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“A la *&$$%! Los Zombis”

Necesitamos un estudio sobre las razones detrás de la popularidad de los zombis. Antes, no le hacía sombra al vampiro en el imaginario popular. Eran uno de muchos monstruos, compitiendo por ocupar nuestras pesadillas. Ahora, es el predilecto del siglo XXI.

Necesitamos un estudio sobre las razones detrás de la popularidad de los zombis. Antes, no le hacía sombra al vampiro en el imaginario popular. Eran uno de muchos monstruos, compitiendo por ocupar nuestras pesadillas. Ahora, es el predilecto del siglo XXI. La serie de TV The Walking Dead es solo el producto más conspicuo, en un catálogo de entretenimientos creado a la medida de grupos demográficos cuidadosamente definidos. “A la *&$$%! Los Zombis” está diseñada para adolescentes masculinos, fanáticos del horror, con las hormonas en ebullición, que aún miran al sexo opuesto con una mezcla de recelo y curiosidad. Tres amigos se preparan para hacer un campamento de scouts en el fin de semana. Ben (Tye Sheridan) es el muchacho sensible; Carter (Logan Miller) es el fiestero empedernido; y Augie (Joey Morgan), es el nerd, obeso y despistado, que no sospecha que sus colegas siguen en la tropa por pura solidaridad con él. Los dos planean escabullirse en la noche a una fiesta de mayores. A pesar de los remordimientos, el plan le viene bien a Ben, quien espera encontrar en la fiesta a Kendall (Halston Sage), la hermana de Carter, de quien se encuentra perdidamente enamorado. Pero nada de eso importa cuando se sorprenden en medio de un genuino ataque de zombis.

Nadie trata de explicar el origen de la epidemia. La película inicia con una estampa bufa en la cual el encargado de mantenimiento de un laboratorio tiene un infortunado encuentro con el “paciente cero”. La premisa funciona como alegoría sobre la adolescencia: los muchachos están tan absortos en sí mismos que son incapaces de notar lo que sucede a su alrededor, al menos hasta que tienen a un zombi lanzándose sobre ellos. Más allá de ese inesperado atisbo de inspiración, la película parece una sexi-comedia juvenil de los ochenta, con desnudez y violencia explícita al estilo de la era milenial. Sería una necedad chocarse ante esto, considerando lo caricaturesco de la representación y lo intencionalmente chabacano del humor. Si usted es un adulto con poca tolerancia para lo vulgar y lo grotesco, probablemente esta salida no es para usted.

A la *&$$%! Los Zombis funciona dentro de sus modestísimos parámetros gracias a la química entre los actores. Sheridan, Miller y Morgan realmente parecen amigos. El frente femenino está representado por Denise (Sarah Dumont), legendaria desertora de la secundaria, que ahora trabaja en un bar de strippers. El guion la pinta como una mujer empoderada. Sin embargo, esta apuesta progresista está temperada por un anticuado sesgo moralista: las muchachas sexualmente activas deben ser simbólicamente castigadas. Las “buenas”, como Kendall, salen ilesas porque permanecen puras y virginales. Denise, a la primera oportunidad que tiene, aclara su estatus: “Soy mesera, no stripper”, dice mientras despacha a un muerto viviente con un certero golpe.

Aunque es un juego de niños, A la *&$$%! Los Zombis reserva sus mejores —¿o peores?— ocurrencias para dos adultos: David Koechner, actor de carácter que ha engrosado las filas de innumerables comedias modernas, incluyendo Anchorman (2004) y su secuela, es el jefe scout que se rehúsa a descansar en paz. La legendaria Cloris Leachman es una anciana con el clásico ejército de gatos en casa. Ambos son puntos brillantes. El director Christopher Landon mantiene el ritmo de la persecución, pero desearía ver más imaginación en su puesta en escena. Hay demasiadas escapadas de última hora, escenificadas más allá de la credibilidad. Al menos, de la credibilidad que se le puede pedir a una comedia de zombis.

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