La lucha entre rebeldes y el Gobierno de Siria ha trascendido las fronteras, no solo por el éxodo masivo de refugiados hacia el resto de Europa, sino porque ahora es la plataforma donde Rusia y Estados Unidos miden su fuerza militar y poder político, una vez más, como lo hicieron durante la Guerra Fría.
En este caso “ambas potencias han puesto en escena su rivalidad para demostrar el dominio”, menciona Ricardo de León, decano de Ciencias Jurídicas de la Universidad American College, quien asegura que cuando se trata de temas internacionales estos dos países nunca suelen estar de acuerdo: “Cada uno busca su interés nacional. Y ese interés es diametralmente opuesto al de la otra nación”.
Desde que se desintegró la Unión Soviética, Rusia había perdido su estatus de superpotencia. Estados Unidos, en cambio, siguió creciendo económica y militarmente. Al intervenir ambos países en un conflicto extranjero surge la duda de un nuevo episodio de rivalidad política igual al que se vivió después de la Segunda Guerra Mundial. Al respecto, De León aclara que es imposible considerar este actual conflicto como una nueva Guerra Fría, pues aunque hoy en día ambos países tienen choques indirectos en casi todo el mundo, el panorama que hizo posible esos enfrentamientos políticos que duraron 45 años, ya no existe.
“Rusia no es una superpotencia, tiene una política exterior y económica más pragmática, menos ideológica. Mientras, Estados Unidos tiene la ventaja de seguir siendo una superpotencia. Y además hay otras nuevas potencias, tanto mundiales, como China, y regionales como Brasil, Sudáfrica y la India. Eso nos deja un escenario multipolar, con el poder disperso”, explica.
Aun así tanto Rusia como Estados Unidos han invadido distintos lugares del mundo y “en ambos casos —continúa De León— las invasiones se dan debido a las ansias de ser la mayor hegemonía del mundo. El hecho de que ambos países estén inmiscuyéndose en asuntos de guerra como en Siria, ha llamado la atención porque todo pareciera indicar a simple vista una cooperación entre Rusia y Estados Unidos por eliminar la amenaza latente que significa ISIS, en la zona de mayor conflicto armado del mundo, pero además la más rica en petróleo”.
Por su parte, Cairo Amador, analista internacional, comenta que en este momento las relaciones ruso-estadounidenses son ambiguas debido al antecedente de la invasión a Ucrania, pero en cuanto al tema de la lucha contra ISIS se pueden vislumbrar acuerdos diplomáticos entre ambas partes. A pesar de esto el recorrido político y económico de estas naciones ha estado plagado de choques y tensiones. Domingo le trae los más relevantes.
Para entender Siria
Hasta la fecha se contabilizan 200,000 muertos y más de 900,000 heridos, 7 millones de desplazados y más de 6 millones de refugiados en el exterior.
Deraa, una de las ciudades del sur de Siria, fue el primer sitio donde estalló el conflicto en 2011, cuando la Policía arrestó y torturó a un grupo de jóvenes por pintar eslóganes revolucionarios en la pared de una escuela. Luego, las fuerzas del orden dispararon, hirieron y mataron a manifestantes que protestaban en contra de la represión. Las protestas se extendieron a nivel nacional y el descontento derivó en una guerra civil que perdura hasta hoy. Estados Unidos apoya la lucha de los rebeldes sunitas —y el número de sunitas representa casi el noventa por ciento de la población musulmana—. Asimismo, ISIS está conformado en su mayoría por sunitas.
“Entonces, Estados Unidos se enfrenta a un gran dilema, pues si apoya a los rebeldes sirios, indirectamente apoya al movimiento de ISIS, ya que pertenecen a la misma rama religiosa”, asegura De León.
Rusia, en cambio, ataca a los rebeldes en apoyo al presidente sirio Bashar al Asad, uno de sus pocos aliados en la región del Medio Oriente, e inició los bombardeos para acabar con el movimiento terrorista y con los rebeldes.
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