El redactor que no incurre en la lírica, sino que afianza sus textos en la rigurosidad que impone la ciencia, se ha adjudicado de nuevo el título de mejor cronista deportivo de prensa escrita en el país.
Gerald Hernández, quien aunque escribe con ritmo y soltura, ha encontrado en el dato y su manejo preciso, su mejor forma de expresarse, es hoy día una referencia casi constante en nuestro medio.
Sus aportes, en el esfuerzo de recomponer, con tantas astillas dispersas, el espejo de la historia del beisbol nacional, han sido reconocidos por sus compañeros, que lo han elegido una vez más.
Hernández se impuso en cerrada batalla a la esforzada Rosa Membreño, compañera del diario Hoy, durante la escogencia anual de la Asociación de Cronistas Deportivos de Nicaragua (ACDN).
Para nosotros aquí en LA PRENSA y el diario Hoy, es motivo de alegría que dos de nuestros redactores hayan disputado el premio, porque aunque falta por mejorar, el reconocimiento estimula.
Para Gerald debe ser muy motivador adjudicarse este premio por segundo año de forma consecutiva. Le obliga a trabajar más y mejor. A ir más profundo y amplio con los datos y su explicación.
Hernández no escribe con pretensiones literarias. Por lo menos no en sus pulidas formas o diferencias métricas y estilísticas. Pero sabe ir al punto, con la precisión de un lanzador controlado.
A Gerald lo conozco hace ya veinte años. Y sé que además de buen trabajador, es también un buen compañero. Se aproximó a mí a través de las tarjetitas de los jugadores y pronto apreciamos su pasión por los números.
Cuando el Bóer jugaba fuera de Managua, curiosamente él estaba casi siempre próximo a mi carro y tenía a mano un dato nuevo para compartir. Ahí garantizaba su raid y podíamos conversar a través del camino.
“Escuché en la radio que dijeron que Tippy Martínez es el relevista que más afectó a Denis Martínez. Eso no es cierto. Tim Burke, con seis juegos echados a perder, fue quien más perjudicó a Denis”, dijo en una ocasión.
Unos meses después era mi compañero de trabajo y pronto descubrí que Hernández no solo acumulaba los datos, sino que sabía situarlos, quizá producto de su organizada mente de ingeniero en computación.
Su espíritu investigador y su pasión por sustentar argumentos a través de los datos, le han llevado a convertirse en un valioso elemento de consulta que no tiene reparos en compartir las cifras que ha acumulado.
“Dejame revisar, ya te digo”, es su frase clásica, cuando no tiene a mano el dato. Pero no da información imprecisa solo por demostrar dominio, un pecado que lejos de mostrar solvencia, esconde una vanidad indecente.
Luego de diecinueve años en el periodismo, Gerald es un escritor maduro, pero sobre todo mejor persona, con un notable compromiso con su familia y su carrera, mientras avanza en sus proyectos personales.
“Vos lo que sos es un fanático con suerte”, le dijo muy enojado un excompañero nuestro aquí en LA PRENSA hace años. Pero creo que la suerte la hemos tenido nosotros al poder leer a Gerald con sus datos revestidos de talento.
El futuro se encarga de situar a cada quien en el lugar que le corresponde, pero por ahora, nos alegra el reconocimiento para Hernández, quien tiene los datos, pero además, los explica.