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Carlos A. Bravo dictando conferencia sobre la vida y obra de José Martí. LA PRENSA/CORTESÍA DE FERNANDO LÓPEZ

Carlos A. Bravo un prosista en la memoria de los granadinos

Recuerdan al escritor granadino Carlos A. Bravo a 40 años de su muerte

Carlos A. Bravo fue recordado una vez más como el escritor que amó a su tierra y a su gente en el cuadragésimo aniversario de su muerte (el 13 de diciembre de 1975).

Acto que fue presidido en el Salón Azul del Hotel Darío, de la ciudad de Granada por sus hijos, los escritores Alejandro y María Cecilia Bravo, el cineasta Mariano Marín, el arquitecto Fernando López y el maestro Jorge Eduardo Arellano, quien se refirió a aspectos biográficos del homenajeado.

Arellano ponderó la vocación de Carlos A. Bravo como docente una de sus grandes pasiones, al que calificó como “personaje único que asimiló el tradicional espíritu granadino, amigo de la fisga y el humor punzante, pero con un alto sentido de la finura”, agregando que en sus conferencias, otra de sus grandes predilecciones, “era serio y revelaba su talante de lector culto y modelo de intelecto ávido de letras universales y americanas, de geografía y pueblo”, apuntó Arellano.

LA PROSA POLÍTICA

Carlos A. Bravo fue fundador en 1911 del Heraldo de Bluefields, y como periodista creó un género literario conocido como “Batiburrillo” prosa básicamente política publicada en El Diario Nicaragüense y también colaboró con el Correo de Granada.

En el año de 1916 lee en la Universidad de León un discurso en las honras fúnebres de Rubén Darío, que fue publicado en la revista Ateneo de El Salvador. Fue director del Instituto Nacional de Oriente de Granada.

De la prosa de Bravo, el maestro Arellano señaló que fue reunida en el libro: Nicaragua teatro de lo grandioso (1993) editado y prologado por el escritor Julio Valle-Castillo, en el cual se “apropia del paisaje como totalidad, utilizando un tono coloquial, propio, de frases cortas y precisas descripciones. Una prosa a través de la cual delinea retratos y evoca recuerdos, traza estampas, cuenta anécdotas, relatos y forja discursos y ensayos”.

Arellano finalizó diciendo que la obra de Carlos A. Bravo tiene “un común denominador, sustentada en el amor a su tierra y a su gente”.

EL PADRE, LAS ANÉCDOTAS

Por su parte, el escritor Alejandro Bravo inició su intervención recordando anécdotas de su relación con su padre, de cómo le enseñó a leer y algunas ocurrencias con que se deleitaba Carlos A. Bravo. Posterior leyó, El Memoriador de Chontales, en el cual refiere fundamentalmente el amor de Bravo por la hermosa tierra de su madre Mariana Herrera Morales.

El arquitecto Fernando López Gutiérrez, coordinador del Comité, agradeció el apoyo del Hotel Darío y de la Casa de los Tres Mundos y expresó que estas actividades tienen como finalidad mantener vivo el recuerdo de figuras del ámbito cultural e intelectual en Granada, que han contribuido con la formación de la juventud nicaragüense.

CAMINOS DEL ESCRITOR

Carlos Alberto Bravo Herrera (San Miguelito, antes municipio de Chontales, 7 de agosto de 1882 — Granada, 13 de diciembre de 1975) fue un periodista, profesor de literatura, conferencista y escritor nicaragüense.
Es considerado como uno de los iniciadores de la narrativa en Nicaragua y en su tiempo fue llamado “Profesor de profesores”.

Sus primeros años los pasó en San Carlos, un pueblo lacustre, donde su padre era comandante y también en El Rama, donde su hermano Salvador trabajaba como profesor (el único del lugar).

Después de un tiempo su familia lo envió a Bluefields, donde aprendió inglés y estudió en el Colegio Moravo. Allí se ganó una beca para perfeccionar el inglés en Nueva Orleans y cursó dos años en el Soullye College. Más tarde regresó a Nicaragua y nutrió su intelecto con los libros de la notable biblioteca de la Misión Morava.

En 1970 recibe por parte de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua el título de “Profesor Honoris Causa”. La ceremonia se llevó a cabo en la casa de habitación del homenajeado y entre los invitados se encontraban figuras intelectuales como: Carlos Tünnermann Bernheim, Alejandro Barberena Pérez, Jorge Eduardo Arellano, Guillermo Rothschuh Tablada, Edgardo Buitrago, Fernando Silva (considerado el hijo literario de Carlos A. Bravo), entre otros.
Todos ellos comparten un aprecio intelectual por aquel que, según Jorge Eduardo Arellano, es uno de los fundadores de la narrativa nicaragüense, “pues se apropió del paisaje en su totalidad y dio categoría literaria al habla nacional; mas no llevo al máximo ambas tendencias porque no legó propiamente cuentos y relatos, sino pinceladas descriptivas y retratos de personajes rurales”.

 

Cultura Carlos A. Bravo Escritores Nicaragua archivo

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