Si bien es cierto que la Policía en todos los países por su carácter coercitivo y represivo en aras de salvaguardar la seguridad y protección ciudadana, suele tener conflictos con la sociedad, no menos cierto es que cuando actúa partidarizadamente, aviene la descomposición ética en todas sus estructuras, lo que ya desde el 2007 viene ocurriendo con la Policía Nacional y como lamentablemente parece, dicho descrédito irá en aumento dadas las constantes violaciones ciudadanas que comete ya no solo en las justas luchas políticas callejeras de la oposición sino que en otros órdenes de la vida nacional, como en el caso de las minas, su posible papel en la déspota Ley de Seguridad Soberana ya aprobada y el caso ya patético de la Policía de Tránsito.
Es por eso que en esta ocasión y como miembro de la Coalición Nacional por la Democracia, voy a referirme a casos arbitrarios de la Policía de Tránsito, pues como políticos debemos ser más sensibles de cara a todo aquello que golpee a todo ciudadano, máxime ahora que la sectores civiles ven que en este año 2016, arreciarán sus medidas represivas de cara a las elecciones nacionales y al pánico de perderlas Daniel Ortega.
El intento por duplicar el ingreso por infracciones el próximo año y el peligro ya visible del acoso policial insoportable a la caza de multas y mordidas atentando contra la libre movilización, crece a diario. No sabemos si hay pago de comisión a lo interno de la policía por determinado número de ellas, habría que averiguarlo y sería bueno en este caso una investigación de organismos de derechos humanos o de otras instancias. No se trata de ir en contra de los programas de control y prevención de accidentes, de acumulación de retenes en días festivos, ni se trata de estar en contra del control de abuso del alcohol en algunos conductores, sino de que se está dando una sobresaturación de patrullas y retenes en las calles y carreteras que a veces da la impresión que vivimos en un estado de sitio.
Los medios de comunicación, son quienes han venido a criticar los desmanes que cometen algunos agentes que con sus actuaciones empañan los buenos esfuerzos que la institución también realiza.
En lo personal cuando he conducido fuera de Managua, he sido revisado hasta en seis ocasiones en el mismo trayecto y el caso más reciente, cuando manejando sobre la Carretera Norte giré a la derecha en el semáforo de la Pepsi, me detuvo un policía, multándome aún cuando le hice ver que no había ninguna señal que dijera que era prohibido hacer esa maniobra. No hubo modo que entendiera y para colmo, no andaba boletas, de modo que tuve que esperar hasta que otro policía llegara a entregársela.
Así como este hay muchos casos, como la ilegal captura de vehículos llevados al “Depósito”, el cual merece capítulo aparte, por la arbitrariedad y violación de su propia Ley. Lo anterior motiva a una seria reflexión del alto mando, ya que la percepción ciudadana es que los agentes de tránsito salen únicamente a esquilmar los bolsillos de los conductores con sus operativos asfixiantes de multas los viernes y los días de pago, 15 y 30 de cada mes, y nunca a empeñarse en un operativo de prevención y educación vial.
El autor es miembro de la mesa directiva de la Coalición Nacional por la Democracia.