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Alejandro Serrano Caldera

La ideología ante la realidad contemporánea

Los resultados de las recientes elecciones en
Venezuela y en España, han evidenciado numerosas dudas e interrogantes, acerca del rumbo que parecen tomar las tendencias y las ideologías políticas en este momento.
En Venezuela la Mesa de Unidad Democrática (MUD), llamada de derecha por el oficialismo, y que constituye la oposición al gobierno
denominado de izquierda, alcanzó los 112 escaños que representan los dos tercios del Parlamento, lo que les permite con esa mayoría calificada
adoptar decisiones, entre ellas, la remoción con causa justificada, de los miembros del Tribunal Supremo de Justicia, y elaborar una serie de leyes, incluidas las de rango constitucional, todo lo cual conduce a la configuración de un poder real determinante.

En España, el Partido Popular (PP) con un resultado disminuido, con respecto a la anterior elección, obtuvo la mayoría con 123 escaños, sin que ese número le permita formar Gobierno. Por su parte, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) también con un resultado disminuido obtuvo 90, mientras que el partido Podemos, de izquierda, con año y medio de existencia, alcanzó 69 escaños, y el partido Ciudadanos, de centro derecha, obtuvo 40, planteándose una situación en la que, por no existir la mayoría requerida, es necesario formarla mediante una serie de negociaciones,
conducentes al pacto político que permita alcanzarla, lo que, de no ser posible, conduciría a la realización de nuevas elecciones.

¿Cuál es el sentido de estos resultados electorales de Venezuela y España? ¿Significa la insinuación de una tendencia que está indicando que Europa va hacia una nueva izquierda y América Latina hacia una nueva derecha? Sí esto fuese así ¿qué significado tiene? O por el contrario, ¿estos resultados no tienen nada que ver con un posible cambio en la conformación de las tendencias ideológicas y políticas?

Todas estas interrogantes conducen a la necesidad de un análisis, aunque en este caso general y resumido, de las
transformaciones operadas en el siglo XX y lo que va del siglo XXI, denominadas “crisis de las ideologías” y “crisis de los sistemas políticos y económicos”.

En este sentido, en la segunda mitad del siglo XIX y en el siglo XX, se produjo la transformación de la ideología de la democracia liberal en el capitalismo industrial, y posteriormente, a partir de las últimas décadas del siglo XX, su transformación en el capitalismo corporativo transnacional.

En cuanto al marxismo, ideología de la izquierda, se transformó a inicios del siglo XX, en el sistema comunista, representado por la URSS y los países del llamado bloque del Este, caracterizado por el totalitarismo del Estado-partido, que colapsó en 1990.

Por otra parte, con la entrada del siglo XXI, el capitalismo corporativo transnacional, comienza a presentar síntomas de la crisis del sistema y asoman los primeros cuestionamientos y críticas que se le formulan desde el plano de la filosofía política, la economía y las ciencias sociales, en general. En tanto, en la década de los noventa del siglo XX, asoma en Venezuela el sistema político autodenominado “socialismo del siglo XXI”, encabezado por el líder de la “Revolución Bolivariana” y de los países del ALBA, Hugo Chávez, quien fuera presidente de Venezuela, y el referente fundamental de este movimiento en América Latina.

De un lado, el capitalismo corporativo transnacional,
caracterizado políticamente por los llamados gobiernos de
derecha, ha presentado severas deficiencias, y del otro, la llamada “Revolución bolivariana”, transformada en la práctica, en una reedición del caudillismo de los siglos XIX y XX, también ha entrado en una crisis, cuya expresión política más visible, es el resultado de las pasadas elecciones legislativas.

¿En qué consiste el cambio? En primer lugar en la devaluación del capitalismo corporativo transnacional y del mercado absoluto como ideología, aunque en la práctica continúe como sistema en medio de tropiezos y contradicciones. Esta ideología hecha sistema, ha representado, aunque se diga que actúa en su nombre, la devaluación de la democracia, al subordinarla al poder
económico y financiero transnacional.

En segundo lugar, la ideología del “socialismo del siglo XXI” en América Latina, ha sido más bien la del “caudillismo del siglo XXI”, sustentado en sistemas autocráticos y en dictaduras
ejercidas a nombre del pueblo para fortalecer el poder personal y autocrático.

Entre estos extremos está surgiendo un pensamiento político fundado, en parte, en lo que podríamos llamar las categorías clásicas de la democracia, sin las deformaciones del mercado absoluto y del Estado-partido, respectivamente, y basado, además, en las nuevas categorías surgidas de la realidad contemporánea. Este pensamiento político busca alcanzar como partes integradas los valores de la democracia como el Estado de Derecho y la política social; la libertad y la justicia; la institucionalidad y los valores y principios que la sustentan; así como también, la incorporación de nuevas perspectivas a partir de conceptos, categorías y realidades, como el del fortalecimiento de la
democracia participativa; la defensa del medioambiente; los
derechos de la mujer, del niño y del adolescente; el papel de la tecnología y del marco ético que debe regularla; la ética de la responsabilidad social empresarial y corporativa; la necesidad no solo de la legalidad sino también de la legitimidad, teniendo en consideración que la conjunción de ambas se da a partir de la confluencia de tres elementos básicos: el apego a la ley; la subordinación de la ley a la voluntad social; y la de esta, a los valores y principios que constituyen la plataforma y el marco moral y social que la sustenta y limita.

Todos estos elementos se orientan a la promoción y protección de los derechos de la persona y a la regulación del ejercicio del poder evitando su concentración y la perpetuación en él, pues el poder debe entenderse correctamente como gobierno y este, como lo define Thomas Paine en sus Escritos Políticos, “no es más que un centro común en el cual se unen todas las partes de la sociedad. No se puede establecer por otro método más
conveniente para los variados intereses de la comunidad que el sistema representativo”.

Conviene reafirmar junto con los desafíos contemporáneos de la ideología de la democracia, el valor fundamental de la libertad, pues, como dice Alexis de Tocqueville en su obra La democracia en América, el sentido de la democracia está siempre ligado al de la libertad política, libertad que, consideramos nosotros, es el valor insustituible y permanente en toda ideología o sistema acorde con la dignidad humana.

El autor es jurista y filósofo nicaragüense.

Opinión España ideología MUD realidad contemporánea archivo

COMENTARIOS

  1. Juan
    Hace 8 años

    Si bien es cierto que hay caudillismo en LatinoAmerica tambien es cierto que este ha evolucionado, hoy vemos menos violencia, menos guardias genocidas y mas desarrollo economico. Los paises que sufren mas son los amigos de Washington como el Triangulo de la Muerte de Mexico, Guatemala, El Salvador y Honduras paises que aun conservan la Guardias genocidas creadas por el TIO Sam y la oligarquias lunaticas de ultra derecha que se aferras a sus riquezas mezquinas y el pueblo muere de hambre y crimenes.

  2. hugo guevara sanchez
    Hace 8 años

    Y aunque no lo dijo don Alejandro Serrano Caldera, para no levantar resquemores, cuando se refiere a la “democracia participativa”, estaba pensando en el modelo Costarricense.

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