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Cada capítulo contiene detalles desconocidos que periodistas, escritores y amigos escribieron desde que las noticias avisaron de la llegada a Nueva York de aquél que alguna vez aseveró que la poesía debe tender a un ambiente de eternidad, so pena de no ser. LA PRENSA/CORTESÍA

Último año de Darío, nuevo libro de Francisco Bautista Lara

Extensa y acuciosa investigación en 288 piezas disponibles, publicadas entre enero 1915 y marzo 1916, distribuidas en: 111 artículos, 46 poemas -34 de Darío- y 131 noticias, divulgadas en 20 periódicos y 7 revistas en Guatemala (45), El Salvador (83), Nicaragua (95), y Costa Rica (65).

Pese a que en León fue enjuiciado por vago, entre sus 13 y 16 años Darío publicó artículos en periódicos, dio clases de literatura, trabajó en la Biblioteca Nacional, leyó sin tregua, memorizó el diccionario de la lengua española, laboró con el presidente Adán Cárdenas, y viajó por primera vez a El Salvador.

En su peregrinaje cosmopolita vivió en Chile (1886-89), y Centroamérica (1889-1893), donde además de crear poesía, fue periodista, director de La Unión de El Salvador, y de El Correo de la Tarde de Guatemala, publicó en Prensa Libre, El Heraldo y El Comercio de Costa Rica, y colaboró con los principales diarios de entonces.

En 1893, al volver de su primer viaje a España, nombrado cónsul de Colombia en Argentina, se fue a Buenos Aires, vía Nueva York-París, laborando en la ciudad porteña en La Nación, prestigioso diario con el que permaneció casi un cuarto de siglo, los últimos 18 años de corresponsal en Europa.

DE ESPAÑA A NUEVA YORK

Urgido por los estragos de la primera guerra mundial, en octubre de 1914 salió de España a Nueva York, donde con el nicaragüense Alejandro Bermúdez Núñez iniciarían una serie de conferencias a favor de la paz y en procura de su sobrevivencia, pues el cierre de las revistas Mundial y Magazine, que el poeta dirigía en París, dio el jaque mate a su perenne insolvencia económica.

Su deteriorada salud fue afectada por la crudeza del invierno en “la capital del dólar”, siendo internado de gravedad en el French Hospital de esa metrópolis. En abril de 1915, convaleciente y con los bolsillos devastados, aceptó la “solidaridad” del presidente Manuel Estrada Cabrera y viajó a Guatemala de la Asunción, donde su pluma enalteció la imagen del autócrata.

En la tierra del quetzal permaneció hasta finales de noviembre, siendo trasladado a Nicaragua por su controversial esposa Rosario Murillo, donde falleció el 6 de febrero de 1916.
Último año de Darío, la obra más reciente del poeta y escritor Francisco Javier Bautista Lara, incursiona en las vicisitudes enfrentadas por Rubén en el último tramo de su vida. El fundador de la Policía Nacional de Nicaragua sustentó su extensa y acuciosa investigación en 288 piezas disponibles, publicadas entre enero 1915 y marzo 1916, distribuidas en: 111 artículos, 46 poemas —34 de Darío— y 131 noticias, divulgadas en 20 periódicos y 7 revistas en Guatemala (45), El Salvador (83), Nicaragua (95), y Costa Rica (65).

DETALLES Y MOMENTOS DE UNA ÉPOCA

Además, el también comisionado general en retiro respaldó sus pesquisas con 84 referencias bibliográficas, que complementó con 522 notas y las plasmó en 689 páginas de 1/16, que permiten a los no expertos en la vida y obra de Darío, conocer detalles, circunstancias y personajes de la época, dándonos una obra fresca sobre el más grande poeta y escritor latinoamericano de todos los tiempos.

Al dejar Europa, donde nunca regresaría, Darío tenía 47 años de edad. Entonces habían transcurrido 28 años desde que aquel muchacho de crecida cabellera y pobre vestimenta salió hacia Chile en 1886. Al regresar a tierras americanas era figura mundial, había capitaneado el modernismo, movimiento cultural con el que transformó la lengua castellana; se había relacionado con los mejores poetas de Francia, España, Europa y América, su nombre estaba en los titulares de los principales diarios de la época, y sus poemas eran declamados en todas partes.

Además, había sido diplomático y ministro de Nicaragua ante la corte de España, publicado una veintena de libros, escrito más de 600 crónicas para La Nación y cruzado 12 veces el Atlántico, dos veces menos que fray Bartolomé de Las Casas, ese otro peregrino vinculado a la historia de Nicaragua.

Nicaragua y Centroamérica siempre permanecieron en su pensamiento, y aún en la distancia adonde lo llevaron sus viajes, recordaba su origen y seguía con atención los acontecimientos que ocurrían en el centro convulso del continente, donde pese a su ausencia, cosechó aprecios de quienes lo conocieron y compartieron con él en los inicios de su destino literario. La estructura de Último año de Darío la integran cuatro capítulos, cada uno relacionado con lo que se dijo y escribió del poeta en Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua en su último año de vida, precedidos por tres escritos que expresan su indeleble impronta en la región: Bautista Lara presenta a Darío de Centroamérica; Antonio Móbil detalla su huella en la tierra del quetzal, y Manlio Argueta nos cuenta su despedida final de El Salvador.

PERIODISTAS, ESCRITORES Y AMIGOS

Cada capítulo contiene detalles desconocidos que periodistas, escritores y amigos escribieron desde que las noticias avisaron de la llegada a Nueva York de aquél que alguna vez aseveró que la poesía debe tender a un ambiente de eternidad, so pena de no ser.

Al maestro, como lo llamaron quienes conocieron el magisterio literario que ejerció durante su vida, le dedicaron notas, artículos y crónicas, referencias personales de su bohemia, sus mujeres y su decadencia, recuerdos y anécdotas fundadas o inventadas, críticas buenas y lesivas, ensayos y poemas, sin faltar las consabidas adulteraciones y falsos desenlaces de su existencia, todo mediado y amalgamado por una verdad indiscutible: los últimos días de Rubén Darío no fueron ajenos a ningún centroamericano, y para todos fue motivo de orgullo sentirlo parte de la tierra que los vio nacer e incluso de sí mismos.

Y los teletipos divulgaban titulares y noticias que iban y venían de Nicaragua a Guatemala, a los países de Centroamérica, a España, a Europa, al mundo entero: Darío enfermo, el poeta agoniza, hasta que se desembocó en el tajo final, cuando la luminiscencia volvió a las estrellas: ¡Darío ha muerto! Y no le busquemos herederos —se escribió entonces— pues no se trata de un administrador de rentas, o de un comisionado político, cuyo puesto es necesario llenar.

Y Bautista Lara no deja por fuera detalles de los homenajes que proliferaron en todas partes, en particular, en su León Santiago de los Caballeros, donde el poeta fue velado siete días y sus noches, llevado en andas de la universidad a catedral, y de aquí para allá, hasta que al fin, acompañado por miles de personas, entre discursos, elegías, cantos corales y humo de incienso, fue sepultado el 13 de febrero, en la catedral de León, donde, como diría García Lorca 18 años después: Rubén Darío duerme en su Nicaragua natal, bajo su espantoso león de marmolina.

A LEER A RUBÉN DARÍO

Excelente homenaje en el centenario de la muerte del poeta será que nicaragüenses y centroamericanos leamos este libro; que esté en nuestros hogares, que lo obsequiemos a los amigos, que lo encuentren los estudiantes en las bibliotecas de sus centros escolares, en los institutos, en las universidades, en los sindicatos, en la Academia de Policía, en la Academia del Ejército y en los mercados; que lo lean policías, militares, periodistas, pintores, economistas, abogados, ingenieros, choferes, odontólogos, bailarines, músicos, lustradores, obreros, campesinos, escritores, poetas, sacerdotes, seminaristas, enfermeras, médicos, barberos, pintores, payasos, actores, actrices; que sus canciones de libertad y esperanza lleguen a los privados de libertad en las cárceles del país; en fin, que este libro esté donde se necesite, para que conozcamos a Rubén Darío en su verdadera dimensión.

El próximo 6 de febrero se conmemora el centenario de la muerte de Rubén Darío.

Cultura Nicaragua Rubén Darío archivo

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COMENTARIOS

  1. Mauricio Davila Wills
    Hace 8 años

    En los ultimos momentos de Dario se dio la guerra entre España y los EE.UU., momentos en los que Ruben Dario se vio con la obligacion de empuñar fuertemente el bordon de la Bandera Española, por la logica razon de ser el mismo el Gran Jefe del Modernismo y de la Literatura Hispanoamericana. De ahi surgio la creacion de su Grandioso y Famoso poema “A Roosevelt”, lanzado de su pluma hacia Teddy (Theodore) Roosevelt, presidente en turno de los EE.UU. y artifice de la Guerra Iberica-Americana. De ahi para adelante, surgieron ciertos rumores de que, de alguna forma, Ruben Dario fue asesinado, o intoxicado o envenenado sistematicamente por allegados al gobierno de la nacion Norteamericana…

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