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Doña Andrea Leonor Estrada con frecuencia visita la tumba de su hijo José Antonio García Estrada y su nieta Jenny de la Cruz Rayo Estrada, quienes están sepultados en el cementerio de la comarca San Isidro de la Cruz Verde, ubicado en la parte alta de la capital. LA PRENSA/ LISSA VILLAGRA

El luto perdura en el 18 de Mayo

El tiempo no ha ayudado a calmar el dolor de las personas que perdieron hijos, hermanos, sobrinos, madres y compañeras de vida la noche lluviosa de aquel 16 de octubre del 2014, cuando un gigantesco muro cayó sobre cuatro humildes viviendas en el barrio 18 de Mayo.

El tiempo no ha ayudado a calmar el dolor de las personas que perdieron hijos, hermanos, sobrinos, madres y compañeras de vida la noche lluviosa de aquel 16 de octubre del 2014, cuando un gigantesco muro cayó sobre cuatro humildes viviendas en el barrio 18 de Mayo. Basta que empiece a llover para que los familiares de las nueve víctimas fatales recuerden la tragedia y sientan que la están volviendo a vivir. Inevitablemente sus miradas se congelan viendo a la nada mientras que en sus cabezas recapitulan ese trago amargo, el que no terminan de pasar a casi un año de ocurrido.

Sumergida en ese pasado vive Karla Patricia Estrada, quien perdió a su hija Jenny de la Cruz Rayo Estrada, de 16 años, y a su hermano José Antonio García Estrada, de 18 años. Además quedó andando en muletas y sin poder trabajar, al caerle una loseta en su pierna, provocándole una fractura severa. El infortunio le ha llevado a someterse a cuatro operaciones y un injerto para ver si más adelante logra caminar sin ayuda de nada.

Tanta fue la mala suerte que ni su marido se salvó de la desgracia. A él una loseta le abrió la cabeza, le quebró el omoplato, tres costillas y un brazo, y debido al accidente lo tuvieron que operar del hígado y el bazo. Tiene menos de un mes de haber logrado retornar al trabajo.

Con todo esto acumulado, Estrada trata de seguir con su vida, pero reconoce que le cuesta. A veces se despierta llorando en las madrugadas porque soñó con su hija, la escucha hablar acostada en la caja fúnebre que no conoció por estar hospitalizada o la mira sentada en la esquina de una calle cualquiera, esperándola.

Recuerda a su hermano, José Antonio, a quien vio por última vez acostado en la cama de su hija Jenny, minutos antes del derrumbe. “Un año y no he podido ir ni al cementerio por mis operaciones. Yo le hice la pregunta al médico y me dijo que no vaya por el hielo, por el hueso. Para mí eso todavía no ha pasado, pareciera que fuera hoy”, lamenta sentada afuera de una casa ubicada en Ciudad Belén, donde vive desde inicios de este año.

Una de las primeras cosas que hizo Karla Patricia Estrada  al recibir una casa en Ciudad Belén fue colgar en la sala una foto de su hija. La retrataron cuando participaba en un concurso del barrio 18 de Mayo, el sitio  donde murió. LA PRENSA/ M. VALENZUELA
Una de las primeras cosas que hizo Karla Patricia Estrada al recibir una casa en Ciudad Belén fue colgar en la sala una foto de su hija. La retrataron cuando participaba en un concurso del barrio 18 de Mayo, el sitio donde murió.
LA PRENSA/ M. VALENZUELA

Por ironía de la vida José Antonio tenía dos años de laborar en el residencial Lomas del Valle, de donde era el muro perimetral que lo mató ese 16 de octubre.

Cuenta su hermana que había conseguido trabajo en zanjeo y que un día antes de caerle la pared se quedó en la casa, porque quería descansar. Murió con la promesa hecha a su madre, Andrea Leonor Estrada, de llevarla a comprarle ropa. “Me dijo que me iba a dar su pago para que me lo echara encima”, pronuncia Andrea Leonor Estrada, atacada en llanto.

Noemí Orozco Aguirre también llora a su hijo muerto. Su nombre era Douglas Javier Orozco, tenía 19 años y era el compañero de vida de Jenny Rayo desde el 2013. Se ganaba la vida acarreando de todo en el Mercado Roberto Huembes. Se iba desde temprano de la casa, donde vivía junto con Jenny y regresaba al caer la tarde, con el poco dinero conseguido. Según su madre, ese día le había ido mal.

“Cada vez que llueve me acuerdo de esa vez, me acuerdo que esa lluvia comenzó normal. Cuando escucho tronar el cielo me acuerdo de él, de la última vez que lo vi”, pronuncia Noemí, quien intenta olvidar ese drama vivido, pero no lo consigue. Ya sea en las mañanas calurosas de verano o en las noches frescas de octubre no deja de pensarlo y llorarlo.

Los otros seis fallecidos eran familiares de Marcos Bello. Su esposa Karen Vásquez, su madre y hermana, de nombre Yolanda, sus dos sobrinos Naydelin y Oscar Andrés y su padrastro Manuel Flores. Esta pérdida de sus parientes lo destrozó y ahora trata de seguir con su vida. Se le buscó en Ciudad Belén, donde el Gobierno le entregó una casa, pero no quiso hablar del tema, dice que quiere dejar ese episodio en el pasado ahora que el Ministerio de la Familia le entregó, después de varios largos meses, a la hija que tuvo con Karen.

La Alcaldía estuvo atenta a que no le faltara provisión, frazadas y colchonetas a los parientes de las víctimas del 18 de Mayo mientras les entregaban la casa, pero no les brindaron atención psicológica para ayudarles a superar la catástrofe. Durante todos estos meses la municipalidad ha evitado hablar del tema.

Noemí Orozco, madre de Douglas Orozco,  trata de distraer la mente  para no pensar en la noche que murió su hijo. Escucha música cristiana para calmar el dolor. LA PRENSA/ MAYNOR VALENZUELA
Noemí Orozco, madre de Douglas Orozco, trata de distraer la mente para no pensar en la noche que murió su hijo. Escucha música cristiana para calmar el dolor.
LA PRENSA/ MAYNOR VALENZUELA
TODO TERMINÓ CUANDO ENTREGARON CASAS

Noemí dice que la Alcaldía de Managua le estuvo entregando paquetes alimenticios desde octubre del año pasado hasta enero de 2015, tiempo que estuvo en el albergue junto con sus vecinos del 18 de Mayo, excepto Karla quien por las heridas en su pierna derecha estuvo internada en el hospital.

Pero desde que los llevaron a Ciudad Belén, la comuna dejó de ayudarlos. Andrea —madre de José Antonio— no recibió una casa y por eso vive posando en San Isidro de la Cruz Verde. Ella cuenta con tristeza que se la negaron porque no fue a un albergue “¿pero cómo voy a ir si estaba cuidando a mi hija en el hospital?”, cuestiona.

Una vez ocurrido este desastre, la Alcaldía de Managua y Vivexsa —urbanizadora del residencial Lomas del Valle— se comprometieron a emprender una minuciosa investigación para saber qué provocó el desplome del muro. Aparte de la promesa municipal y privada, el exdiputado de la Asamblea Nacional, Agustín Jarquín Anaya, envió una carta a la presidenta de la comisión de Infraestructura y Servicios Públicos de la Asamblea Nacional, Jenny Martínez, para que promoviera una comisión técnica independiente que estudiara e investigara el colapso del muro.

Boletin Reportajes alud barrio 18 de mayo Managua archivo

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COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

    el govierno tiene la mejor intension de ayudar a su pueblo .
    siga intentando hablar con el departamento de proyectos de la alcaldia y vera que le van a mandar hacer un estudio y vera que le resuelven

  2. Miranda
    Hace 9 años

    Y al final a quien protegen ? La alcaldía que debió aprobar esos planos ? , la empresa constructora ? Quien lo diseño ? Será que es alguna empresa testaferra de algún sandinista grandote ??..

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