Un mes después siguen ahí y ahora son más. El éxodo de casi 2,000 migrantes cubanos que abandonaron la isla para tratar de llegar a Estados Unidos, fue bruscamente frenado por Nicaragua el 14 de noviembre pasado cuando la administración de Managua ordenó el cierre de la frontera con Costa Rica, de donde partieron 1,917 cubanos con visa de tránsito emitida por San José.
Al día siguiente, 15 de noviembre, los isleños aglutinados en Peñas Blancas, puesto fronterizo nicaragüense colindante con Costa Rica, intentaron cruzar la línea divisoria sin el permiso de Nicaragua y los resultados fueron violentos: Nicaragua movilizó un batallón de infantería de su ejército, varios destacamentos de fuerzas policiales especiales, así como patrullas, helicópteros y un vasto operativo de búsqueda, rastreo y persecución de inmigrantes.
Hubo balas de salva, gases lacrimógenos, carreras y golpes. Costa Rica acusó a Nicaragua de falta de solidaridad, Managua ripostó acusando a San José de intentar violar su soberanía y entre dimes y diretes, cada quien defendió su posición hasta llegar el conflicto, el martes 24 de noviembre, al seno del Sistema de Integración Centroamericano (SICA) en San Salvador.
Los cancilleres de 11 países de América Latina, más Cuba, fueron citados a la urgente reunión. El tema fue abordado por la Comisión de Seguridad del SICA, que la integran El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Belice, Panamá, República Dominicana y Costa Rica, donde también estuvo presente Colombia, Ecuador y México, más el canciller de La Habana, a quien Nicaragua sentó en su mesa.
Se pensaba que ese era el día “D” para la suerte de los miles de isleños varados en suelo costarricense.
Así fue: Nicaragua no cedió un ápice en su postura y alegó asuntos de seguridad para impedir el paso a los cubanos. Costa Rica, molesta con la postura de su vecino del norte, empezó a tocar puertas en el vecindario tratando de solucionar la crisis de los inmigrantes.
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El flujo de migrantes cubanos que intentan llegar a Estados Unidos desde Ecuador, comenzó en 2008, cuando Quito permitió el ingreso de los isleños a su país sin visa ecuatoriana. Los caribeños tratan de llegar a Estados Unidos para ser beneficiados por una política estadounidense de pies secos-pies mojados, que acepta darle asilo a los cubanos que ponen un pie en su territorio.
¿Qué ha pasado desde entonces? Tras el primer candado que puso Nicaragua a la inmigración ilegal de los caribeños el pasado 14 de noviembre, cosa duramente criticada por San José, otros países se sumaron a la postura de Managua: no más fronteras abiertas al tráfico ilegal de migrantes.
Ecuador, país al que acudían sin visa desde La Habana miles de cubanos, implementó desde el primero de diciembre el uso obligatorio de visas para ingresar a su territorio. La medida provocó furia, protestas y desesperanza entre quienes pensaban salir de la isla por esa vía.
Otros países como Guatemala, México y Belice han rechazado abrir sus fronteras para el ingreso de los cubanos; Cuba empezó aplicar restricciones de salida a sus ciudadanos, mientras Panamá y Colombia aumentaron la vigilancia por sus fronteras. Estados Unidos, el gran destino, pese a la crisis, ha insistido en sostener la política migratoria que generó el éxodo, pero no ha colaborado al llamado de Costa Rica para sacar de ahí a los viajeros, quienes en su desesperación, piden hasta pagar sus propios boletos aéreos a Estados Unidos.
Washington comunicó directamente a la administración del régimen de los hermanos Castro que gobiernan Cuba, que sostenía su política migratoria.
Mientras tanto, la cantidad de cubanos varados desde Ecuador a Costa Rica se estima en más de 9,000. Al menos 6,000 de ellos están en albergues humanitarios en Costa Rica y otros estacionados en Paso Canoas (frontera Costa Rica-Panamá) y puerto Obaldía, en el Caribe panameño próximo a Colombia, desde donde el paso es únicamente por agua o aire.
Costa Rica, que primero pidió la solidaridad internacional con el tránsito de los cubanos y luego pidió el cese del tráfico, ahora se encuentra tocando la principal puerta del conflicto: La Habana.
Según la prensa internacional, el presidente costarricense, Luis Guillermo Solís, llegó a la capital cubana el 13 de diciembre para pedir a los hermanos Castro que aboguen ante Nicaragua para que el presidente Daniel Ortega les abra las puertas y ellos puedan seguir su tránsito a Estados Unidos.
La esperanza de San José es esa: encontrar en La Habana una solución a la crisis de los migrantes que salieron de esa isla hace exactamente un mes.