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Unidos contra la calamidad

La enfermedad epidémica del zika, provocada por el mismo zancudo que causa el dengue y el chikungunya, ha devenido en una gran amenaza para todos los países de América Latina y el Caribe, incluyendo a Nicaragua.

La epidemia del zika es tan grave que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró ayer “emergencia de salud pública mundial”, como hiciera con el terrible mal del ébola en agosto de 2014. La Cumbre de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), en la que Daniel Ortega estuvo ausente —como siempre hace en eventos de primordial importancia como ese— acordó la semana pasada en Quito, capital de Ecuador, “coordinar esfuerzos de manera urgente para combatir el virus del zika”.

En Nicaragua, las autoridades de salud pública han declarado la “guerra contra el zika” mediante una intensa campaña de fumigación para tratar de erradicar los criaderos de zancudos. Por fortuna, este virus, con solo 11 casos reportados hasta ayer, no ha atacado tan ferozmente como en otros países, por ejemplo en Brasil, donde casi medio millón de personas han sido afectadas por el zika y un millón más podrían ser atacadas en el transcurso del año. El mosquito Aedes aegypti ha causado también en Brasil más de 1.6 millones de casos de dengue y encima de dos millones de chikungunya.

El zika no es un virus nuevo. Fue descubierto en Uganda, África, en 1946 y desde entonces ha tenido brotes epidémicos en el Sureste Asiático, las islas del Pacífico y ahora en América del Sur. Según informan los rastreadores de virus de Brasil, el virus llegó a este país en 2014, durante la Copa Mundial de Futbol, transportado por turistas asiáticos, ya que en aquel momento se desarrollaba una epidemia de zika en las islas polinesias.

Pero aunque no sea desconocido, el zika ha provocado gran alarma porque se ha descubierto que podría ser causante de microcefalia en bebés de mujeres encinta afectadas por dicho virus. Y se teme que esté asociado también con el llamado síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad neurológica multisintomática que causa parálisis en los músculos de ambos lados del cuerpo y muerte por insuficiencia respiratoria.

De manera que las alarmas son justificadas y es vital que las autoridades sanitarias coordinen esfuerzos con la comunidad, que debe contribuir a la higiene ambiental y la erradicación de los criaderos de zancudos. Las calamidades como las pestes unifican a la gente por encima de sus diferencias económicas, sociales y políticas. Y unen también a los gobiernos con las comunidades, como al parecer está ocurriendo en Nicaragua por la amenaza del zika, a pesar del sectarismo político del régimen orteguista que por lo general aplica de manera discriminatoria las políticas sociales, incluyendo las sanitarias, para favorecer a sus partidarios y excluir a los demás.

Incluso las calamidades políticas, como las dictaduras, pueden o deben unir a una población. Pero en este caso tiene que pasar un tiempo indeterminado porque la gente necesita cobrar conciencia de la necesidad de sacudirse la dictadura, lo cual no se produce con facilidad.

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