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Francesco Vincenti

En memoria de Antonio Lacayo

Hoy cumple años Antonio. Desde hace 25 años lo hemos celebrado juntos y hoy también queremos estar juntos.

Hace pocas semanas, vísperas de este 21 de diciembre de 2015, que sería su próximo cumpleaños, perdimos a Antonio. Fue víctima de un fatal accidente junto con el experimentado piloto y otros empresarios quienes compartían con él los sueños de un nuevo emprendimiento. Se fue en su ley: haciendo cosas para su país y por su país.

En estos dolorosos días, mucho se ha dicho sobre él en Nicaragua y el resto de Latinoamérica, reconociendo su infatigable poder hacer y poder concertar.

En política, otra de sus pasiones fuertes, entendía el poder como la necesidad de construir juntos un país, polos de desarrollo, la unidad nacional… la reconciliación.

Con Cristiana, su esposa, además de muchos otros nicaragüenses y miembros de la comunidad internacional, hicieron posible el legado de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal que encarnó doña Violeta Barrios, una gran presidenta en los procesos de transición que vivió América Latina, especialmente América Central, a finales del siglo veinte. La nicaragüense fue la más exitosa de todas esas transiciones.

Tres fueron los ejes principales de esa transición exitosa:

1- La beligerante conciencia y defensa de la autonomía nacional como un elevado propósito compartido por todas las fuerzas políticas presentes en la reconciliación. Honraban de esta manera una gloriosa tradición enriquecida en las luchas de Augusto César Sandino, de los pueblos indígenas y de los invencibles mestizos que ya en la colonia española vitoreaban las aventuras separatistas de España que encabezaba la familia Contreras y sus hijos conquistadores.

2- Además de ese histórico sentimiento de autonomía, el liderazgo de la reconciliación se impuso una estrategia de concertación nacional que captó la participación empresarial, a través de una fórmula originalísima llamada reactivación solidaria. Mediante esta, el Gobierno de Reconciliación apoyaba emprendimientos empresariales y la construcción de una política económica que asegurara el mantenimiento de la transición, así fuera con recursos modestos frente a las enormes necesidades y los múltiples daños causados por la guerra terrible.

La concertación hizo posible profundizar los aciertos y corregir los errores de lo que se estaba viviendo en temas tan sensibles como el de la propiedad, la reforma agraria, la atención cuidadosa a la deuda externa, que siempre fue renegociada con sentido patriótico y el reconocimiento de una responsabilidad multinacional y multilateral en la trágica guerra nicaragüense.

3- La reconstrucción del Estado Nacional y de la Cooperación Internacional:

Uno de los peores daños provocados por la guerra y la pésima interpretación de la realidad nicaragüense, por parte de las grandes potencias y los organismos multinacionales, derivó en un desmantelamiento del Estado, en ocasiones drástico y mortífero, en otras lento e imperceptible.

El esfuerzo privado y la heroica resistencia de la población nicaragüense, decidida a mantener su patriotismo a pesar de la monumental escasez, generaron escenarios internacionales de solidaridad, cooperación y admiración.

El esfuerzo de la cooperación internacional de los países, de las agencias, de los organismos continentales y de la intelectualidad democrática mundial, tuvo que multiplicarse y cualificarse para seguir el ritmo de los esfuerzos nacionales que en cabeza de doña Violeta Barrios de Chamorro y de su principal intérprete el ministro Antonio Lacayo; de todas las fuerzas vivas de Nicaragua, de su inteligencia; de los exiliados y de los organismos regionales; de las iglesias; de los sectores culturales y artísticos; de las regiones autónomas; de las juventudes; de los veteranos de guerra, de los obreros, de los campesinos; de los amigos de la Revolución Sandinista en fin todo el mapa humano de Nicaragua se volcó para apoyar el proyecto de Violeta Barrios y de su ministro de la Presidencia: la Reconciliación.

Esta histórica mujer; el ministro Lacayo y su círculo de trabajo llegaron al corazón nicaragüense a partir de reconocer y estimular la conciencia de su dignidad.

El sandinismo mostró al mundo las luces y las sombras de una revolución antimperialista.

El gobierno de Violeta Barrios y de su principal noble hacedor y ejecutor el ministro Lacayo, su equipo de gobierno, y una brillante estrategia de comunicaciones, discreta e independiente, a cargo de Cristiana Chamorro, convenció a los países que la reconciliación de Nicaragua era también un asunto del mundo.

Hace años publiqué un libro sobre la reconciliación sostenible… el mayor reto de la paz, con experiencias en países en transición democrática. Recuerdo que allí se menciona: “…otro factor relevante es el sector privado. Pero hoy por hoy hablar del sector privado en una democracia moderna también es hablar de participación: participación económica, participación política, participación cultural, participación de las diversidades étnicas y de género. Todas estas formas de participación se condicionan y se potencian entre sí. El fracaso o las limitaciones en cualquiera de ellas llevan al fracaso o debilitan a las demás.

“Aquí aparece otra condición para el éxito de los procesos de transición: la concertación amplia. Tras el caos del conflicto armado, o de una conmoción social que lleve al cambio de sistema, es comprensible que los gobiernos y las dirigencias políticas teman que la participación se convierta nuevamente en desorden y pérdida en el control del proceso nacional. Pero solo la construcción paulatina de acuerdos sobre unos mínimos llevará a esa concertación amplia, punto de llegada para la formación de un nuevo pacto fundacional del Estado, para pasar del Estado no deseado al Estado deseado”.

Estos pensamientos lo habíamos compartido con Antonio en muchos encuentros, reuniones, tertulias y la última vez que nos comunicamos, unos 10 días antes de la tragedia, me dijo tenemos que volver a meditar sobre esto… tal vez no ahorita mas dentro de un tiempo. Le dije qué alivio saber de ti y …nos vemos pronto en Managua en diciembre. ¡Y… aquí estoy y Antonio no me cumplió la cita! Me hace mucha falta y como me dijo el general Ortega, otro artífice clave del proceso de construcción de la Nación… vamos a recordar a Toño.

Muerto Antonio Lacayo, hemos perdido un grande hombre… y un amigo entrañable. ¡Gloria a Nicaragua… gloria a su tumba!

El autor fue Representante emérito de la ONU de 1989 al 1997 en Nicaragua.

Opinión Latinoamérica Nicaragua sandinismo archivo
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