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A Teresa

Después de cinco siglos tenemos Teresa para rato, pues su entrega a Dios, es a todos, sin distingo de géneros, doctora de la iglesia en una sociedad judeocristiana,

Para el grupo malagana

Después de cinco siglos tenemos Teresa para rato, pues su entrega a Dios, es a todos, sin distingo de géneros, doctora de la iglesia en una sociedad judeocristiana, patriarcal machista, no es jugando, la mujer tenía un ñeque enorme y debería machistamente decir grandísimos cojones, que le sobraban, y nada de fea, todo lo contrario, agraciada, de buen ver, bromista y dicharachera, con ascendentes judíos, para nada pobretona, con una niñez feliz en su caserón familiar de Ávila.

En general el feminismo mojigato actual no la pela, será porque solo ven lo que quieren, su vínculo con la iglesia católica y no su perenne rebeldía.

Referir de la santa únicamente su experiencia mística del éxtasis orgásmico, es limitarla, tenerla en el aire como en su célebre escultura sin aterrizarla y ella fue emprendedora a cual más, pero bien, hay que dejar que nos cuente con sus propias palabras el evento extraordinario: Vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla.

No era grande sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrazan. Deben ser los que llaman Querubines. Víale en las manos un dardo de oro largo, y al fin de el hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter en el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aún harto”.

En fin, ahora refiero parte del epílogo de El Libro de Herdy, novela inédita que empiezo y concluyo en la UCA: “Terminada la clase les repartí mi imagen interviniendo “El éxtasis”, o la “Transverberación de Santa Teresa”, donde transgredo el conjunto escultórico de Bernini duplicando las figuras, poniéndole al ángel del dardo un cintillo rojo en la muñeca izquierda y tatuaje negro en el brazo derecho como a un rapero, visto a la santa de hábito oscuro cundido de lunares blancos a la manera de Yayoy Kusama y su pop singular.

Total que la santidad no es pendejada y está arraigada a la vida diaria, me encanta la bipolaridad de Teresa porque de pronto igual levita entre las ollas de la cocina y arrecha le reclama a Dios que le deje preparar la sopa, o agarra los caminos de España para fundar conventos, lo que da pie a que sus envidiosos rivales machos le llamen “la andariega”, o entra en éxtasis y ahí se pierde de sí misma en su cópula con Dios, no cualquiera tiene la autoestima tan elevada para fundirse y hacer el amor con la divinidad, por eso siempre he sido, soy y seré teresiano, fan del triángulo amoroso perfecto: Cristo, Teresa y Juan de la Cruz, de su figura geométrica indeformable con tres ángulos y tres lados iguales que contienen los tres géneros: masculino, femenino y divino, abrazando, abrasando “la presencia”.

Vayan para Teresa nuestras felicitaciones y homenaje en su 500 cumpleaños, porque a la imaginación, la loca de la casa que anda suelta, no hay que atarla, y aunque parezca una cartita al Niño Dios, los mejores deseos de eternidad. Ella también es nuestra.

Cultura Letras archivo

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