicamente injurias porque recibir insultos les va en el sueldo, pero en ningún contrato sería legal una cláusula que incluyese el derecho de unos de maltratar a otros. Si en todas relaciones sociales hay que exigir respeto y respetar, las relaciones políticas no tienen porque ser excepción. No se puede pretender que las campañas electorales se desarrollen con la cortesía de la Corte de Versalles, pero atacar con la violencia de la mentira, de la descalificación, o del insulto, a toda persona que opina diferente, es una práctica que en pleno siglo XXI debería ser erradicada como pauta de conducta, para ello sería conveniente que fuese tipificada como una forma de violencia, tal vez “violencia de género político” y debería ser punible.

José Murillo
Flujo vehicular y transporte colectivo

Es lamentable que los diferentes problemas del tránsito en la capital de Nicaragua se tomen de forma ligera, tal es el caso de la instalación de los semáforos mal llamados inteligentes. Ahora resulta que van a colocar varios de estos en una rotonda, en cuyo caso fueron construidas para la agilización del flujo vehicular, propósito que para mí es como colocar un parche. Aunque en este asunto hay competencia del Ministerio de Transporte e Infraestructura y la Alcaldía de Managua (MTI, Alma) ya que la rotonda Jean Paul Genie, se encuentra en la carretera hacia Masaya (y Costa Rica) y esta vía se tipifica como intermunicipal e interregional. Además se hace necesario revisar el Manual Centroamericano de Dispositivos Uniformes para el Control de Tránsito, donde se deben de cumplir ciertos requisitos técnicos para justificar el uso de semáforos en rotondas, principalmente por la característica de esta vía.

En relación a los dispositivos instalados en otros lugares, creo que debieron haberlos situados como prueba piloto, en dos o tres intersecciones de menor cuantía en el volumen horario de tráfico (según tipología de vehículos) e igualmente un menor Tránsito Promedio Diario/Semanal/Anual (TPD, TPDS, TPDA) y no lanzar de un tajo los dispositivos en la mayoría de intersecciones de la ciudad. No dudo que este sistema sea una herramienta analítica avanzada y computarizada, sin embargo se debió estudiar si realmente era el más óptimo desde el punto de vista técnico y económico.

Por otra parte, las tarjetas TUC fueron un mal experimento, se sabe hoy por hoy que aumentan los costes operativos de los usuarios del transporte colectivo de la ciudad por aquello de “cinco y le marco”. He tenido la oportunidad de esperar como usuario fijo de varias semanas, donde las unidades (buses de la Mini Ruta #4), tienen un intervalo de cinco con sistema TUC y una con el servicio mixto (en algunas rutas la pausa es mayor). Razón que genera molestia en los usuarios, principalmente a quienes no hacen uso del servicio de manera regular y no cuentan con tarjeta electrónica, asimismo sienten la saturación de pasajeros en las unidades. Conjuntamente, si pudiésemos tener acceso a los registros de la empresa Mpeso, estoy seguro que la mayoría de quienes hacen uso de la recarga electrónica son usuarios que cargan de manera irregular entre diez y veinte córdobas como máximo.

Otro aspecto a comentar es el caso de los puentes peatonales aún no instalados en las cercanías del nuevo paso a desnivel en Rubenia. Es de suponer que la construcción de esta obra no es parte de un Plan Maestro de Desarrollo Vial de la Ciudad; es algo así como una estrategia populista de campaña, donde la idea parece ser que cuando un turista nacional y/o extranjero vea la “modernización” de la ciudad, vaya y hable del asunto con otros, a fin de valorar el “nivel de desarrollo” y el supuesto mejoramiento de la calidad de vida de quienes habitamos en ella.

Lamento decirlo, pero los nicaragüenses nos estamos acostumbrando como el cuento aquel de la rana metida en agua tibia, a la que poco a poco se le hace imperceptible la temperatura si esta sube, donde finalmente la ranita se acomoda para sobrevivir.

Salomón Samuel Mendoza Suárez, municipalista.

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