Los cubanos varados en Costa Rica no olvidan el mal momento vivido hace dos meses, cuando el gobierno de Nicaragua los devolvió a la fuerza con su Ejército y Policía mientras ellos se dirigían caminando hacia la ciudad de Rivas.
Manuel Rodríguez fue militar cubano en la guerra de Angola, a inicios de los años 90. Aunque siempre se jugó la vida en los convoyes, nunca sintió tanto miedo como aquél 15 de noviembre, cuando Nicaragua agravó la crisis migratoria con cubanos al devolverlos hacia Costa Rica luego que ellos ingresaran a Nicaragua de modo irregular.
Hacía dos días antes que el gobierno inconstitucional de Daniel Ortega les había cerrado la frontera. En total el Ejército y la Policía devolvieron a 2 mil cubanos a punto de gases lacrimógenos y balas de goma.
“Nunca pensábamos, como Nicaragua siempre nos cobraba una visa por cruzar, que nos agrediera de esa manera. A mí me dieron con la culata del arma en la espalda que me sacó el aire. Iba adelante y me afectó el lacrimógeno. Cuando me di la vuelta para regresar, sentí el golpe y sentí mucho miedo”, recuerda Rodríguez.
Las secuelas se mantienen en la memoria de los cubanos varados en Costa Rica. Para unos ha sido el momento más trágico del viaje iniciado hace tres meses desde La Habana. Para otros, lo más doloroso de sus vidas.
A pocos días de que se analice una la salida gradual de miles de cubanos desde Costa Rica, el tema sigue siendo uno de los principales de conversación en los albergues de la zona fronteriza con Nicaragua.
Recordando ese mal momento los cubanos han llegado a conocer los rumores que se especulan en Nicaragua sobre Daniel Ortega y la Primera Dama, Rosario Murillo. Las conversaciones hablan sobre la fortuna de los Ortega, su gobierno similar al de los Castro en Cuba y hasta de las supuestas transfusiones de sangre que se hace el mandatario nicaragüense en La Habana.
“Con eso que nos hizo nos dimos cuenta lo que realmente Daniel Ortega es, aunque vive de la sangra de los cubanos, porque aquí nos hemos enterado que llega a cambiarse la sangre a Cuba”, dijo molesta Tamara Román Rodríguez.
Marisley Ruiz, quien viaja con su niño, sintió la fuerza del ejército en aquél momento. Los gases lacrimógenos casi asfixian al menor. Fue auxiliado por nicaragüenses que habitan sobre la carretera entre Peñas Blancas y Rivas, desde donde fueron sacados golpe militar.
Video de cuando el primer grupo de cubanos llegó a Estados Unidos.
Otro joven feliz y contento del grupo de los 180 que acaba de salir de la oficina de migración feliz y contento porque…
Posted by Cubanos en Libertad Non-Profit Organization on viernes, 15 de enero de 2016
El niño, mientras su madre conversaba con este diario, recordaban espontáneamente el momento de las balas, al referirse a lo ocurrido aquel 15 de noviembre.
Para la ex comandante guerrillera sandinista, Dora María Téllez, ha considerado como un acto de crueldad de Ortega, haberles cerrado el tránsito de los cubanos por Nicaragua, pero también haberles lanzado el ejército.
“Fue una actitud de cero respeto de los derechos humanos del gobierno nicaragüense que también reprimió a los migrantes que ya tienen una situación desesperada, y convierten a los migrantes en prisioneros del juego político”, dijo la ex comandante.
Según el Ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social de Costa Rica, Carlos Alvarado, comentó que los migrantes cubanos recibieron atención sicosocial, pero no por un momento en específico, en este caso lo ocurrido con el Ejército de Nicaragua; sino por las dificultades que atraviesan en toda la ruta migratoria.
“La atención social es de manera general, no sobre eventos específicos. Es por los diferentes traumas y estrés experimentadas por las personas en su travesía. Ahí se identificó situaciones de estrés y sufrimiento. Lo que se determinó el alto nivel de ansiedad por la incertidumbre de lo que iba a pasar con ellos”, comentó Alvarado.
Nicaragua mantiene presencia del Ejército y policías de élite en la frontera con Costa Rica, pero la cantidad es menos que la destacada en noviembre. Los más evidentes se ubican a metros de la guardarraya. Ahí hay una docena de oficiales del Ejército y sus reservas, algunos de figura diminuta, que resguardan el ingreso a Nicaragua.
También hay más de una decena de policía antimotín en la misma zona. Un puesto de control de ingreso se encuentra en Sapoá, un kilómetro al norte hacia el interior de Nicaragua.