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La revista satírica Charlie Hebdo. LA PRENSA/EFE/Sergio Barrenechea

Ataque a Charlie Hebdo, sangriento prólogo de los atentados de París

El 7 de enero de 2015 dos hermanos sembraron la muerte en el semanario satírico Charlie Hebdo, el sangriento prólogo de los ataques yihadistas de noviembre en París que pusieron al descubierto su vulnerabilidad.

El 7 de enero de 2015 dos hermanos sembraron la muerte en el semanario satírico Charlie Hebdo, el sangriento prólogo de los ataques yihadistas de noviembre en París que pusieron al descubierto su vulnerabilidad.

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“El 11 de septiembre francés”, titulaba el influyente diario Le Monde. Aunque algunos criticaron esta comparación, el atentado llegó por sorpresa en Francia y en el mundo porque iba dirigido contra uno de los pilares de la democracia, la prensa libre.

Al grito de “¡Hemos vengado al profeta! ¡Hemos matado a Charlie Hebdo!”, los hermanos Kouachi huyeron tras haber diezmado la redacción del semanario, en su punto de mira desde la publicación de caricaturas de Mahoma en 2011.

Un día después, otro musulmán radicalizado, Amedy Coulibaly, mató a una agente de policía cerca de París. Y el viernes 9 atacó un supermercado de comida judía, matando a cuatro personas, antes de morir en el asalto policial. Los hermanos Kouachi, atrincherados en una imprenta al noreste de París, fueron abatidos poco después.

En tres días, los yihadistas, que reivindicaron sus vínculos con Al Qaida o el grupo Estado Islámico (EI), dejaron 17 muertos.

Un año después, Francia rendirá un homenaje a las víctimas con una ceremonia en París donde el cantante Johny Hallyday interpretará “Un dimanche de janvier” (“Un domingo de enero”), un tema que hace referencia a la gran manifestación de rechazo del 11 de enero.

Ese día, París se convirtió en “capital del mundo”, según las palabras del presidente francés, François Hollande. El jefe de Estado se manifestó rodeado de unos cincuenta dirigentes extranjeros, entre ellos la alemana Angela Merkel, el israelí Benjamin Netanyahu o el palestino Mahmud Abas.

En total, casi cuatro millones de personas salieron a las calles del país, algo nunca visto desde la liberación de Francia en 1944 tras la ocupación nazi.

En Londres, Madrid o Washington, miles de personas se manifestaron al grito de “Je suis Charlie” (“Yo soy Charlie”), un lema convertido en viral en internet.

TENSIONES

Pese a estas muestras de solidaridad, hubo tensiones en la sociedad francesa. Aunque denunciaron la violencia, una parte de los musulmanes del país, sobre todo en los barrios populares, no quisieron solidarizarse con Charlie Hebdo.

En las escuelas y los institutos, los profesores tuvieron dificultades para que se respetase el minuto de silencio en homenaje a las víctimas mientras que los autores de los atentados fueron a veces glorificados en internet.

Francia se preguntó entonces cómo los autores de los atentados, nacidos y criados en Francia, pudieron llegar hasta este extremo y el primer ministro francés, Manuel Valls, denunció un “apartheid territorial, social, étnico” en el país.

La extrema derecha, que siempre ha vinculado inseguridad y migración, logró los mejores resultados de su historia en las municipales de marzo (25% de sufragios en la primera vuelta) y luego en las regionales de diciembre (casi el 28 por ciento).

En el extranjero, también hubo debate sobre la libertad de expresión y el papa Francisco pidió que este derecho se ejerza respetando las religiones.

Una semana después de la matanza, Charlie Hebdo volvió al quiosco con una nueva caricatura del profeta Mahoma en la portada que provocó violentas manifestaciones en varios países musulmanes.

De esa edición, apodada el “número de los supervivientes”, se vendieron casi ocho millones de ejemplares. Los supervivientes volvieron al trabajo pero con dificultades para hacer frente al traumatismo y algunos abandonaron la revista.

La vida volvió lentamente a su curso, con nuevas medidas de vigilancia, pero el horror volvió a reproducirse algunos meses más tarde, el 13 de noviembre, cuando nueve hombres, la mayoría combatientes en Siria, atacaron de manera coordinada un estadio de fútbol, las terrazas de bares y restaurantes y una sala de conciertos en París.

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Los atentados, los peores de la historia de Francia, se saldaron con 130 muertos. Esta vez no hubo “espíritu del 11 de enero” y se impuso el estado de emergencia.

Las manifestaciones fueron prohibidas, aumentaron los registros y se intensificaron los bombardeos contra el EI -que reivindicó los atentados- en Siria y en Irak.

“Francia está en guerra” dijo François Hollande. “Es un crimen de masas”, aseguró un habitante del este de París, blanco de los ataques. “No son periodistas, ni judíos, ni policías. [El objetivo] somos tú y yo, en nuestro bar, en nuestra sala de conciertos, allí donde vamos con nuestros hijos”.

Es esta ocasión la comparación con el 11-S no dejó lugar a dudas.

Internacionales Charlie Hebdo Je Sui Charlie París archivo

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