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depresión

La depresión mayor, incluye síntomas como alteraciones del estado de ánimo, variaciones en los patrones de sueño, cambios en el apetito y fatiga. LA PRENSA/ARCHIVO

Cómo fortalecer una autoestima de cristal

Si la percepción sobre nosotros mismos está desequilibrada y nos valoramos por debajo del aprobado, nuestro desarrollo vital se puede ver limitado

La imagen que tenemos de nosotros mismos empieza desde la primera infancia cuando recibimos los mensajes de nuestros padres sobre lo que piensan de nosotros. La forma de educarnos, de valorarnos, de transmitir cariño, de darnos alas va a influir en nuestro carácter y comportamiento.

Empecemos por eliminar hábitos de nuestra vida que no nos benefician en nada, pronto el círculo se amplía y nuestro entorno más próximo nos es devuelta, como rebotada en un espejo, nuestra imagen. “Hay que tener una autoestima equilibrada (la sobrestima también es un problema), para poder ir construyendo tu proyecto de persona: pensar cómo eres, cómo te relacionas, cómo disfrutas el ocio, cuáles son tus capacidades intelectuales, la autoestima sexual, cómo te desenvuelves en el día a día… En definitiva, tener un concepto claro de ti mismo, algo que es difícil”, señala la psicóloga Julia Vidal.

Aunque las experiencias vitales pueden ir modulando nuestra autoestima, siempre existe una “percepción en esencia de quiénes somos y lo que valemos”, apunta. La crisis económica, por ejemplo, ha ocasionado la pérdida de puestos de trabajo, desempleo que hace mella en la autoestima del hombre por su papel ancestral de sustento de la familia, mientras que la mujer afronta mejor esa situación.

“Pero todo depende de la escala de valores de cada persona, si una mujer piensa que su valor como persona es ser madre y no ha conseguido serlo puede que su autoestima se vea afectada”, señala la directora del centro de Psicología Área Humana, quien reconoce que la mujer tiende más a la baja autoestima que el hombre por su propia autoexigencia y por la de la sociedad. “Tenemos que ser las mejores madres, esposas, amantes, cuidadoras, responder como profesionales, tener un buen físico y estar a la última en todo…”, considera.

IR AL ORIGEN

Lo importante es llegar al fondo de la cuestión. “Lo primero es entender de dónde viene la baja estima para no dar palos de ciego. Los psicólogos sabemos qué piezas hay que colocar en primer lugar, con menos esfuerzo consigues más y no pasas años de tu vida pensando que no vales”, resalta la especialista.

Desenmarañar la madeja para llegar a los desencadenantes de la baja autoestima: las etiquetas que nos ponen nuestros padres; la sobreprotección que te corta las alas; las expectativas y la frustración de no haberlas alcanzado; tener creencias erróneas sobre uno mismo; nuestro físico; el perfeccionismo; la insatisfacción; problemas emocionales como depresión, ansiedad o, por ejemplo, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, niños cuya autoestima se resiente por los malos resultados en los estudios, fruto de la falta de concentración.

Pero una autoestima frágil también se debe a no reparar en la normalidad que nos rodea y tan solo valorar la excepcionalidad, además de la escala de valores de cada persona en una sociedad basada en el “cuanto más tienes más vales”.

 

CÓMO TRABAJAR EN ELLA

La psicóloga Julia Vidal considera que una vez delimitadas las causas de la baja autoestima hay que trabajar sobre cada una de ellas. Por ejemplo analizar las expectativas y ajustarlas a objetivos realistas o tratar la depresión o la ansiedad.

Además de reconocerse a sí mismo es importante tomar la iniciativa, ser activo, actuar.

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