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Danilo Arbilla

Injerencias

El presidente argentino Mauricio Macri cumplió. Reclamó en el Mercosur a sus colegas de Brasil, Paraguay y Uruguay y a los de Chile y Bolivia, que no se ignore la “cláusula democrática” que compromete a los países de la región. A tales efectos pidió “la pronta liberación de los presos políticos en Venezuela” y advirtió, a unos silenciosos interlocutores, que en los países que integran el bloque “no puede haber lugar para la persecución política por razones ideológicas y la privación ilegítima de la libertad por pensar distinto”.

Nicolás Maduro no estuvo. Se la veía venir. Fue su canciller, Delcy Rodríguez, la encargada de rechazar, mentir e insultar; y acusar de “injerencismo”, off course. La misma canciller de Maduro que días antes llamó a un levantamiento popular en Argentina en contra del gobierno de Macri.

El injerencismo o no injerencismo sirve tanto para un lavado como para un planchado. Es la razón o excusa, precisamente, por la que los otros presidentes no hablaron del tema.

No tuvieron el mismo criterio, empero, en julio de 2012 cuando suspendieron a Paraguay, tras la destitución constitucional del presidente Fernando Lugo y que viabilizó el ingreso de Venezuela al Mercosur.

¿Injerencismo? Es interesante ver lo que se cuenta en el libro Una oveja negra al poder: Confesiones e intimidades de Pepe Mujica.
En ese libro de los periodistas uruguayos Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz se afirma que el expresidente de Uruguay entiende que “a veces es más importante una buena sintonía entre un grupo de presidentes que los mecanismos jurídicos que se hayan construido durante años. Y eso fue lo que pasó en el Mercosur”.

“Mujica no estaba convencido de adoptar ese camino”, dice el libro, pero relata que “hubo un episodio que lo convenció de que era necesario votar una sanción”. Se debió, da cuenta, a “un intercambio de información que quedó en el más absoluto secreto”.
“Cuando Lugo fue destituido por el Senado

Paraguayo —sigue— y antes de que se celebrara la Cumbre del Mercosur para resolver las sanciones, una de las personas de mayor confianza de Mujica recibió una llamada de Marco Aurelio García, mano derecha de Dilma”.

Y continúa el relato: “Dilma quiere trasmitir un mensaje muy importante al presidente Mujica’, dijo el funcionario brasileño…”

“‘No hay problema, los ponemos en comunicación a los dos presidentes’, fue la respuesta del uruguayo”. “‘No, no puede haber comunicación ni por teléfono ni por Mail. Es personalmente’, argumentó elbrasileño”.

“Un encuentro tan fugaz y repentino entre presidentes levantaría sospechas, así que el Gobierno brasileño resolvió enviar un avión a Montevideo para trasladar al emisario de Mujica a la residencia de Dilma, en Brasilia”.

“Así se hizo y cuando el jerarca uruguayo llegó, Dilma lo estaba esperando en su escritorio. La charla formal sobre cuestiones generales duró apenas unos minutos, porque no había demasiado tiempo. ‘Vamos a lo nuestro’, interrumpió Dilma y el emisario tomó una libreta y empezó a anotar lo que informaba la presidenta brasileña. ‘Sin anotaciones’, dijo ella, y le hizo romper el papel. ‘Esta reunión nunca existió’”.

“Durante la charla, Dilma le mostró fotos, grabaciones e informes de los servicios de Inteligencia brasileños, venezolanos y cubanos que registraban cómo fue gestado un ‘golpe de Estado’ a Lugo por un grupo de ‘mafiosos’ que a partir de la caída del presidente asumieron el poder.

‘Brasil necesita que Paraguay quede afuera del Mercosur para de esa forma apurar las elecciones en ese país’, concluyó Dilma”.
Y se votó la suspensión de Paraguay y ya de paso el ingreso de Chávez al Mercosur. Todo muy diáfano. Nada de injerencias. Más comentarios huelgan.

El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa.

Opinión argentina Maduro Mercosur Venezuela archivo
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