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La Navidad de Natalia

Natalia Durán se internó en aquel mercado abarrotado de personas haciendo compras un día antes de Navidad.

Natalia Durán se internó en aquel mercado abarrotado de personas haciendo compras un día antes de Navidad. Todo el mundo buscaba ropa, juguetes, zapatos o algún artículo barato y simplón para salir del compromiso de algún regalo prometido. Ella no. A sus quince años aquella chavala flaca, piel pálida y de grandes ojeras quería demostrarle al mundo que aquellos días de fiestas podían ser distintos.

Su vida no había sido nada fácil. Sus padres murieron en un accidente y ningún familiar la quiso terminar de criar aduciendo que con las niñas hay muchos problemas y responsabilidades, además se incurre en más gastos. Vivió en un orfanato por mucho tiempo hasta que lo cerraron por falta de recursos económicos. Ahí aprendió técnicas básicas de contabilidad y computación, lo que permitió encontrar un trabajo de secretaria que le ayudaba a mantenerse y seguir estudiando en el turno nocturno.

La fecha le traía recuerdos de su vida trágica. Los demonios de las navidades pasadas le guiaban por ese mercado maloliente y lleno de charcas de aguas negras. El roce de cientos de personas en aquel centro de compras la incomodaba, le asqueaba. Los vendedores varones le agarraban la mano para ofrecerle sus productos. Natalia rechazaba todo tipo de contacto con hombres. Los odiaba.

Había sido abusada a los 12 años por un dentista que una tarde llegó al orfanato para ofrecer sus servicios médicos. La atendió de último y como era la niña más grande, la trabajadora social que los acompañaba le dijo que se llevaría a los más pequeños y que luego volvería por ella. Fueron los 45 minutos más largos de su vida. Le dijo que se desnudara, que tenía que hacerle un chequeo completo. Al final, sus dientes estaban bien, pero a su alma le habían extraído la poca dignidad que le quedaba. Nunca dijo nada. Solo lo escribió en su diario.

Siguió caminando por el enorme mercado. Luego de media hora llegó a la ferretería La Esperanza y se alegró al ver pocos clientes. ¿Quién compraría herramientas en víspera de Navidad? Nadie. Ella buscaba una cuerda lo suficientemente resistente para soportar unas 90 libras. La semana pasada había comprado una, la puso a prueba y no funcionó. El mecate se rompió con la más mínima presión. Esta vez llegó al mercado decidida a hacer una buena compra y lo hizo.

Llegó al apartamento que rentaba en el centro de la capital y en lo primero que pensó fue en poner a prueba la cuerda. Puso a funcionar el equipo de sonido y busco música alegre para que sonara a todo volumen. Sacó algo para tomar de la pequeña refrigeradora de la cocina y se fue directo a la viga que estaba en el centro de la casa. Puso una silla, tiró la cuerda por encima de la viga y sintió que era fuerte.

—¡ Y… lisssssto! —dijo con mucho entusiasmo y agregó— ahora a esperar que sean las 12 de la noche.
El día pasó lento para Natalia que utilizó ese espacio de su vida para leer y dormir. Y es que no le daba hambre cuando tenía en sus manos un buen libro.

Nadie la vio en todo el día. No respondió teléfonos, ni mensajes. No quería estropear la sorpresa que le tenía al mundo para el final del día.

Faltando cinco para las doce Natalia se levantó y se lavó la cara. Buscó algo de tomar y puso el equipo de sonido a todo volumen. Los vecinos podían escuchar sus risas y cantos desentonados. Se fue al centro de la casa, utilizó una silla como escalera, montó el mecate sobre la fuerte viga.

Minutos después se abrieron las puertas de su casa y ella, en el centro llena de luz, había decidido terminar con la triste Navidad que había vivido toda su vida. Había colgado 15 piñatas repletas de caramelos en toda la casa. Esa noche Natalia Durán mató a sus demonios junto a los niños y niñas de todo el barrio, los que comieron golosinas y le regresaron parte de su vida.

Cultura arte Cuento Navidad piñata archivo

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COMENTARIOS

  1. PIPIOLO
    Hace 8 años

    muy bien tu cuento arrancado a la realidad o una ficcion, pero muy bien acabado, te felicito, un final a lo Jorge Luis Boges

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