El papa Francisco criticó fuertemente a sacerdotes y obispos católicos que “difamaron y calumniaron” al monseñor salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, incluso tras su asesinato, en una campaña que demoró su beatificación este año.
Jorge Mario Bergoglio habló informalmente ayer con un grupo de quinientos peregrinos salvadoreños que viajaron a Roma para agradecerle por beatificar a Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980, cuando oficiaba misa en la capilla de un hospital en San Salvador.
“El martirio de monseñor Romero (…) fue también posterior (a su fallecimiento) porque una vez muerto —yo era sacerdote joven y fui testigo de eso— fue difamado, calumniado, y su nombre fue mancillado. Su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado”, añadió el papa al discurso previsto.
LAPIDADO
El pontífice agregó: “No hablo de oídas, he escuchado esas cosas, o sea que es lindo verlo también así, un hombre que sigue siendo mártir, bueno ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero que después de haber dado su vida siguió dándola dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias”.
“Cuántas veces a personas que ya han dado su vida o han muerto se les sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”, exclamó.
La causa de la canonización de Romero fue aplazada durante años por el Vaticano, en gran parte debido a la oposición del clero conservador en Latinoamérica, que temía que la asociación del arzobispo con la teología de la liberación envalentonase al movimiento, que sostiene que las enseñanzas de Jesús requieren a sus seguidores luchar por la justicia social y económica.
El postulador de la causa para la beatificación de Romero, Vicenzo Paglia, había denunciado las dificultades y los “fuertes prejuicios” que se presentaron durante el proceso y cómo durante años creció “una montaña” de cartas contra el arzobispo.
Luego de una demora de 35 años, Francisco declaró en febrero pasado que Romero murió como mártir por la fe, despejando el camino para su beatificación en mayo ante una muchedumbre de más de un cuarto de millón de personas en San Salvador.
ACELERAR PROCESO
Romero fue muerto a tiros por un escuadrón ultraderechista. El arzobispo había hablado enérgicamente contra la represión por el ejército al inicio de la guerra civil de 1980-1992 en El Salvador, que dejó casi 75,000 muertos.
Obispos salvadoreños que participaron en la audiencia con el papa dijeron que querían pedirle a Francisco una aceleración del proceso para declarar a Romero santo de la Iglesia.
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