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Una mujer boliviana coloca coronas de flores a las “ñatitas” , en el Cementerio General de La Paz, donde miles de personas se abarrotaron para celebrar el rito.EFE

La Paz honra sus calaveras para festejar la vida

Miles de personas abarrotaron este domingo el Cementerio General de La Paz para celebrar el rito de las "ñatitas", las calaveras humanas que algunos bolivianos guardan en sus casas y que una vez al año salen a la calle para recibir bendiciones y ofrendas de comida, bebida y hoja de coca.

Miles de personas abarrotaron este domingo el Cementerio General de La Paz para celebrar el rito de las “ñatitas”, las calaveras humanas que algunos bolivianos guardan en sus casas y que una vez al año salen a la calle para recibir bendiciones y ofrendas de comida, bebida y hoja de coca.

Familias enteras madrugaron este domingo para participar en el particular rito en el camposanto paceño, en el que varios policías controlaron que nadie introdujese bebidas alcohólicas, pero sí hubo música y una agitación extraordinaria visible incluso desde las cabinas del teleférico que sobrevuela la zona.

A las “ñatitas”, así llamadas porque son “chatitas” o sin nariz, se les atribuyen capacidades protectoras y buena fortuna, e incluso la capacidad de dar consejo.

“Yo converso con ellas, les pido consejo cuando trabajo”, aseguró a Efe Leticia Plaza tras lograr la “bendición” para las veinte “ñatitas” que posee.

La mujer, que lleva veinte años reuniendo cráneos, asegura que estos “vinieron solos”.

Antes de que las familias hagan fumar a sus calaveras y compartan con ellas hojas de coca, comida y bebida en los pasillos del cementerio, tiene lugar en la iglesia la bendición de las “ñatitas”, como cada 8 de noviembre.

Esta costumbre incluye todos los ritos de una misa católica tradicional excepto la comunión, al tratarse de una celebración pagana.

Se cree que la celebración de las “ñatitas” es una tradición precolombina que, como tantas otras en América Latina, se entrelazó posteriormente con la religión católica.

Es costumbre de sus propietarios exhibir las calaveras en continentes que van desde una simple caja de cartón a elaboradas vitrinas de madera y cristal con cruces cristianas y los nombres de los difuntos.

Los cráneos, adornados con gorros y gafas de sol y agasajados con coronas de flores, pétalos, cigarrillos y hojas de coca, pueden pertenecer a familiares o proceder de morgues, de las que fueron sacadas por estudiantes de medicina, según los casos y las versiones de los propietarios.

También hay quien sostiene que las “ñatitas” son calaveras de personas que tuvieron mala vida y actitudes delictivas o rebeldes.

No es ese el caso de don Guillermo y doña Encarna, las calaveritas de Florentina Corubin y Betty Velarde. “Les gustaba fumar, les gustaba mascar coca, por eso le damos”, explica la primera sobre los que fueron sus familiares.

La mujer, que exhibe sus piezas a la entrada del templo tras haberlas bendecido, explica que lo hacen “para que les vaya bien y nos ayuden”.

Las coronas de flores son un regalo de la gente que les tiene fe, explica Velarde.

Así ocurre con Rosmery Calle, que acude cada 8 de noviembre al templo para obsequiar a las “ñatitas” con pétalos de flores y para pedirles un deseo.

“Se pide por la salud, los estudios, los hijos, un negocio o la familia”, relata esta boliviana en plena ceremonia en el templo, mientras otras personas hablan o responden a sus teléfonos móviles para explicar a familiares y amigos dónde se encuentran.

Tras la ceremonia y a la salida del templo, un hombre atareado “bendice” con agua cada calavera.

“¡No empujen, requiere colaboración!”, exclama el “párroco”, mientras diversas familias coronan las calaveras y llenan las vitrinas de pétalos y hojas de coca.

Por su parte, Iván Huámez aclaró a Efe que obtuvo su “ñatita” porque es odontólogo y necesita los cráneos para estudiar.

Pero, más allá de los fines científicos, aclaró que a las calaveras hay que darles “todo lo que quieran” porque “es como si fueran personas”.

Otro caso es el de Marianela Quispe, que bendice por primera vez la calavera que perteneció a su padre y conservó su madre.

Los más esforzados acuden a la ceremonia con un estandarte donde pueden leerse los nombres de las “ñatitas”. Son quienes “pasan preste” a sus calaveras, como los “Devotos de Nancy Corral Flores e hija”.

Quienes forman la comitiva son un grupo de amigas y acompañantes que tras la ceremonia acuden a un local a beber y comer en una ceremonia adicional, explica una de ellas, Nancy Crespo.

Quien paga el banquete -Nancy Corral, en este caso- es quien “da el preste”.

Y es que la celebración, que pone término a la “Semana de los Muertos” boliviana, es ante todo una fiesta familiar donde se comparten comidas, bebidas y compañía en recuerdo -y cráneo presente- de muertos cercanos o desconocidos.

“A Dios se responde con la vida, no con la muerte; a la familia se le responde con la vida, no con la caja de la muerte”, resume el “párroco” a mitad de esa ceremonia que se parece tanto a una misa cristiana.

Internacionales Bolivia cementerio La Paz archivo

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