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El pintor Julio Martínez. LA PRENSA/YADER FLORES

Las obras del maestro Julio Martínez

Naturaleza, retratos y bodegones cultivan la plasticidad del color desde el realismo y la figura abstracta

A partir de los años noventa, el pintor Julio Martínez confiesa estar entre el realismo y el figurativismo abstracto. Desde entonces trabajó de forma paralela la estética del color, pero en los últimos años se inclinó más hacia el realismo con tendencia al hiperrealismo.

Martínez explica que siempre le han llamado la atención las composiciones de personajes nicaragüenses; alfabetizadores, tortilleras, fogoneros, bebedores de café, o bien, realizar diseños de objetos de desechos industriales.

“Me interesa trabajar el realismo con mucha calidad profesional, en composiciones del retrato humano, la naturaleza muerta o del bodegón, con formas de picheles, texturas de cartones”, dice Martínez.
Recuerda que inició estudios en 1978 con Julio Vallejo, maestro de la Escuela de Artes Plásticas Rodrigo Peñalba. Se formó con alta disciplina en realismo clásico con maestros del Instituto Superior de Artes Plásticas Surikov, de Moscú durante siete años.

Al finalizar su carrera académica, pintó su obra maestra de promoción, La alfabetización, en formato grande, la que se encuentra en el museo del Instituto. También pintó al aire libre temas de paisajes rusos.
Entre esas muestras recuerda la Exhibición colectiva en los salones de la Agencia de Prensa Nóvosty, de Moscú, en 1987; la Exhibición colectiva en el Instituto de Relaciones Internacionales, y dos más en el Instituto Superior de Artes Plásticas Sukirov.

Ahí conoció y expuso sus primeras obras de temas nicas y de paisajes, junto a pintores de la talla de Talal Al Nagar, de  Yemen; Tenwar Atula, Sri Lanka; y Asdrúbal Marot de venezolana, entre otros.

A su regreso de Rusia, a inicios de los noventa, participó en varias exposiciones, entre la más importante La Canción de la Selva Tropical-Arte Contemporáneo Nicaragüense, en Taipéi, China, con su pintura titulada Conjunto. Luego en la Primera Bienal de Pintura Nicaragüense, realizada en 1997 en el Teatro Nacional Rubén Darío, con la  obra El último adiós a Darío.

RETRATOS DE GRANDES

Otros de los temas que le han cautivado son los retratos sobre Rubén Darío, Salvador Dalí, y otros personajes del mundo.

“Mi primer retrato de Darío al carboncillo lo hice en 1978, en el Banco Central de Nicaragua se encuentran dos más de mis trabajos, y voy a pintar un retrato grande, para el Primer Centenario de la Muerte del poeta”, cuenta Martínez.

Asimismo, trabaja en el retrato de Serguéi Vasílievich Rajmáninov, pianista, director de orquesta y uno de los compositores románticos de música clásica europea más importante del siglo XX.

“Rajmáninov es importante en mi vida y es mi homenaje. Su segunda sinfonía era utilizada en las radios nicaragüenses para musicalizar las festividades sacras de Semana Santa, y fueron temas que me acompañaron en mi niñez, y cuando estuve en Rusia escuché más de su música”, señala el pintor.

En 1997, recuerda Martínez, preparó su primera exposición personal que tituló Oscuros recintos.
“En están momento expuse pinturas con marcadas tendencias al abstracto y surrealismo. De esta época aún conservo algunos trabajos inéditos que no expuse”.

Siete años después realizó su segunda exposición personal. Y participó en un concurso del centenario en homenaje a Salvador Dalí, y fue premiado con un retrato al pintor español.

REALISMO PRECIOSISTA

Otras de sus facetas es la enseñanza. Durante siete años impartió la clase de dibujo y pintura para alumnos de quinto año de la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rodrigo Peñalba. Y cuatro años en el Taller de Arte Libre de la Universidad de Ingeniería, UNI.

En los últimos años con un grupo de alumnos de entre trece a sesenta años, primero en la Casa de Mama Delfina, y después en la Librería Apolo. Recientemente montaron una exposición en el Museo del Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra, que llamaron Expresiones.

“Para pintar el hiperrealismo hay que sentirlo y amarlo”, exterioriza su sentir por este estilo Martínez, y recuerda que en nuestro país han cultivado con buen suceso esta escuela, pintores como Federico Nordalm, Winston Miranda, Javier Tercero, entre otros.

“Recuerdo la pintura Las botas, de Vincent Van Gogh (1853-1890), que no parecen haber sido puestas a propósito en aquel camino, sino que al andar Vincent por aquellas veredas fueron encontradas y aprovechadas naturalmente por el artista”.

DIBUJO

Prepara su primera exposición solo dibujo en lápiz grafito, tiza pastel y carboncillo, revela el pintor.

“Quiero dedicarle un espacio importante al dibujo realismo y con cierta tendencia surrealista e hiperrealista, comencé desde hace dos años con retratos de Cristo, Sandino, Rubén Darío, y retratos de algunas personas”, dice Martínez.

Agrega que “en los años sesenta y setenta, los  pintores estuvieron ligados al compromiso social; había experimentación de texturas, cuestionamientos; por eso digo que el arte es siempre la voz del momento social, económico, y político de su entorno”.

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