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Adrián Uriarte Bermúdez

La cultura del miedo contra la prensa

Desde 2007, la estrategia de comunicación del presidente Ortega, ha venido ensayando diversos métodos con la finalidad de impedir que periodistas y medios de comunicación independientes, tengan acceso a entrevistas, y así, evitar que el discurso oficial tenga ruido. Los métodos utilizados por el gobierno, se han caracterizado por desactualizar información en portales digitales, ignorar solicitudes de entrevistas por escrito, asfixiar económicamente a los medios con el retiro de publicidad oficial y comprar medios de comunicación, sin embargo, uno de los métodos más constantes y quizás el más grave ha sido marginar, humillar y denigrar a los periodistas independientes, cuando en el ejercicio de sus funciones, llegan a las instituciones, y se encuentran con una barricada humana de excesiva seguridad, intimidando psicológicamente la labor de los reporteros. Este último método coercitivo, más allá de impedir el ingreso de periodistas en las instituciones, tiene como trasfondo crear una cultura del miedo contra la prensa independiente.

Carl Schmitt y Naomi Klein, sostienen que los Estados suelen recurrir a la cultura del miedo, como método de control social, para atemorizar y neutralizar a los actores de contrapoder como los medios de comunicación, que por su capacidad racional, ejercen influencia en la opinión pública, y pueden promover el surgimiento de movimientos sociales.

La cultura del miedo contra periodistas y medios, parte de la premisa que una prensa controlada, es igual a una ciudadanía autocensurada. En la medida que la ciudadanía, perciba el rol de una prensa tímida frente al poder, de esa misma forma se comportarán los ciudadanos. Los medios son el principal modelaje de pensamiento crítico de una sociedad. Una prensa acrítica es similar a una ciudadanía sin pensamiento crítico. De ahí la importancia de prestar atención a los contenidos de los medios de comunicación. Una oferta informativa cargada de series, talk show, telenovelas y nota roja, difícilmente, puede ayudar a pensar y reflexionar sobre la salud de las instituciones y los derechos humanos de una sociedad. Los medios pueden ser escuelas formadores de ciudadanía o centros comerciales electrónicos, promotores de consumo y fabricantes de falsas democracia.

La cultura del miedo contra la prensa, busca como sembrar el pánico para que los reporteros se abstengan de cuestionar el proyecto de visión única; impone a la ciudadanía un monopolio de medios oficiales al margen del principio de pluralidad y diversidad de voces; asume que la información pública se puede administrar como un asunto privado, arrogándose el derecho de determinar a qué medio dar entrevistas o discriminar; y finalmente, la cultura del miedo, pretende desgastar a los periodistas y medios, para que dejen de denunciar, cuando se les niega entrevistas, hasta lograr que implícitamente los medios vean con normalidad la falta de acceso a la información.

La cultura del miedo solo se puede vencer con una prensa que se muestra distante del poder. Los periodistas y medios independientes, deben seguir denunciando todo atropello contra la libertad de expresión. Se debe recordar que ni el gobierno ni los medios del poder ciudadano, son los dueños de la información. La información es un bien público. La sociedad tiene derecho a saber. No puede haber una sociedad crítica, sin una prensa celosa frente al poder. Guardar silencio, sería aceptar la cultura del miedo, asfixiar la libertad de expresión que cobija no solo a los periodistas, sino también a todos los ciudadanos críticos del país. En un año electoral, se debe luchar por erradicar la cultura del miedo, contra periodistas y medios.

El autor es doctorando en Ciencias Sociales y Humanas, UCA.

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