Fue un atleta trascendente no solo por su técnica, sentido del momento o carácter competitivo, sino porque hizo de la constancia su carta de presentación en una magistral carrera de 20 años.
Pero además, Nemesio Porras aderezó su trayectoria con sencillez y amabilidad. En su apogeo, atendía a decenas de cronistas que tras cada partido, le íbamos a preguntar lo mismo.
De acuerdo a las cifras, es el mejor bateador -no firmado- que ha desfilado por los campos nacionales. Se retiró con .354 de por vida, seis títulos de bateo y cinco temporadas sobre .400.
Durante 14 años en la Selección Nacional, acumuló promedio ofensivo de .337, jugó una defensa impecable y se volvió líder a través de su ejemplo y no ponía reparos en compartir lo que tenía.
Recuerdo el desfile de jugadores por su cuarto para usar sus perfumes. Incluso, cierta vez, Marlon Abea utilizaba su cepillo dental y más tarde sus calzoncillos, aunque él ni cuenta se daba.
La popularidad de Porras alcanzó niveles de impacto y los fanáticos pagaban su boleto para ir a verlo. Aparecía en anuncios publicitarios y hasta el Presidente se hacía fotos con él en sus campañas.
Era un bateador temible. Aplaudido en Managua y hostigado afuera, pero detrás de los abucheos que le dedicaban, se escondía el pavor de los fanáticos ante el ritmo violento de su bate.
Cuando llegó el momento de su retiro, lo imaginé como un entrenador de bateo. Era lo previsible. Se había hecho buen bateador a base de esfuerzo. De trabajo duro para pulir sus habilidades.
Pero se hizo dirigente y va dejando huellas. Inició con la Copa Curacao, que promueve el beisbol juvenil y ahora lo hace desde Feniba, donde atiende el juego con mayor entusiasmo y profundidad.
Porras está haciendo algo que podría afirmar su legado y es atender el beisbol desde sus raíces. Su éxito ha estado basado en el beisbol menor, que nunca había tenido este tipo de atención o ninguna.
Bajo su administración se ha ganado medalla en la mayoría de categorías menores, incluyendo las únicas dos de oro de la historia (11-12 años) y la única de bronce ganada en Campeonato del Mundo.
Pero más que eso, se ha hecho más humana la atención a los jugadores de todas las categorías, con mejores condiciones de hospedaje y transportación en las Selecciones Nacionales. Y los resultados son tremendos.
Nemesio ha probado ser inteligente y hábil. Sabe moverse entre la ambición y la prudencia. Su estilo manso disimula bien el rigor de su carácter, pero sabe ser firme cuando el caso lo amerita.
Este jueves ganó por segundo año consecutivo, el premio al Dirigente del Año, en el triunfo más categórico durante la escogencia de los cronistas (46-6). Es que no podía ser de otra manera.
