CARTAS DE AMOR A NICARAGUA
Querida Nicaragua: popularmente nosotros le llamamos viveza. Y no es un mal exclusivamente de algunos políticos nicaragüenses sino que también lo vemos en otros países latinoamericanos cuyos personajes políticos parecen estar cortados con la misma tijera que los nuestros.
Me estoy refiriendo a esos trágicos días que viven algunos de nuestros países, cuando determinado partido político en el poder, pierde una elección y el señor presidente tiene que entregar la banda presidencial. El líder o cacique en el poder suele soltar sus peores instintos desde el día en que su contrincante gana la elección y se convierte en presidente electo, hasta el día en que debe recibir la banda presidencial y tomar posesión del cargo.
Aquí tenemos ejemplos que catalogan al presidente perdedor y a sus allegados, incluidos ministros y mandos intermedios, como verdaderos saqueadores de la administración pública. En ocasiones suelen apropiarse de todo lo que pueden y dejar saqueada a la nación.
Cuando doña Violeta ganó la elección el 25 de febrero de 1990, el mal llamado sandinismo empezó a repartir entre sus empleados y simpatizantes los vehículos de muchas entidades. Recuerdo que el Banco Nicaragüense, del que se habían apoderado, empezó su propia piñata vendiendo a precios de guate mojado todos los vehículos. Los precios iban de uno a tres mil dólares sobre vehículos que costaban quince, veinte y hasta treinta mil, aquello era dramático e irrisorio, era como una desesperada fiebre. Fueron sesenta días entre el 25 de febrero que ganó doña Violeta hasta el 25 de abril en que le fue puesta la banda presidencial. Para ese tiempo “los muchachos revolucionarios” habían hecho de las suyas, habían quemado documentos comprometedores y saqueado a su gusto y antojo ministerios y oficinas gubernamentales. Gracias a Dios doña Violeta encontró el escritorio presidencial y unos cuantos muebles. Y ya no digamos las arcas del Banco Central y la enorme deuda externa de 12,000 millones de dólares.
El frentismo le entregó a doña Violeta un gobierno saqueado, y por el contrario doña Violeta le entregó a don Arnoldo un gobierno en orden, con todas las pertenencias del Estado.
El lapso que va del día de la elección al de la toma de posesión es peligrosísimo cuando quien entrega es alguien sin honradez ni principios.
Lo estamos viendo en Argentina cuando doña Cristina en menos de un mes hizo infinidad de nombramientos y dejó muchos candados para hacerle la vida imposible al nuevo presidente Mauricio Macri. Se distanciaron ganador y perdedor por la mala costumbre de hacerle daño al primero. Para Macri será más difícil gobernar un país altamente polarizado donde el partido contrario agita los fuegos constantemente. De estos pleitos el único perdedor es el pueblo.
Lo vemos también en Venezuela. La Mesa de la Unidad Democrática ganó por abrumadora mayoría 112 diputados. El presidente Maduro tuvo que aceptar casi a regañadientes el triunfo de sus contrincantes y amenaza en los medios de comunicación que todavía maneja a su antojo, que no permitirá que se detenga la revolución chavista, y Diosdado Cabello, presidente del Congreso hasta los primeros días de enero, está haciendo nombramientos a granel y reformando leyes a su antojo para entrabar el trabajo del nuevo Congreso.
Pienso que debería haber una ley capaz de evitar estos abusos en todos nuestros países. Una ley que evite que durante el período que corre entre el día de la elección y la entrega de la banda presidencial, el presidente que termina su mandato no pueda ejercer actos revanchistas, ni reformar leyes, ni realizar gestiones que puedan perjudicar a la nueva administración. Como dijo nuestro Rubén: “En el hombre existe mala levadura”. Una ley que le ate un poco las manos en sus últimos días de gobierno sería conveniente y muy necesaria, habida cuenta de tantos rencores como existen entre los partidos contendientes.
El autor es gerente de Radio Corporación y Excandidato a la presidencia de la República en 2011.