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En el corazón del mar

Es fácil creer que En el Corazón del Mar es una nueva adaptación de Moby Dick, la clásica novela de Herman Melville. En realidad, los realizadores se han ido a la fuente, o más bien, al registro realizado por el historiador marítimo Nathaniel Philbrick.

Es fácil creer que En el Corazón del Mar es una nueva adaptación de Moby Dick, la clásica novela de Herman Melville. En realidad, los realizadores se han ido a la fuente, o más bien, al registro realizado por el historiador marítimo Nathaniel Philbrick. En 1821 los sobrevivientes del navío ballenero Essex fueron descubiertos en la costa de Chile. Llegaron en un pequeño bote, al borde de la muerte, rodeados de huesos humanos. Su nave había sido hundida por un cetáceo gigantesco y belicoso. Su testimonio capturó la imaginación del mundo y sirvió de inspiración para uno de los libros más importantes de la literatura norteamericana. Ahora recibe el tratamiento de Hollywood, de la mano de Ron Howard. El ganador del Óscar por Una Mente Brillante (2002), se reúne con Chris Hemsworth, su estrella de Rush (2013), para crear un filme de ambiciones épicas, que no termina de llegar a puerto.

Owen Chase (Hemsworth) es un veterano ballenero que aspira a comandar su propio bote. Los patrones tienen otra idea: será el segundo al mando de George Pollard (Benjamin Walker), joven aristócrata, heredero de una dinastía de dueños de barcos. Durante la azarosa travesía, ambos hombres compiten en liderazgo y hombría, mérito versus privilegio. La lucha de clases va a alta mar. Al menos hasta que la naturaleza se erige como un enemigo capaz de unificarlos: una monumental ballena blanca revierte el orden de la cacería, persiguiendo y atacando el navío.

Suena como una trama simple, pero la película se complica con múltiples puntos de vista y un marco narrativo extemporáneo. La trama se presenta como un largo flashback, provocado por la visita del mismísimo Melville (Ben Wishshaw) al viejo Thomas Nickerson (Brendan Gleeson), quien narra los acontecimientos desde su experiencia como grumete en el Essex (Tom Holland encarna al jovenzuelo). A pesar del referente, la película dramatiza eventos que él mismo no puede haber atestiguado, como la larga despedida entre Chase y su esposa (Charlotte Riley) o sus negociaciones con los hombres de negocio que le imponen el vasallaje.

La película combina el afán antropológico con las demandas del espectáculo taquillero. El guion de Charles Leavitt nos informa sobre las fuerzas económicas que convierten el aceite de ballena en un bien por el cual vale la pena arriesgar la vida.

Una electrizante secuencia de cacería sienta las bases para una instructiva escena sobre lo que sucede después de que la presa ha sucumbido. Puede casi oler las tripas dentro del cavernoso cuerpo sin vida de la ballena. Y justo cuando uno se siente en casa, educado sobre la rutina del ballenero, el monstruo nos lanza a un drama de sobrevivencia. El desenlace, de la manera menos persuasiva posible, trata de convertir la empresa en una experiencia inspirativa: ¡el sacrificio de los marineros valió la pena porque le dio a Melville la confianza para escribir su obra maestra! Es una nota en falso, que desluce como cierre para una película que se precia de recrear minuciosamente la textura del pasado.

Hay varias películas dentro de En El Corazón del Mar y sus realizadores no terminan de decidir con cuál se van a comprometer. Afortunadamente la hermosa fotografía de Anthony Dod Mantle y el minucioso diseño de producción de Mark Tildesley sirven como elemento unificador. Demandan ser vistas en la pantalla grande. Hemsworth aporta la muscularidad de su Thor, pero no es una estrella suficientemente sustancial como para anclar una producción de este calibre. Howard coquetea con la grandeza, pero la deja escapar.

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