Cuando Jason Heyward debutó en las Grandes Ligas en el 2010, parecía la reencarnación de Hank Aaron. Al menos, eso presumieron los fanáticos de los Bravos, después de verlo tumbar la cerca y remolcar cuatro carreras.
Aquella tarde del 5 de abril, el espigado jardinero (6’5) tenía solo 20 años y dio la impresión que pertenecía a las Mayores, mientras le botaba la pelota a Carlos Zambrana, para una paliza de los Atlanta 16-5 sobre los Cachorros.
Heyward no lo hizo mal. Cerró el año (2010) con .277, disparó 18 jonrones, empujó 72 carreras y anotó 83, nada malo para un novato, que se instaló como segundo en la votación anual de los mejores prospectos.
Y tras hundirse en el 2011 (.227, 14 HR y 42 CI) salió a flote en el 2012 con .269, 27 cuadrangulares y 84 empujadas, más 21 robos y un Guante de Oro como mejor rightfielder de la Liga Nacional.
Su defensa ha conservado su nivel. Incluso, su promedio al bate se ha mantenido próximo a .300, pero ha dejado de jonronear. No obstante, el valor de sus acciones se mantiene alto, tanto que los Cachorros lo han atrapado.
Chicago se hizo de los servicios de este jardinero por 184 millones de dólares en las próximas ocho campañas, a un promedio de 23 millones anuales y con él, terminan de darle forma a un plantel que debe meter miedo.
FEROCES
Luego de ganar 97 juegos en este año, los Cachorros sintieron que debían hacerse mejores para ir a la Serie Mundial. No van desde 1945 y no la ganan desde 1908.
Jason Heyward, Ben Zobrist y John Lackey, se unen a una tropa que ya tiene a Anthony Rizzo, Kris Bryant, Jake Arrietta, Jon Lester, Jorge Soler, y sobre todo, un gran hambre de gloria.