Durante la noche acostada en mi cama no podía dormir, tenia mucho miedo a la oscuridad. Si tenía sed prefería aguantarme. Si quería ir al baño, mejor no iba. Si veía pasar una sombra, llamaba asustada a mi mamá, ella me decía suavemente:
No tengas miedo, todos los niños y niñas tienen un angelito que los cuida.
¿Y cómo es el angelito le preguntaba yo.
Chiquito como vos, desnudito, está en todas partes y no se ve.
¿Y puede caminar? pregunté curiosa.
No, me contestó, pero vuela con sus alas abiertas.
Y me dormí contenta con un vientecito delicioso, mirando una plumita que entró por la ventana.
Enero 2002.