Mi respeto y mi admiración a un pueblo valiente y decidido. Hace ya más de 35 años, el último tirano de la familia Somoza y todo su aparato de poder fue derrocado por el pueblo de Nicaragua. Miles de muchachas y muchachos, niños aún, amigos y hermanos que decidimos tomar el futuro del país y cambiarlo, juntos y unidos derrotamos aquella dictadura para abrir las puertas a la construcción de una Nicaragua con democracia y prosperidad. Pero un somocismo redivivo y reencarnado en el orteguismo, le niega esa aspiración a mi pueblo nicaragüense.
En estos años pasados hemos tenido grandes desafíos y con la ayuda de Dios hemos logrado salir adelante. Pudimos en los ochenta remontar una guerra de agresión primero y una guerra civil donde no era la guardia del somocismo sino hermanos campesinos alzados en armas, desencantados con la revolución, que nos enfrentamos y donde murieron muchos campesinos y muchos jóvenes en un Servicio Militar partidario, pero logramos como hermanos nicaragüenses establecer la paz y avanzar en la reconciliación.
Trabajamos para reconstruir nuestras vidas destrozadas, sin juventud y con muchas secuelas de una guerra que se pudo evitar. Hemos reconstruido nuestras comunidades, donde los que nos enfrentamos en armas ahora trabajamos juntos. Estamos luchando de manera cívica por mejorar nuestra condición de vida y la de nuestras familias y lo hemos ido logrando poco a poco, producto de nuestro esfuerzo de todos los días, aun con la marginación y el desprecio a nuestra integridad de humanos, por malos hijos de un mal llamado partido político de esta bella y valiente Nicaragua.
Ahora, una nueva dictadura de otra ambiciosa familia viola nuestros derechos y libertades, prolongando la condición de pobreza, marginación y discriminación de la mayoría del pueblo nicaragüense y tenemos que enfrentarla con la unidad del pueblo y la lucha cívica, no más guerra.
Venimos luchando por una nueva Nicaragua donde haya empleo para los jóvenes, para que no tengan que irse a otros países a buscar oportunidades que aquí no encuentran; que no suba todas las semanas el precio del combustible, cuando en todo el mundo el combustible baja en un 50 por ciento. Millones queremos una nueva Nicaragua donde se respete el derecho de los pueblos indígenas a sus tierras, a sus bosques, a sus recursos naturales. Una Nicaragua en que todos tengamos una atención, con calidad y dedicación, en centros de salud y hospitales.
Que niñas, niños, adolescentes y jóvenes puedan tener acceso a una educación de calidad. Seguir luchando por una nueva Nicaragua en que se valore y estime a mis hermanos los excombatientes, respetando y haciendo cumplir nuestros derechos económicos y sociales y que no tenga que pasar por huelga de hambre por sus derechos ya aprobados por una Asamblea manejada por operadores de la dictadura. Una Nicaragua en que la vida y la integridad de las mujeres sea respetada, que no sean asesinadas, ni abusadas por policías corruptos y cobardes que se escudan en sus grados de comisionados.
Queremos una nueva Nicaragua con una Policía que trabaje para servir al pueblo, un Ejército que guarde la soberanía nacional. Funcionarios que sean honestos, que no sean serviles, ni corruptos. Que se nos trate a todos con dignidad, que nadie sea discriminado, ni marginado de los trabajos; queremos una nueva Nicaragua con soberanía e independencia, en la que podamos disfrutar de nuestros bienes, tierras, aguas y ríos, sin que alguien los regale a otro país o a una empresa extranjera y luchar por nuestras reivindicaciones, de movilizarnos y demandar nuestros derechos de unas elecciones transparentes y no más fraudes.
El autor es catedrático universitario