En su discurso de 6,200 palabras sobre el estado de la nación, que presentó el martes de esta semana ante el Congreso de EE.UU. el presidente Barack Obama dedicó solo 64 de esas palabras a su política de entendimiento con Cuba.
Obama expresó que: “Cincuenta años de aislamiento a Cuba no habían servido para promover la democracia, lo que nos frenó en Latinoamérica. Por eso recuperamos las relaciones diplomáticas, abrimos las puertas a viajes y comercio, y nos posicionamos con el fin de mejorar las vidas del pueblo cubano.” E increpó Obama a los legisladores de su país, particularmente a los republicanos, con las frases siguientes: “ ¿Quieren consolidar nuestro liderazgo y credibilidad en este hemisferio? Reconozcan que la Guerra Fría ha terminado. Levanten el embargo”.
Sin embargo Obama no mencionó que desde que comenzó el proceso de reconocimiento del gobierno de Estados Unidos a la dictadura comunista de Cuba, esta no ha dado ni un solo paso de apertura hacia la libertad y la democracia, ni ha dejado de violar sistemáticamente los derechos humanos de opositores y disidentes. En su último discurso de balance el mandatario estadounidense ignoró el incremento de la represión en Cuba, tan grosera y ostentosa que en junio del año pasado un vocero del
Departamento de Estado se vio obligado a decir que estaba preocupado por una redada de más de cien opositores cubanos, que había ocurrido en esos días.
En cuanto a la represión lo único que ha cambiado en Cuba es que los encarcelamientos de opositores y disidentes ya no son tan prolongados, pero sí más frecuentes. Se vapulea y luego se encarcela a las personas solo durante algunos días, pero se hace a menudo.
Una de las manifestaciones más emotivas pero absolutamente pacífica e inofensiva del clamor de la ciudadanía cubana por libertad y democracia, es el desfile dominical de las Damas de Blanco en La Habana. Pero hasta este, desde el acercamiento de Estados Unidos al régimen castrista es reprimido con más saña por las fuerzas de seguridad y turbas procomunistas, al mismo tiempo que ensaya formas más refinadas de represión.
El recién pasado domingo 10 de enero, durante la represión del desfile de las Damas de Blanco después de asistir a misa en la iglesia habanera de Santa Rita, al que se unió el grupo cívico denominado #Todos marchamos, los miembros de la oposición Antonio Rodiles y su esposa Ailer María González no solo fueron golpeados sino que también sufrieron unos pinchazos en los brazos, al parecer de agujas hipodérmicas.
Rodiles y González no quisieron acudir al sistema de salud de Cuba, a fin de hacerse los exámenes de sangre necesarios para saber si los pinchazos de los agentes represivos habrían sido porque les inocularon alguna sustancia maligna. Pero lograron viajar a Estados Unidos para hacérselos y están en espera de los resultados.
De todos modos, las organizaciones de derechos humanos han denunciado esta nueva modalidad represiva. El embajador estadounidense James Cason, exjefe de la oficina de intereses de EE.UU. en Cuba, se ha sumado a la denuncia. Pero el presidente Barack Obama para quien el acercamiento a la dictadura castrista es uno de sus logros principales, no dice absolutamente nada al respecto.