CARTA AL NIÑO DIOS
Querido Niño Dios: Yo no soy muy abusador en esto de pedir. Si te acordás, la última carta que te escribí fue cuando tenía tal vez siete u ocho años y te pedí un rifle de juguete que vendían en la tienda de doña Payito, el cual por cierto nunca me llegó porque, luego lo supe, mi mamá no pudo comprarlo, y en cambio esa Navidad me llevaste unas figuritas de Batman que no me ilusionaron mucho. Sin resentimientos, aquí estoy, haciendo una nueva lista, nada que sea muy complicado. Es una lista de regalos colectivos que elaboro sí con la misma ilusión con que escribí la carta que te dejé bajo mi almohada esa Navidad.
PETRÓLEO
Lo primero que te pido, estimado Niño, es que nos echés una manito. Fíjate que el precio del petróleo ha caído hasta 30 dólares el barril pero aquí nos siguen vendiendo el combustible y la energía como si costara cien dólares el barril. Nos están dando vuelta. Alguien está comprando barato y vendiendo caro y eso no es de Dios. No te pido pozos petroleros, ni tratos preferenciales, solo que el abusivo deje de seguirnos robando, aprovechándose que es gobierno y empresario petrolero a la vez. ¿Te imaginás cómo estarían el gobierno, los sindicatos sandinistas y todos sus corifeos si el abusador fuese una transnacional petrolera? ¿Te imaginás cuántos beneficios económicos tendríamos todos los nicaragüenses con una rebaja justa?
MISTERIO SIN RESOLVER
Te pido querido Niño que le des a la Policía y a la Fiscalía las suficientes luces e inteligencia para resolver el caso OcupaINSS. Pobrecitos, parece que no han sido suficientes para ellos las pistas que le has dado: la presencia de unos cien policías cuando se cometió el crimen, el video de la gasolinera en el que se ve a los malhechores robándose los carros y aterrorizando a los ciudadanos, y el relato de las víctimas que identificaron con nombre y apellido a algunos de los agresores. Ya vamos para tres años y ni siquiera se ha abierto causa sobre este caso que para esta Policía resultó un gran misterio al estilo de casos como el secuestro del hijo de Lindbergh o el asesinato del presidente Kennedy.
SANGRÍA POR MULTAS
A lo mejor, que la Policía se vuelva profesional y deje de ser partidaria sería pedir mucho por ahora, pero al menos podrías hacer que los policías de Tránsito dejen esa obsesión por las multas y se concentren en prevenir accidentes o proteger a los ciudadanos. Fijate que han dejado de tener presencia en los lugares más peligrosos y, en cambio, se esconden en los lugares más lucrativos a la caza de infractores, como si sacarle dinero al ciudadano fuese su razón de vida. Ellos dicen que es su forma de prevenir accidentes, pero lo cierto es que las estadísticas los desmienten: los accidentes siguen siendo una epidemia incontrolable y, en cambio, los ingresos de dinero por multas se han multiplicado.
ELECCIONES
Antes que me malinterpretés, aclaro lo siguiente: yo no simpatizo con partido político alguno, ni tengo candidato favorito por ahora. Sin embargo, soy de quienes creen que las elecciones son un pilar fundamental de una sociedad democrática. Y las elecciones, para ser tales, tienen que ser transparentes, libres y justas. Los que sucede es que en Nicaragua no hay elecciones. No hay forma de saber que quién ganó, ganó, y quien perdió, perdió. Lo que pido es sencillo: las elecciones libres y transparentes que por ahora no tenemos. No te pido que gane tal partido o candidato. Que gane quien tenga más votos. Lo importante para mi es el proceso limpio y no los resultados.
UN REGALO
Si te fijas, querido Niño Dios, lo que te pido se puede juntar en un solo regalo: una Nicaragua democrática regida por el Derecho. Una Nicaragua con poderes separados e independientes, donde se cumplan las leyes, donde se respete el derecho de quien piensa diferente, donde los abusivos paguen por sus daños y los funcionarios sean electos por su capacidad y no por lealtades a personas o partidos, donde los empleados públicos no tengan que ponerse la camiseta del partido en el poder para conservar su cargo. Una Nicaragua donde quien llegue al poder esté listo para dejarlo cuando se termine su período y no quiera quedarse por cien años en el cargo. Me despido, estimado, esperando esta vez tener más suerte que con aquella carta que te escribí en Quilalí cuando era un niño.
POSDATA
El rifle ya no lo quiero. En la guerra de los 80 me tocó cargar uno de verdad por varios años y, justamente te pido todo esto para que mis hijos o nietos no tengan que pasar por ello de nuevo.