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J. Eduardo Ponce Vivanco

Opciones realistas para América Latina

El conocimiento superficial de la realidad latinoamericana se traduce en multitud de diagnósticos basados en promedios, sin comparar información sobre países muy diferentes en su comportamiento económico y político-social. La Alianza del Pacífico (AP) pierde imagen por índices de economías grandes como las de Brasil, Venezuela y el “kirchnerato”.

En tres meses el pronóstico del FMI sobre Brasil/2016 bajó de 0.8 por ciento a 3.5 por ciento. “Brazil’s fall” (The Economist 2.1.2016), “Un desastre llamado Banco Central” (Luis Nassif), “Brasil en liquidación” (Heloísa Mendoça), “Brasil pierde 1.5 millones de empleos en 2015, el peor dato en 24 años” (Estado de Sao Paulo) son titulares tan lúgubres como los dedicados al “mensalao” y el “petrolao”, porque si la corrupción no estuviera enquistada en la política, la economía brasileña sería menos sombría.

Esa perversa confluencia ha contrastado en Davos con la hazaña de Macri en dos meses de gestión. Sus políticas de libertad y mercado han reposicionado a la Argentina en el escenario global. Un logro al que se sumarán otros avances regionales: la competitividad de México, el “boom” de una Colombia pacificada y la revitalización del Perú después de las elecciones.

Chile aprobó —finalmente— el acuerdo comercial que liberaliza de inmediato el 92 por ciento del comercio en la AP, que dará mayor gravitación al esquema de integración más dinámico de América Latina. Aunque los flashes mediáticos lo marginen relativamente, su rápida consolidación y el resurgimiento de Argentina, Uruguay y Paraguay son hechos de mayor trascendencia geopolítica y económica que el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba. Esperemos que la simpatía de Buenos Aires, Montevideo y Asunción por la AP provoque la reforma radical que Mercosur necesita para una convergencia ganadora. Las autarquías ideológicas del Alba infestadas en Mercosur —Venezuela y Bolivia— y la tradición proteccionista del Brasil dificultarán una asociación que no debe frenar a los más veloces ni trabar un nuevo equilibrio entre el Atlántico y el Pacífico sudamericanos.

Por situación geográfica e historia, América Latina y el Caribe han estado casi al margen de los conflictos entre las grandes potencias. Es extraordinario que —salvo la Cuba de los misiles soviéticos— hayamos evitado el contagio de las armas nucleares. Una importante “ventaja comparativa” a ser aprovechada con sagacidad. La mejor forma de hacerlo es privilegiar el comercio y la inversión sin ataduras ideológicas, claves para una región ajena a la beligerancia política, religiosa, étnica y cultural que prolifera por doquier.

La Cumbre de APEC en Perú, en noviembre próximo (precedida de un centenar de reuniones preparatorias), capitalizará el Acuerdo Transpacífico para que sus normas sean el referente para negociar un Área de Libre Comercio del Asia-Pacífico (donde más se valora a la AP). Un acuerdo de tamaña magnitud potenciaría las importantes aperturas logradas en el TPP, extendiéndolo a las economías más dinámicas del planeta.

Este es el contexto internacional que confronta el Mercosur, cuya reforma es tan vital para su relevancia futura como para permitir la aproximación de algunos de sus miembros a la Alianza del Pacífico. ©FIRMAS PRESS

El autor es ex vicecanciller del Perú.

Opinión América Latina archivo

COMENTARIOS

  1. ramon
    Hace 8 años

    Si vos te fijas bien ex vice los paises desarrollados son los q’mas clausulas de proteccion tienen pa sus economias,es simple,el agro sin subvencion no sobrevive en estos paises,no es Brasil el q’lidera en aranceles de proteccion,debo admitir hay adelanto,has dejado la ideologia por ahora de un lado.

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