Somos una sociedad gregaria, por naturaleza buscamos con quién compartir la vida o los momentos de la vida cotidiana, es normal que los seres humanos queramos la compañía de seres queridos. Compartir nos hace sentir muy bien. Uno de los logros más enfáticos es el sabernos relacionar.
La constitución de las sociedades nos lleva a introyectar conceptos que los damos por concebidos sin tregua a discusiones o a decisiones que contradigan las normas establecidas.
El vivir solo es diferente a vivir en soledad, pues la diferencia estriba en que una persona, que vive sola, disfruta de ella misma, es su buena compañía, comparte consigo misma gustos, placeres como es el quehacer de una casa y más, como leer, pintar, hacer jardín, mil cosas que se pueden hacer cuando se vive solo.
La soledad es un sentimiento de abandono, es un estado insano que lo lleva a la depresión, es sentirse desquerido, no amado, y ante la sociedad se cree una persona rara.
Todo esto porque nos enseñaron a nunca estar solos, a depender de los demás, a la costumbre de que se debe estar en compañía.
Pero en algún momento de la vida nos puede tocar el quedarnos solas o solos, por viudez, divorcios o porque los hijos deben alzar vuelo, habrá muchas otras razones por las que se deba vivir solo, o por decisión propia, y es conveniente que conozcamos de sí, esa parte hermosa de poder convivir consigo mismo.
Felicidades hoy y siempre.
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