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Sergio Boffelli

Ortega actúa como Wallace

Daniel Ortega, a quien le gusta criticar a Estados Unidos (EE.UU.) durante sus monólogos, imita a los peores exponentes del racismo norteamericano, como George Wallace (1919-1998), el gobernador de Alabama que pasó a la historia como el bárbaro que en los años sesenta enviaba fuerzas policiales a reprimir con violencia y toleraba los fanáticos que arremetían contra los afroamericanos por reclamar su derecho al voto y el documento para ejercerlo.

De la misma manera que Wallace actuaba hace más de cincuenta años, Ortega intenta negar a los nicaragüenses su condición de ciudadanos al secuestrar el derecho a trámite de cédulas sin discriminación, elecciones honestas y libertad para manifestarse.

El abuso ha sido progresivo. Luego de elecciones limpias en 1989, 1995 y 2001, el Consejo Supremo Electoral (CSE) ha dejado en evidencia un monumental retroceso: en las elecciones presidenciales de 2006 la voluntad del ocho por ciento de los votantes quedó sin conocerse, a lo que se añaden las numerosas denuncias documentadas sobre alteración de datos en las municipales de 2008 y las presidenciales de 2011.

La tendencia, según reportes públicos, continúa con la selectividad en la entrega de cédulas, la subordinación partidista del CSE, la negativa de implementar cambios recomendados por organizaciones nacionales e internacionales, dilaciones injustificadas con los recursos sobre personerías jurídicas de partidos, no llamar a elecciones para el 6 de noviembre ni permitir observadores de prestigio y credibilidad que supervisen y den fe de los resultados.

En el país del norte la arrogancia de Wallace fue vencida por la movilización ciudadana de diferentes etnias, religiones y condición social —comprendiendo que la discriminación era un problema de nación— acompañando al Movimiento por los Derechos Civiles encabezado por Martin Luther King Jr. (1929-1968), formando una muralla formidable y logrando la Ley de Derecho al Voto (1965), legislación federal que derrotó los impedimentos creados por los racistas.

En Nicaragua, una que otra agrupación gremial se pavonean diciendo que hablan en voz baja con el oficialismo, pero todos sabemos que les conceden cierto tratamiento preferencial, a cambio de no inmiscuirse en lo que verdaderamente importa: violaciones a los derechos humanos y el respeto a la Constitución. Triste rol el que han escogido. No se dan por enterados que los beneficios inmediatos son mal negocio a mediano plazo.

Es de notar que, aunque ha habido demora, algunas voces empiezan a comprender que el manoseo a los ciudadanos, la intimidación y la violencia, la falta de garantías y transparencia electoral, y demás arbitrariedades del régimen, son síntomas de una grave enfermedad que de no sanar a tiempo afectará a todos sin excepción. Por eso resultan positivos los llamados que en los últimos días ciertas personalidades han expresado a favor del respeto al voto y el imperio de la ley, pero son insuficientes. Sí, insuficientes. Estas respetables figuras públicas deberían manifestarse más allá de las comedidas y repensadas palabras, dejar de hablar en parábolas y acompañar en las calles las demandas populares.

A Ortega hay que enviarle las señales que entiende, porque comunicados, cartas y declaraciones esporádicas con rostros amilanados, nunca han sido su lenguaje. ¿Veremos a empresarios, docentes, sacerdotes, pastores, intelectuales, artistas, marchar juntos sin protagonismos ni banderas partidarias, en favor de la paz y la estabilidad nacional?

Defender lo justo, lo legal, lo correcto, lo prudente, no necesita de trámites ni permisos.

Wallace debió tragar una amarga lección: cuando los ciudadanos pierden el miedo, no tienen más que perder. Como el sureño gobernador racista del siglo pasado, Ortega necesita la misma medicina. Sus abusos son fruto de su profundo desprecio por los nicaragüenses, a su libertad, su dignidad.

El autor es periodista

COMENTARIOS

  1. Carlos M Alvarado
    Hace 8 años

    Todo esto asume primero que hubo fraude y segundo: que la oposicion es poderosa y con mayoria nacional, las dos suposiciones son falsas, Ortega gana elecciones y con mayorias abrumadoras y segundo la oposicion es desfuncional, corrupta y prepotente pues no acepta derrotas, promueve la violencia y recibe dinero de los enemigos de Nicaragua en el exterior.

  2. ortega y somoza son lamisma cosa
    Hace 8 años

    Walace es un gringo tambien William Walker fue un gringo que incendio Granada y se autoproclamo presidente lo mismo hizo Ortega incendio la constitucion y el estado de derecho y se constituyo presidente de facto ,cosas veredes sancho.

  3. El analista #2
    Hace 8 años

    A todo cerdo le llega su sábado

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