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Rómulo Sánchez Leytón

Las fuentes humanas de la crisis ambiental

La reflexiva e impactante encíclica del papa Francisco, Laudato Si (LS), hace un llamado urgente a enfrentar los devastadores efectos del cambio climático que causa desastres, en muchos casos irreversibles, en el ambiente. El documento reclama que respetemos “la casa común” en la que vivimos. Es una petición universal, pero también regional y para los países. Resulta muy atinente para el caso de Nicaragua.

Nuestras reservas naturales padecen una degradación ambiental abusiva y destructora, sea esta Bosawas o Indio Maíz, los ríos se están secando. Las mafias madereras continúan saqueando la selva y el bosque, las acciones de las instituciones responsables son seriamente limitadas, o están contaminadas de corrupción, la industria extractiva provoca inmensas heridas que dejan cicatrices perennes a la madre tierra. El conflicto de los indígenas por los territorios que les han pertenecido ha hecho que se derrame sangre y se pierdan vidas valiosas.

LS nos grafica con abundante bibliografía y argumentos las raíces humanas de la crisis ecológica que atraviesa la “casa común” en la que habitamos. Muestra la encrucijada a la que nos enfrentamos en la era en que el poderío tecnológico margina la ética, los valores; para concentrarse en los réditos monetarios, lucrativos, generado por la concentración del poder en pocas manos. De ahí que el documento sea un clamor por la ética y la dignidad humana. La historia de la humanidad prueba que el ser humano no actúa siempre de forma responsable con los logros de la ciencia.

Sin embargo, la tecnociencia bien orientada podría generar cosas de un valor incalculable que mejorarían la calidad de vida del ser humano. Esto tiene que ver con el rechazo a la globalización del paradigma tecnocrático, que intenta imponer un modelo de desarrollo homogéneo y unidimensional. En consecuencia señala LS, “el ser humano y la naturaleza han dejado de tenderse la mano para pasar a un enfrentamiento destructivo e irracional”. El documento alerta a que no seamos presa de la “globalización de la indiferencia”.

Se supone la falacia de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta que lleva a explotarlos, “hasta el límite y más allá del límite”. También se asume que las manipulaciones de la naturaleza y sus efectos negativos, pueden ser sin dificultad asimilados.

De esto se deriva un crecimiento infinito continuo e ilimitado, que fascina y aliena a economistas, ingenieros, políticos, tecnólogos. Eso ha obligado a asumir la idea, de rendirle culto al altar del crecimiento, soslayando el costo ambiental y los principios éticos. El llamado es a no convertir el crecimiento económico en el fin, sino en el medio para conseguir una sociedad más ética, más próspera y estable con el ambiente.

Así, se plantea la necesidad de fijar una mirada distinta en el presente y en el futuro, una visión que tenga en cuenta los múltiples factores de la crisis mundial. Esto tiene que ver con la inversión estratégica en proteger el “capital” ambiental, actividad que los gobiernos de la Región, no la están haciendo de forma seria. No bastan los gastos publicitarios y proselitistas, debemos actuar con responsabilidad y con visión integral. Asimismo, hay que discutir con seriedad la cuestión de las “finanzas climáticas”, sin perder de vista la próxima reunión de la cumbre mundial sobre cambio climático COP21 en París.

De ahí que sea un imperativo pensar en una “ecología integral”, que incorpore con plenitud las dimensiones sociales y humanas; es decir, concebir y conseguir de manera armoniosa las relaciones de los organismos vivientes y el ambiente dónde se desarrollan. Una tesis fundamental que se deriva de estas reflexiones es que estamos obligados a cuidar la naturaleza, no es ni siquiera opcional, sino un imperativo porque es “es esencial para una existencia virtuosa”.

Como señalara el científico Jaime Incer Barquero, “Nicaragua como país, es un caos, sufrimos una anarquía ambiental…” y a su paso se está dejando una huella ecológica devastadora que empeña el futuro de las generaciones venideras. Deberíamos sentirnos profundamente avergonzados por esa herencia.

En esto nadie se salva, todos tenemos el deber, la obligación de apreciar y cuidar la naturaleza, porque eso tiene que ver con el preservar la vida sobre la tierra. Y como señaló el papa en el encuentro con los movimientos populares en Bolivia: “La casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente. La cobardía en su defensa es un pecado grave”.

Existe un claro, definitivo e imperativo ético, que es el de actuar, que no se está cumpliendo. La fuerza motriz que impulsa al papa Francisco, no es la doctrina ortodoxa de la iglesia, sino la justicia social, económica y ambiental de los pueblos, lo que le ha valido que sectores conservadores recalcitrantes, lo lleguen a tildar hasta de marxista. Pero en suma, el papa ha demostrado ser más asertivo cuando habla de temas vitales que cuando calla.

El autor es doctor en economía. Docente de la UNAN-Managua.

COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

    En Nicaragua los que se llaman defensores del agua, el lago y la soberania son los que han destruido el lago y el ambiente con el despale, la quema de la tierra y la contaminacion de las aguas. Hoy se oponen al canal y se pintan de angelitos sin importarles que el lago esta ya casi muerto y que el canal podria revivirlo con aguas frescas del Atalantida y reforestacion en las margenes….

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