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Fotografía cedida por el Observatorio de AURA en Chile, en el Valle de Elqui, en la región de Coquimbo, localidad distante a 480 km., al norte de Santiago.

Astrónomos promueven a cielos chilenos como patrimonio de la humanidad

El pasado agosto de 2015, el sitio Aura del Valle de Elqui, en la norteña región de Coquimbo, se convirtió en el primer espacio de protección internacional de cielos nocturnos en el mundo, bautizado "Santuario de Cielos Oscuros Gabriela Mistral".

Astrónomos de varios países promueven a los majestuosos cielos oscuros del norte de Chile como Patrimonio de la Humanidad, con el fin de protegerlos de la contaminación lumínica que origina el hombre, “por el bien de la ciencia”.

Para ello, diversas organizaciones relacionadas con la astronomía presentarán en los próximos meses, una serie de antecedentes a la Organización de Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (Unesco), con la que están trabajando desde el 2008.

Sin embargo, la Unesco “no reconoce cielos como patrimonio, así que será un territorio físico que tendremos que definir”, dijo a Efe el director de la Asociación de Universidades para la Investigación en la Astronomía (Aura) en Chile, Chris Smith.

El científico explicó que para postular al reconocimiento universal “los observatorios que vamos a proponer primero deberán ser proclamados Patrimonio Nacional por el Gobierno de Chile”.

“Los sitios elegidos, cuántos kilómetros abarcarán, la zona de protección y los cielos en particular que aún se están decidiendo, ya que el plan que será presentado requiere de mucha rigurosidad”, destacó Smith.

El pasado agosto de 2015, el sitio Aura del Valle de Elqui, en la norteña región de Coquimbo, se convirtió en el primer espacio de protección internacional de cielos nocturnos en el mundo, bautizado “Santuario de Cielos Oscuros Gabriela Mistral”.

La iniciativa de los expertos tiene por objetivo cuidar y dar importancia a estas “ventanas al universo”, desde donde se han hecho grandes descubrimientos e innumerables exploraciones de las galaxias.

Actualmente, Chile tiene el 50 % de la observación científica en el mundo y se prevé que para el año 2020 llegará a un 70 %, gracias a las instalaciones que se encuentran en construcción, las que “sumarán grandes avances científicos”.

Para Smith, el país austral “ha capturado gran parte del desarrollo astronómico mundial”, gracias a las “favorables condiciones del norte para la observación”.

cielos

Los cielos del norte chileno, que ven pasar nubes muy pocos días del año, además del clima seco y el flujo suave de aire que llega al árido desierto de Atacama desde la costa, permiten observar desde los telescopios imágenes nítidas que los profesionales elogian.

Sin embargo, estos avances científicos van acompañados de un obstáculo, como la instalación de empresas y el crecimiento de las ciudades situadas alrededor de los observatorios.

La “contaminación lumínica”, como le llaman a la emisión de luz que se dirige hacia el cielo, lleva años amenazando a la observación astronómica en las cálidas regiones de Chile, lo que “vuelve difícil poder ver los objetos débiles en el espacio, que son ahora los grandes intereses para la ciencia”, puntualizó el científico.

Esa contaminación se ha combatido por más de una década, desde que en 1998 se emitió la primera norma lumínica que abarcó las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo para regular la emisión de luces que proyectan los poblados hacia los estrellados cielos en las áreas donde están establecidos los centros astronómicos.

No obstante, los avances tecnológicos y el excesivo gasto de energía de los habitantes, han obligado a los gobiernos regionales a proponer nuevas normas de iluminación de calles y dependencias privadas, a fin de dirigir la luz “hacia el suelo y reglamentar su uso”, a través de bombillas LED y laboratorios que ya cumplen con la certificación desde hace algunos meses.

“Esto presenta un gasto inicial, pero a la larga un ahorro del 40 por ciento porque se ilumina con más conciencia y de manera más eficiente”, recalcó Smith.

“Hemos hecho un balance de la norma con los habitantes del norte, que están preocupados por la seguridad en las calles y llegamos a un acuerdo. Han colaborado mucho con nosotros”, apostilló.

A nivel mundial, los cielos del hemisferio sur son un campo inagotable para el estudio de la astronomía y tienen un valor incalculable para la ciencia, donde más allá de sus ventajas naturales, también existen factores sociales que un país como Chile entrega a los astrónomos extranjeros.

“La infraestructura chilena es sólida, se pueden invertir millones de dólares en telescopios con toda seguridad, ya que el gobierno del país es estable”, señaló Smith.

Se espera que la resolución de los cielos oscuros del norte como Patrimonio de la Humanidad se resuelva en un plazo de entre tres y cinco años, pero ya está en la agenda una propuesta llamada “Ventanas al Universo, de dónde venimos y a dónde vamos” que será presentada a la Unesco.

“Tenemos el apoyo de expertos para que esta idea resulte, por el bien de la ciencia”, señaló Smith.

Para esto, los científicos involucrados deben justificar ante el organismo el “valor excepcional universal” que este lugar tiene para que merezca la nominación y el posterior reconocimiento.

“Estos sitios que mencionaremos son tesoros para la ciencia, se han hechos avances notables, es donde hemos conocido casi el 70 por ciento del universo y esperamos aún más”, precisó el astrónomo.

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