El día que Charles Chaplin habló por primera vez en una película, se puso serio y miró directamente a la cámara para criticar sin tapujos, amparado en una historia de ficción, las vilezas reales que sacudían al mundo hace ahora ya 75 años, un testimonio que aún hoy mantiene su vigencia.
El célebre cómico del cine mudo que arrancaba sonrisas con su entrañable Charlot, estrenó el 15 de octubre de 1940 en Nueva York su cinta The Great Dictator, una obra que se mofaba de las ambiciones totalitarias de los fascismos europeos y terminaba con uno de los mejores discursos de la historia del séptimo arte.
EL DICTADOR HYNKEL
El argumento del filme se centraba en dos historias, la de un barbero que vivía en un gueto en un país imaginario llamado Tomania, y la del ambicioso líder de ese estado, el dictador Hynkel, ambos personajes interpretados por Chaplin.
Tomania era una alusión a Alemania; Hynkel, a Hitler; y el barbero simbolizaba la víctima de la tiranía.
Los paralelismos no acaban ahí. El documental The Tramp and the Dictator (2002) indagó sobre las similitudes existentes entre Chaplin y Hitler, más allá del bigote.
Ambos nacieron en la misma semana de 1889, tuvieron una infancia difícil, el primero en Londres y el otro en Viena, algo que les llevó a tener vocaciones artísticas, las de actor y pintor, respectivamente, y los dos fueron figuras influyentes, aunque de muy distinta forma.
Quien fuera arquitecto colaborador de Hitler, Albert Speer, aseguró en sus últimos años de vida que The Great Dictator era “el mejor documental” sobre el líder nazi. Se cree que Hitler tuvo ocasión de ver el filme, aunque se desconoce cuál pudo ser su reacción.
The Great Dictator gustó a los críticos de cine de la época, no así su solemne discurso final, que se contempló como una extravagancia que carecía de sentido dentro de la historia, aunque sus mensajes, sin embargo, sí encontraría su sitio para la posteridad.
VETADO
Charles Chaplin actor, The Great Dictator, le supuso ser calificado como propagandista contrario a los intereses de Estados Unidos quienes en 1952 le llegaron a prohibir su regreso al país donde había vivido durante 40 años. Este artista nacido en Londres volvería a EE. UU. en una última ocasión, en 1972 para recoger su Óscar honorífico.
Antes de su entrada en la Segunda Guerra Mundial, EE. UU. había preferido mantenerse al margen de las tensiones europeas y del auge de los beligerantes nacionalismos que veía con buenos ojos porque se oponían a la que consideraba la gran amenaza de la época: el comunismo.
El antifascismo que emanaba de The Great Dictator se entendió en aquel mundo polarizado como un procomunismo encubierto, y muchos juzgaron por ello a Chaplin, quien pasó a engrosar la lista negra de artistas vetados por Hollywood.