Si Nicaragua no ha caído en el colapso económico en los últimos años no es precisamente por la ayuda económica del pueblo y gobierno de Venezuela porque bien es sabido que “El que reparte y comparte se queda con la mayor parte”.
Tampoco ha sido por la “visión”, de los empresarios “patrióticos” de invertir en el mejoramiento y desarrollo del país, porque la revelación que hizo en organismo Oxfam sobre las desigualdades en Nicaragua, hay 210 ultra ricos con más de treinta mil millones de dólares y la brecha entre los más ricos y los más pobres cada día es mayor, por cuanto el vente por ciento de las familias pobres tienen ingresos 12 mil veces menor que estas familias ricas.
No ha sido por el auge exportador de nuestros “dinámicos” productores ya que en los primeros nueve meses del año, las ventas de los principales productos en el exterior habían disminuido casi un cuatro por ciento en relación al año anterior, como tampoco ha sido producto de los casi ocho años del gobierno socialista, cristiano y solidario ya que no ha disminuido el número de pobres y se ha incrementado el número de ricos; y las gallinas y chanchitos de los programas contra el hambre han terminado en las cazuelas de los hogares de las familias que no tienen que comer.
Si Nicaragua no ha caído en el colapso económico, es porque en los últimos años se ha incrementado el monto de las remesas familiares que miles de nicaragüenses, con mucho esfuerzo, solidaridad y valores cristianos envían a sus familiares y amigos y como héroes anónimos han logrado mantener a flote una frágil economía, que de no ser por ellos ya estaríamos en el fondo del precipicio.
Para el año 2015 se calcula, que las remesas familiares sumarán entre 1,200 a 1,400 millones de dólares lo que, representa casi la mitad del total de las exportaciones en el mismo periodo. Si dividimos 1,400 millones en doce meses recibimos más de un millón mensuales, o sea un promedio entre trescientos mil y cuatrocientos mil dólares diarios. Dólares que se invierten o se gastan en educación, salud, servicios básicos, comercio, entretenimientos y otras actividades que han permitido a miles de nicaragüenses sobrellevar la crisis a pesar de los efectos que quiere imponer la propaganda mediática oficial de que “vamos adelante”.
Pero lo más triste, dramático, injusto, inicuo, arbitrario y hasta perverso, es que a estos miles de héroes anónimos, en quienes ha recaído en parte enfrentar la crisis económica, se les impide el sagrado y noble derecho de ejercer el voto como una forma de expresar su voluntad para elegir a las personas que deben gobernar la nación, a la cual ellos contribuyen y quizás en mayor medida que los llamados empresarios patrióticos.
De Estados Unidos, Costa Rica, España, Panamá, Australia o de cualquier lugar que a veces ni aparece en la geografía, hay un héroe anónimo que ha hecho posible que su patria no naufrague en el desastroso océano de una economía desarticulada, vulnerada y quebrantada por la corrupción, ambición y la voracidad de quienes la siguen considerando como un inmenso botín.
Estos héroes anónimos no solo tienen derecho a votar, sino a opinar, exigir y demandar que realmente nuestro país debe de tener el gobierno que como pueblo honesto, trabajador y esforzado nos merecemos.
El autor es periodista y abogado. Docente en Ciencias Políticas