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Bjorn Lomborg

Cuando los políticos dicen lo que piensan

Muchos delegados en la conferencia climática de París deben haber saltado de alegría cuando el actor y exgobernador de California Arnold Schwarzenegger publicó un mensaje de Facebook que se viralizó la semana pasada, titulado “Me importa un **** si estamos de acuerdo sobre el cambio climático”.

Los políticos y burócratas que se reunieron en París hasta en tiempo extra, deben hablar en un lenguaje medido, rara vez diciendo lo que realmente piensan. Los expolíticos, por otro lado, tienen mucha más libertad de acción.

Y Schwarzenegger quiere que usted sepa que no le importa si usted piensa que tiene razón sobre el cambio climático. No está interesado en debatir la ciencia o la respuesta al calentamiento global.
Por un lado, entiendo su sentimiento. Desde mi primer libro, he reconocido la realidad del cambio climático provocado por el hombre y he preguntado cuál es la mejor respuesta política. Es muy difícil relacionarse con personas que no reconocen (o no están interesadas en escuchar) lo que los científicos o economistas claramente nos dicen.

Por ello es aún más importante que quienes estamos hablando sobre el calentamiento global y sus respuestas políticas seamos responsables sobre las estadísticas y los datos.
Schwarzenegger me pierde cuando declara, “todos los días, 19,000 personas mueren a causa de la contaminación procedente de combustibles fósiles. ¿Aceptan esas muertes?”

Es emotivo, pero es un error decir que 19,000 personas son asesinadas por los combustibles fósiles cada día. Alrededor de 11,000 de estas personas mueren por la quema de energía renovable —madera y estiércol de vaca, principalmente— dentro de sus propios hogares. El número real de personas que mueren por los combustibles fósiles, por día, es de aproximadamente 3,900.

Esto es lo que muestran los datos: la Organización Mundial de la Salud encuentra que de los siete millones de muertes anuales por la contaminación atmosférica, la mayoría proviene de la contaminación del aire interior, y alrededor del 85 por ciento son causadas por la quema de las energías renovables / biomasa.

Por otro lado, una gran parte de la contaminación del aire exterior proviene de los combustibles no fósiles. El más reciente informe global “Carga Mundial de Morbilidad” estima que el 12 por ciento de toda la contaminación del aire exterior proviene de la contaminación del aire interior, provocando 373,000 muertes prematuras adicionales. El estudio más reciente de Nature estima que, por si sola, la contaminación del aire interior de los hogares en China y la India al trasladarse hacia el aire exterior causa 760,000 muertes por contaminación atmosférica exterior.

El estudio de Nature muestra que 600,000 muertes por contaminación del aire exterior son causadas por fuentes naturales (principalmente polvo del desierto transportado por el aire). Otras 660,000 muertes son causadas por la agricultura, sobre todo por la liberación de amoníaco, formando sulfato de amonio y nitrato.

Finalmente, cerca de 200,000 muertes adicionales provienen de la quema de gran cantidad de biomasa (bosques ardiendo, como lo que hemos visto recientemente en Indonesia).

La generación de energía, el tráfico y la industria —mayormente impulsados por combustibles fósiles— causan un total de 854,000 muertes por contaminación atmosférica. Sumadas a las 560,000 muertes por contaminación del aire interior causadas por el carbón, esto significa aproximadamente 3,900 muertes cada día.

La contaminación del aire es el mayor asesino ambiental del planeta. Y si culpamos a la ligera al cambio climático con el fin de ganar una discusión en Facebook, estaremos mirando en la dirección equivocada para encontrar soluciones. Solucionar la contaminación atmosférica es en primer lugar una cuestión de pobreza (la mayor parte de la contaminación es del aire interior) y de falta de tecnología (fábricas) —no se trata del calentamiento global y el CO2—.

En su mensaje de Facebook, Schwarzenegger sugiere que estamos ante “dos habitaciones completamente selladas”: una tiene un automóvil a gasolina y la otra uno eléctrico. Estamos (por una razón desconocida, pero vamos a seguirlo) por entrar en la habitación sellada y respirar los humos del auto durante una hora. ¿Qué elegimos?
Pero elegir un automóvil es un problema del Primer Mundo. Para 2,800 millones de personas, el verdadero reto es la falta de acceso a la energía moderna. Así que, he aquí una alternativa para Schwarzenegger: se enfrenta a dos cocinas completamente selladas. Detrás de la puerta número 1 hay una cocina moderna, impulsada por electricidad generada con combustibles fósiles. Es limpia y confiable. Detrás de la puerta número dos hay una cocina que genera calor mediante fuentes renovables como la madera y el estiércol, y llena el ambiente de un humo espeso que según la OMS es habitualmente diez veces la contaminación del aire de Bangkok, o el equivalente a fumar dos paquetes de cigarrillos al día.

Mientras Schwarzenegger elige a qué cocina entraría, el mundo ya ha decidido. La mayor encuesta mundial de la ONU sobre opciones de políticas, con casi diez millones de respuestas, muestra que la gente quiere cosas sencillas como comida, mejor cuidado de la salud y educación. La última prioridad, número 16 de 16, es “actuar contra el cambio climático”.

Para solucionar el cambio climático, necesitamos un futuro basado en energía verde al alcance de todos. Es por eso que desde hace más de una década, he llamado a la inversión masiva en I + D en tecnología de energía verde. El fondo de innovación liderado por Bill Gates, anunciado en París es el tipo de cambio de juego que se necesita. Se requiere mucho más apoyo y financiación.

La única manera de lograr eso, será que todos nosotros hablemos sobre cambio climático enfocados en los hechos. Hay argumentos convincentes para invertir mucho más en investigación de energía verde. Declarar que estamos más allá del debate y usar estadísticas que no concuerdan es simplemente mostrar el dedo medio al resto del planeta.

El autor es director del Copenhagen Consensus Center y autor de los best seller El ecologista escéptico y Cool It.

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