El avión que lleva al presidente de Estados Unidos (EE.UU.) por todo el mundo se llama Air Force One. El modelo de la nave ha variado con los años. Hoy es un Boeing 747 equipado para funcionar como una especie de Casa Blanca sobre las nubes. En mayo de 2013, el “jumbo” del presidente Barack Obama fue la única nave en superar en tamaño al avión que alquiló el jefe de Estado de Nicaragua, Daniel Ortega, cuando ambos acudieron a una cumbre del Sistema de Integración Centroamericana en San José, Costa Rica. En esa ocasión, el viaje aéreo de no más de 40 minutos de duración tuvo un valor de unos 42 mil dólares. Una cifra elevada si se toma en cuenta que Nicaragua es el tercer país con los habitantes más pobres del continente americano, según el Fondo Monetario Internacional.
Lejos de ser una excepción, este viaje fue una regla que imperó sobre todo en los primeros años de los gobiernos de Ortega en el siglo XXI. Y en la mayoría de las giras, a los aviones subían esposa, hijos e hijas, parejas de estos, asesores y más. Dentro de lo que se conoce, el séquito del presidente lo acompañó por todo el mundo durante los primeros 18 meses de su segundo mandato presidencial, de 2007 a 2012. En total fueron 20 destinos en 34 vuelos a bordo de aviones comerciales reservados solo para ellos. Un lujo “inmoral” y un “despilfarro”, en palabras del doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona, Gabriel Álvarez.
No obstante, en años recientes y con notable énfasis en 2015, los viajes de Daniel Ortega al exterior de Nicaragua, o incluso de Managua, decayeron drásticamente. Se sabe que Ortega voló a Costa Rica, Panamá y Venezuela en el año que acaba de concluir, pero envió a delegados cercanos al poder en cuatro ocasiones para actividades oficiales a otras naciones foráneas. Y de Managua solo salió para actividades como el aniversario de los 120 años del natalicio de Augusto Sandino en Niquinohomo o la celebración de los 36 años del Repliegue a Masaya.
Una fuente cercana a la familia Ortega-Murillo, un abogado constitucionalista y una exguerrillera ayudan a comprender este cambio de conducta en la figura del mandatario nicaragüense, quien el pasado 11 de noviembre cumplió 70 años de edad.
“No hay un sistema de límites al poder de Ortega, no existen controles efectivos cuando se extralimita”. Gabriel Álvarez, especialista en Derecho Constitucional.
VIAJES, GASTOS EXCESIVOS Y SILENCIO
Hace ocho años Daniel Ortega era un andarín. Entre enero de 2007 y julio de 2008, según una investigación del periodista Luis Galeano para El Nuevo Diario, el líder del partido de izquierda, Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), visitó, en orden alfabético: Argelia, Belice, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, EE.UU. (la sede de Naciones Unidas, en Nueva York), Guatemala, Honduras, Irán, Libia, México, República Dominicana, Panamá, Senegal, Uruguay y Venezuela.
De la exhuberante lista –el presidente anterior a Ortega, Enrique Bolaños, realizó 60 viajes en los cinco años de su gobierno, la mayoría a EE.UU.–, el pueblo nicaragüense no supo cuál fue la agenda de su representante en la gran mayoría de casos, aunque algunas visitas, por vínculos históricos o conocidos, eran obvias, como fueron los casos de Cuba y Venezuela, donde Fidel Castro y Hugo Chávez, respectivamente, dieron la bienvenida al oriundo de La Libertad, Chontales; y en el caso de Libia, era de esperarse un agradecido abrazo al dictador de ese país norafricano desde el año 1969, Muamar el Gadafi, pilar económico para Ortega por algunos lustros.
“Yo tengo apoyo, tengo solidaridad. El coronel Gadafi ha sido un soporte muy importante todos estos años. En carácter personal pero también le ha ayudado al Frente”, decía Ortega al periodista Fabián Medina en 1998 para una entrevista exclusiva a El Semanario. Y concluía: “De vez en cuando voy por Libia. Le guardo mucho cariño al coronel Gadafi”. Tanto que lo seguiría visitando por una década más, pero sin rendir cuentas de ese o cualquier otro viaje de forma pública, lo cual es ilegal.
El especialista en Derecho Constitucional, Gabriel Álvarez, recomienda leer el artículo 131 de la Constitución Política de Nicaragua. En él se establece que:
“Los funcionarios de los cuatro Poderes del Estado, elegidos directa o indirectamente, responden ante el pueblo por el correcto desempeño de sus funciones y deben informarle de su trabajo y actividades oficiales. Deben atender y escuchar sus problemas y procurar resolverlos. La función pública se debe ejercer a favor de los intereses del pueblo”.
En noviembre de 2007 Ortega visitó Santiago, capital de Chile, y alquiló su propio medio de transporte: un Boeing 737, un poco más chico que el Air Force One de Obama. El origen de los fondos de ese gasto no se dio a conocer, pero en cotizaciones que realizó LA PRENSA en aquél entonces, se supo que el periplo, ida y vuelta, no bajaba de los 120 mil dólares.
“¿Por qué no viaja como los presidentes de Honduras, Costa Rica, El Salvador y Guatemala, en líneas comerciales, sino que alquila un avión que cada viaje en promedio cuesta 125 mil dólares?”, se preguntaba el excandidato a la vicepresidencia de la República, Edmundo Jarquín, y explicaba al diario La Jornada que ese monto equivalía a 500 nuevos puestos de trabajo en el sector público de Nicaragua.
125 000 dólares costaron algunos viajes de Daniel Ortega a bordo de aviones comerciales alquilados. Nunca se supo cómo se pagaron esos servicios.
MIEDO A LA MUERTE
Además de rentar aviones opulentos, Daniel Ortega se empecinó en viajar siempre con sus hijos, y a partir de cierta edad, les otorgó cargos políticos de privilegio. Lo más reciente fue en enero de 2015, para la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), desarrollada en Costa Rica. Su esposa y primera dama del país, Rosario Murillo, obtuvo el cargo de “canciller en funciones de Nicaragua”; sus dos hijas, Camila y Luciana, aparecieron como “asistentes presidenciales”; y un hijo, Rafael, bajó del colosal avión con rango de ministro (Laureano, otro hijo, ostenta el cargo de “asesor para inversiones” y es quien aparece en todas las fotografías del proyecto de un canal interoceánico por el país centroamericano).
Estos nombramientos no son legales. El experto Álvarez explica que “ni Ortega ni ningún presidente de Nicaragua puede, por prohibición expresa de la Constitución, hacer recaer nombramientos en familiares del cuarto grado de consanguinidad y segundo grado de afinidad. Y la ley de Probidad también lo dice. Hay dos normas jurídicas al menos que impiden al presidente otorgar cargos a sus hijos”.
Según una persona cercana a la familia Ortega-Murillo, que optó por proteger su identidad, los viajes familiares “no son solo para lucir una abundancia y sobra de bienes impropia a Nicaragua”, sino por una razón insólita: “Ellos tienen un profundo terror a la muerte”, asegura.
“Esto de viajar con toda la tropa empezó desde los años ochenta y generalmente los únicos lugares donde iban era a las Naciones Unidas. Tiene que ver con el miedo de que si les pasa algo a ellos, qué va a pasar con los hijos. Deben estar en absoluto control de todo, pero a la muerte no la pueden controlar”, explica la fuente.
Afirma que la familia presidencial de Nicaragua es “como un clan”. “Todita la familia vive en la misma cuadra (El Carmen, Managua), los niños van a la misma escuela, las nueras se comportan de la misma forma… Son como una especie de secta y entonces es más complejo. En el tema de los viajes se juntan tres factores”, dice, y comienza a enumerarlos.
Explica que los viajes familiares, antes abundantes, son primero por el miedo a fallecer. “’Viajar todos juntos porque si morimos, morimos todos’. Así piensa Murillo. Y daba instrucciones a su familia e hijos de qué hacer en ciertos casos”. Después viene el dinero y los viajes a tierras como la de Gadafi. “De 1990 a 2007 los viajes estaban asociados a la búsqueda de dinero, que eran las idas a Libia y Argelia, y por último, están los viajes vacacionales, donde siempre tratan de vincularse con empresarios de muchísimo dinero y de afuera, con familias ricas, para ser parte de esa vida”.
Alquilar aviones y controlar el cien por cien de cada situación, entonces, sería más por razones de seguridad. “Por el terror a atentados”, revela desde el anonimato la persona que accedió a hablar para este trabajo. “La opulencia se basa en el miedo que tienen de andar donde anda el resto de la gente. Necesitan mansiones, aviones solo para ellos”.
¿AHORA UN EREMITA?
En los últimos tiempos, y sobre todo en 2015, hubo un cambio en el tema de los viajes. Cuando Ortega tuvo que dejar Nicaragua lo continuó haciendo en mega aeronaves de financiamiento misterioso, pero la frecuencia se redujo, así como sus comparecencias ante el público.
En enero el presidente inconstitucional de Nicaragua –pues se postuló en 2006 contra lo que decía la Constitución Política– viajó al Celac en Costa Rica, asistió a la VII Cumbre de las Américas en Panamá, en abril, y en noviembre apareció en Venezuela para un homenaje a Hugo Chávez, fallecido en 2013.
Por otro lado, a mediados de marzo de 2015, envió a su hijo Laureano, a Lumberto Campbell (vicepresidente del Consejo Supremo Electoral) y a Edwin Castro (jefe de la bancada del FSLN en la Asamblea) a una misión a China; en mayo le tocó viajar a Rusia al jefe del Ejército de Nicaragua, el general Julio Avilés, para un acto patriótico del país de Vladimir Putin, y en agosto mandó al vicepresidente Omar Halleslevens a Surinam para una posesión de poder y en diciembre lo envió a Brasil. Asimismo, en casi todo el 2015, fue Rosario Murillo la que compareció en público, siempre a través de medios de comunicación oficialistas, que abundan, pero nunca a través de medios independientes.
“En Nicaragua el principio de transparencia y rendición de cuentas se perdió hace tiempo”, dice Gabriel Álvarez. “Yo creo que en Ortega no hay solo una actitud inconstitucional sino también de desprecio. Una actitud política de desprecio a la gente, a sus electores y a los que se supone somos sus gobernados”.
La exguerrillera Dora María Téllez, líder del Movimiento Renovador Sandinista, concuerda con Álvarez en la percepción de tal “desprecio”. Ha notado, incluso, que “desde hace varios años es un personaje que se mantiene completamente encerrado”.
A lo mejor, se pregunta Téllez, Ortega hace algunos viajes que son manejados en secreto, que serían “los viajes a Cuba o las vacaciones”, pero fuera de eso, para ella “es alguien que vive completamente claustrado”.
“Yo creo que básicamente ni siquiera trabaja. A la única que se ve es a Murillo, él no aparece del todo. Ni siquiera en las oportunidades en las que debería rendir cuentas, como el caso de La Haya. Ortega pasa semanas sin aparecer”, dice Téllez.
La antigua combatiente por el Frente Sandinista durante la guerra civil de los años ochenta, no deja de costado la posibilidad de que Ortega está enfermo y eso lo discapacita y aleja de actividades, pero concluye: “A mí me parece que Ortega es un hombre que desprecia completamente al pueblo nicaragüense. No tiene vocación de servicio público. La única vocación que tiene es de poder autoritario y ese lo puede ejercer desde las penumbras de su cuarto”.
Y un eremita es precisamente eso, una persona que vive recluida, en soledad.
UNA FAMILIA COMPLEJA
Para una fuente cercana a la pareja presidencial, la posibilidad de una enfermedad de Ortega no es la primera opción. “Se ha hablado de lupus pero con los recursos que ellos tienen, controlar el lupus no es nada del otro mundo. Es una enfermedad administrable. Ortega permanece en lugares aislados, tiene poca vinculación social, él solo se mueve en los escenarios en los que tiene absoluto control. Tiene una crisis de claustrofobia y una serie de trastornos psico-emocionales. Se le controla mucho con ansiolíticos”.
En su conocimiento de la situación, esta persona revela que “detrás de lo aparente hay cosas que no se ven”. Afirma que si existe en Nicaragua “la magnitud de daño político actual es porque estamos siendo manejados por personas complejas. Si fuera solo gente que desea convertirse en un imperio económico, no tendríamos la gravedad de las cosas que tenemos, pero es un conjunto de cosas. Es control, es poder, es miedo solventado con poder político, ego, todo”.