Hoy la genética es un valioso recurso científico para la Historia. El estudio del ADN de una nicaragüense, de padres y abuelos nicaragüenses, con antecesores conocidos en las zonas de Chinandega, León, Granada y la Meseta de los Pueblos, el cual tuve oportunidad de conocer, es un ejemplo revelador de nuestra historia genética y demuestra que los nicaragüenses de hoy somos la confluencia de pueblos y culturas originarios de todos los rincones del mundo.
El análisis conocido como “23andMe” (referencia a los 23 pares de cromosomas humanos) permite obtener el cuadro completo de los orígenes ancestrales de una persona, indicando qué porcentaje de su ADN proviene de las poblaciones alrededor del mundo
Para el caso, revela que esta nicaragüense tiene 41 por ciento de ADN procedentes de aborígenes americanos relacionados con poblaciones del este de Asia, otro cuarenta por ciento de ADN europeo oriundo en su mayor parte del sur de Europa, un diez por ciento de herencia genética africana subsahariana, particularmente de África Occidental y otro nueve por ciento repartido entre pequeños porcentajes del Medio Oriente, del norte de África, de europeos nórdicos y del este y un cinco por ciento no asignado. Todo un rico cóctel, no solo genético, sino también cultural, porque en la historia familiar y social, a través de siglos y generaciones, se van entremezclando y transmitiendo los valores, tradiciones, culturas de los antecesores. Antecesores que en su momento fueron tan reales como las generaciones actuales, o sea como usted o como yo, y criaron a sus hijos y grupos familiares en su modo de vida, en una dinámica que dio surgimiento a lo que somos hoy los nicaragüenses, tanto genética como culturalmente. Distintos al aborigen, distintos al europeo, distintos al africano, distintos a todos los otros grupos, una nueva realidad: el nica de hoy, en su multiculturalidad y diversidad. Porque si bien, el Caribe nicaragüense estuvo bajo la influencia dominante de los ingleses durante varios siglos, ello no cambia el hecho sustancial de la fusión étnica: europeos, en este caso con predominancia nórdica, aborígenes americanos y africanos subsaharianos. La misma mezcla básica, con variadas expresiones culturales.
Y no me estoy refiriendo a la “raza cósmica” preconizada hace casi un siglo por José de Vasconcelos, como una exaltación de la “raza” que surgía en los países latinoamericanos. Entiendo que todas las poblaciones y culturas humanas son igualmente dignas. Sencillamente me limito a constatar el fenómeno particular de la dinámica genética y cultural que se da en Nicaragua, con similitudes en el resto de América.
¿Y cuál es el momento histórico que marca el inicio de esta nueva realidad genética-cultural? El 12 de octubre de 1492, cuando naves europeas llegan a estas tierras y se inician los contactos genéticos y culturales.
Bien es verdad que ocurrió mediante la violenta conquista militar y dominación por parte de los europeos hacia las naciones y pueblos aborígenes americanos y al desarraigo y trasplante como esclavos de los africanos hacia el Nuevo Mundo. Pero tampoco podemos negar el hecho de que la expansión y migraciones humanas han estado signadas por conflictos. Por ejemplo, los Náhuatl llegaron a estas tierras huyendo de otros grupos explotadores y de sequías, y mediante la conquista violenta se establecieron entre los Chorotegas que habitaban la región de los lagos, según narraban en sus historias recogidas por los cronistas de indias.
El planeta es nuestro hogar. Existimos como el pueblo nicaragüense y como el Estado de Nicaragua por los procesos genéticos, culturales, sociales y políticos, de la historia que se originó a partir de ese 12 de octubre. Ese es el simbolismo de la fecha. El autor es Psicólogo Social.
