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Patriotas vs. cínicos

Querida Nicaragua: Fueron los campesinos quienes dejaron en evidencia al régimen orteguista al vencer todos los obstáculos que les presentaron en todos los caminos y lograr llegar hasta el sitio de reunión para iniciar la marcha de protesta por la ley 840 que hace trizas la soberanía de nuestra nación.

Querida Nicaragua: Fueron los campesinos quienes dejaron en evidencia al régimen orteguista al vencer todos los obstáculos que les presentaron en todos los caminos y lograr llegar hasta el sitio de reunión para iniciar la marcha de protesta por la ley 840 que hace trizas la soberanía de nuestra nación. Bien dijo Sandino que solo los obreros y campesinos llegarían hasta el final. Porque la verdad es que aunque algunos cínicos del orteguismo, lamebotas del comandante, no hayan querido ver a los pobres policías enfilados como soldaditos de plomo en línea interminable para que los campesinos no pasaran, estos hicieron su plantón en el sitio donde fueron detenidos y tuvieron la prudencia necesaria para no saltar por encima de los guardias provocando lo que pudo haber sido un inútil derramamiento de sangre. Esto se llama determinación, valor y entereza de humildes hombres del campo dispuestos a defender sus terruños y la soberanía de su patria.

Todos supimos de las decenas de obstáculos que pusieron en todos los caminos, desde “miguelitos” hasta policías deteniendo los vehículos por largas horas, pero los funcionarios que se dejaron entrevistar por algunos periodistas independientes, al pedirles su opinión sobre la violación al derecho de libre circulación simplemente contestaron que nadie interrumpió a los marchistas, que ellos vinieron sin encontrar ningún obstáculo y que en Nicaragua había plena libertad de movilización. Al preguntarles sobre la avalancha de motorizados armados con machetes y garrotes, dijeron no haberlos visto. Otro, en un canal televisivo dijo que el Gobierno tenía razón al impedir el vandalismo de los campesinos que venían a asaltar la Asamblea Nacional y que eso, en cualquier país del mundo era censurable.

Al observar estos infelices acontecimientos propiciados por el gobierno orteguista, uno tiene que recordar aquellos momentos en los cuales don Daniel usó diferentes tácticas de lucha. La primera fue cuando tuvo que entregar el mando a doña Violeta y dijo que iban a “gobernar desde abajo”, y fue cierto, hicieron una “oposición salvaje” tal como había anunciado otro de sus seguidores y cuyo nombre no deseo mencionar. Ortega le hizo la vida imposible a doña Violeta, se tomó ministerios, hizo huelgas de transportistas, levantó enormes barricadas. Con la piñata que les dieron tenían un FSLN millonario y se reunían todos los días para anarquizar el país casi quincenalmente. Con esta fama de turbero y anarquista se presentó como candidato en las elecciones de 1996 en que compitió con el doctor Arnoldo Alemán, quien como alcalde de Managua había hecho notables progresos en la ciudad. Por supuesto que don Daniel perdió. Alemán obtuvo más del cincuenta por ciento de los votos y Ortega no pasó del 38 por ciento.

En el siguiente período cambió de táctica. Dejó de turbear y compitió con el ingeniero Enrique Bolaños. También perdió y para el período siguiente cambió de táctica, fue la época de los perdones. Le pidió perdón al pueblo por todos los sufrimientos de los años ochenta, pidió perdón a la iglesia por los ataques en contra del entonces monseñor Obando. Anduvo pidiendo perdón por todas partes y prometiendo que iba a hacer un gobierno para todos, una democracia en la que todos saldrían ganando. Todos lo escuchábamos con extrañeza y muchos se tragaron el anzuelo y comentaban que don Daniel había cambiado, que era otro, que iba a misa, que comulgaba, etc., etc.

Llegaron las elecciones de 2006 en las que se presentó de nuevo don Daniel y compitió con dos candidatos liberales: José Rizo y Eduardo Montealegre, los que juntos hubieran ganado por mucho la elección, pero separados permitieron que don Daniel ganara. Ahí terminaron las promesas y los perdones pues al tomar el poder renació el Ortega de los años ochenta.

Aquella parábola de la víbora que un día predicara monseñor Obando fue profética. A la víbora se le dio el calor que necesitaba y comenzó a morder.

El autor es gerente de Radio Corporación y Excandidato a la presidencia de la República en 2011.

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COMENTARIOS

  1. Fernando
    Hace 8 años

    Hombre ni leo lo de arriba, basta con decir que nadie le paro bola… La misma retorica, el burro hablando de orejas. Asi nunca saldremos adelante.

  2. Hace 8 años

    La verdad es que la poblacion urbana no quiere nada con el grupo de bota se hule que han sido manipulados deciendoles que sus tierras van a ser robadas, eso quedo claro y creo que es el fin de las falsedades en contra del canal.

  3. lector
    Hace 8 años

    Campesinos vs. vende patrias.

  4. Denis
    Hace 8 años

    La vibora la calento muy bien don Arnoldo q se volvio un dragon q se comio o
    esta a punto de comerse a todo Nic

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