No existen argumentos claros, ni normativos ni objetivos, para establecer una línea única o universal de pobreza por debajo del cual todo el mundo es pobre y por encima de la cual todo el mundo es no pobre, ya que existe una arbitrariedad fundamental en la definición de la pobreza. En realidad diversos autores y agencias usan diferentes líneas de pobreza, lo cual puede generar una amplia gama de estimaciones de pobreza para cada país.
En el caso de América Latina, cada país realiza su propia estimación de los porcentajes de la población en estado de pobreza y pobreza extrema, utilizando sus propias líneas oficiales. La mayoría de los países tienen líneas de pobreza extrema nacionales que se basan en el costo de un paquete de alimentos básicos, y líneas de pobreza moderadas calculadas a partir de las líneas extremas utilizando la relación de Engel/Orshansky con respecto a los gastos de alimentos.
Sin embargo, a pesar de las similitudes, las metodologías oficiales difieren entre países. Por esta razón, para comparar la evolución de la pobreza entre países, es mejor usar una metodología que sea verdaderamente uniforme para todos.
Por ejemplo, si comparamos la medición de la pobreza extrema en Nicaragua con base en la línea oficial utilizada en la EMNV 2014, esta nos da como resultado un porcentaje de personas en estado de pobreza extrema de 8.3 por ciento, que resulta bastante similar a la estimación oficial de Costa Rica (7.2 por ciento), e inferior al estimado oficial de Panamá (14.4 por ciento), México (19.7 por ciento) y El Salvador (14.1 por ciento), y varias veces inferior al estimado oficial de Bolivia (26.1 por ciento) y Honduras (45.3 por ciento).
El hecho de que la pobreza extrema de Nicaragua resulte similar a la de Costa Rica puede resultar poco creíble, dado que este país exhibe un ingreso per cápita varias veces superior a Nicaragua.
Otra posibilidad es que las líneas nacionales oficiales de pobreza y pobreza extrema que utilizan los gobiernos de los diferentes países no sean necesariamente comparables entre sí, y unas sean más altas o más bajas que las otras, en términos del umbral que establecen para definir la pobreza y la pobreza extrema.
Ello podría indicar que la línea de pobreza de Nicaragua se habría establecido en un umbral excesivamente bajo, de manera que un porcentaje muy alto de la población podría superarlo fácilmente, con aumentos relativamente insignificantes o muy pequeños en su consumo diario per cápita.
La Cepal utiliza las mismas líneas de pobreza y pobreza extrema para todos los países, y por ello, para comparar cosas equivalentes, resulta conveniente usar las mediciones de la Cepal como referencia.
Cuando comparamos las estimaciones oficiales de pobreza extrema de diversos países de la región con las de la Cepal, llama la atención que, en los casos de Nicaragua y Guatemala, los porcentajes estimados por la Cepal son mucho mayores que los porcentajes estimados por los gobiernos de estos países.
En ambos casos, los porcentajes de pobreza y pobreza extrema estimados por la Cepal superan, en más de diez puntos porcentuales, a los estimados en base a las líneas de pobreza nacionales.
En los restantes países, los porcentajes estimados oficialmente no muestran discrepancias tan grandes respecto de los de la Cepal, y en todo caso, los porcentajes de pobreza y pobreza extrema estimados por la Cepal —al contrario de lo que ocurre en Nicaragua y Guatemala— son inferiores a las estimaciones oficiales.
Esto parecería confirmar que las líneas nacionales oficiales de pobreza de esos otros países serían o bien semejantes a las de la Cepal, o un tanto mayores, mientras que las líneas oficiales de pobreza y pobreza extrema de Nicaragua serían excesivamente bajas, lo cual tendería a minimizar de manera apreciable las estimaciones nacionales estimadas de pobreza y pobreza extrema, en comparación a las estimadas por la Cepal.