14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El mestizo Rubén Darío

Si en alguien el mestizaje adquiere su plena dimensión universal y nos muestra sus potencialidades creadoras y renovadoras es en Rubén Darío, cuya misma personalidad tenía cierta grandeza y dignidad de enorme indio chorotega.

Si en alguien el mestizaje adquiere su plena dimensión universal y nos muestra sus potencialidades creadoras y renovadoras es en Rubén Darío, cuya misma personalidad tenía cierta grandeza y dignidad de enorme indio chorotega. Esta apariencia física, lejos de crearle sentimientos de inferioridad, le llenaba de legítimo orgullo. Rubén afirmaba tener sangre de indio chorotega o nagrandano, a despecho de sus manos de marqués. En El viaje a Nicaragua, al observar unas mujeres indias en Nindirí, escribe: “A la puerta, o en pequeños corredores delante de ella, vi algunas mujeres de la raza india de Nicaragua, que es la más bella que conozco”. Y cuando en una infortunada ocasión don Miguel de Unamuno dijo que a Darío “se le veían las plumas de indio debajo del sombrero”, nuestro colosal mestizo reaccionó, a lo que podía ser un desprecio, respondiendo dignamente en célebre carta: “Es con una pluma que me quito de debajo del sombrero con la que le escribo”…

La simbiosis cultural que engendró el mestizaje da la razón a quienes sostienen que lo que tuvo lugar en América no fue ni la permanencia del mundo indígena ni la prolongación de Europa. “Lo que ocurrió fue otra cosa, nos dice Uslar Pietri, y por eso fue Nuevo Mundo desde el comienzo”. Simón Bolívar, quien sostenía que “es imposible asignar a qué familia humana pertenecemos”, es otro singular exponente del mestizaje. No era indio ni español. Era venezolano, es decir, indohispanoamericano. Incluso don Benito Juárez, quien era un indio puro zapoteca es culturalmente un mestizo, un mexicano, sin renegar de sus ancestros indios.

Rubén Darío fue el primero y más persistente en el propósito de rescatar el “otro lado” de nuestro ser, el lado aborigen y su aporte al enriquecimiento de nuestra cultura. En su ensayo Rubén Darío y la aventura literaria del mestizaje, Pablo Antonio Cuadra sostiene que fue Darío “el primer valor que en la corriente de nuestra literatura culta, no solo señala lo indio como fuente de originalidad y de autenticidad literaria, sino que proclama en sí mismo —contra todos los complejos y prejuicios de su tiempo— el orgullo de ser mestizo”.

Su poema Tutecotzimí es, al decir de Pablo Antonio Cuadra, “la primera incorporación del indio a nuestra poesía culta nicaragüense, y esa incorporación la realiza para elaborar un mensaje contra la tiranía, la violencia y la guerra”. Pero hay algo aún más profundo y significativo: la influencia del habla indígena, concretamente de la tendencia a la acumulación de sentencias, propia de la sintaxis náhuatl, en la manera de versificar de Darío. Hay, pues, como lo ha observado el mismo autor, un “náhuatl oculto en la lengua de Rubén, que le permite producir una fecunda innovación en la poesía en lengua castellana”. Tal es el caso de uno de sus famosos Nocturnos, donde cada verso es una sentencia y el poema una suerte de enumeración de sentencias.

Pero, para ser auténticamente mestizo, Rubén tenía que ser también español: “Soy un hijo de América, soy un nieto de España”… había dicho en su invocación a los cisnes. Y cuando se propone definirse se proclama “español de América y americano de España”. En ambos casos, no es el indio ni el español quien canta en su poesía, es “el extraño pájaro tropical”. Su condición de mestizo no le impide cantar a España, hasta el punto de que los vibrantes hexámetros de su Salutación del optimista están reconocidos como “el más hermoso canto tributado a la estirpe hispánica”, al decir de Guillermo de Torre. O, mejor aún “el homenaje más grande hecho por la América joven a la España eterna”, según la máxima autoridad de la crítica literaria española, Marcelino Menéndez y Pelayo.

En Darío el mestizaje alcanza su máxima expresión, su más alta cima. Siglos después del arribo de Colón a tierras americanas, el mestizo nicaragüense Rubén Darío conquistó a España con su poesía deslumbrante “en una forma más absoluta que la conquista de México por Hernán Cortés, asegura Germán Arciniegas. Darío conquistó a España por la fuerza del espíritu”. “Rubén Darío, sostiene Alfonso Reyes, desató la palabra mágica en que todos habíamos de reconocernos como herederos de igual dolor y caballeros de la misma esperanza”.

El autor es jurista y escritor.

Puede interesarte

COMENTARIOS

  1. Orlando j Rodriguez
    Hace 8 años

    Tengo el orgullo de haber conocido la vieja managua porque estudie en el Ramirez goyena en 1972 . Todos los dias recorria sus calles desde el boer hasta el goyena . Tenia 14 años me acuerdo bien de muchos lugares Fue una ciudad bien bonita . Me gustaba ir a las radios conoci a varios locutores . Tengo grandes recuerdos sobre todo de mi amigo Alberto ordoñez que en paz descanse Actualmente vivo en estados unidos desde hace 24 años toda mi juventud la vivi en nicaragua A mis hijos siempre les hablo de managua . Gracias

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí