No hay señales del satélite nica. Literalmente. El ambicioso proyecto tecnológico bautizado en 2012 como Nicasat-1, de acuerdo a los planes iniciales del Instituto de Telecomunicaciones y Correos (Telcor), estaría en órbita y generando beneficios a granel desde el último trimestre del 2015.
Así se anunció alegremente el 12 de septiembre del año 2012. Hasta hubo una foto que aun circula en las redes sociales, donde el hijo del presidente Daniel Ortega, Laureano Ortega Murillo, funcionario del ente estatal Pro Nicaragua, aparece sonriendo junto a Castillo, quien carga un modelo miniatura del famoso satélite, a la par de supuestos inversionistas chinos que se encargarían de fabricar el equipo espacial.
ERA MEGAPROYECTO TECNOLÓGICO
En papel, y en la boca de los funcionarios, el plan era ambicioso: desde una altura de 36,000 kilómetros sobre la superficie de la tierra, el rango de cobertura del satélite abarcaría desde México hasta Colombia, países a los que Nicaragua vendería servicios y obtener ganancias en materia de espacios y derechos en comunicaciones.
A nivel local, la señal de las comunicaciones llegarían a lo más profundo del territorio, habría capacidad de observar el territorio palmo a palmo, monitorear cualquier emergencia por desastres naturales e implementar sistemas de educación digital a todo el territorio, entre otros cientos de beneficios.
El presidente Ortega hasta emitió un decreto presidencial, el 32-2012 publicado el 3 de octubre en La Gaceta, diario oficial del Estado, donde reformó el reglamento de la Ley Orgánica de Telcor, ente regulador de las telecomunicaciones, para que organizara las operaciones del satélite.
Sin embargo, más de tres años después, no hay indicios del aparato que construiría la empresa asiática Gran Muralla China por 254 millones de dólares, asumidos por Nicaragua a un plazo de 15 años ante bancos chinos interesados en financiar el proyecto espacial.
DE TIN MARÍN, DE DO PINGÜE
El presidente ejecutivo de Telcor, Orlando Castillo, en su momento, dio dos fechas sobre el lanzamiento del artefacto.
El 17 de septiembre del 2012, en el oficialista Canal 8, dijo textualmente lo siguiente: “En el 2015 estará terminando, estará en órbita el Satélite. La empresa de Telecomunicaciones, quien gane la licitación será el próximo año que debe estar la primera fase; la segunda fase, otros 450 millones de dólares; y una tercera fase, completando 2,000 millones de dólares en inversiones en telecomunicaciones. Y el satélite en el 2015”.
Un año después, el 5 de noviembre del 2013, en las oficinas de Telcor, dio otra fecha para lanzar al espacio el aparato: “Va a estar listo en el tercer trimestre de 2016. La construcción va por etapas. Eso se tarda tres años”, dijo Castillo.
Luego, el funcionario no ha vuelto a referirse al tema. Ni desde los medios oficialistas, muchos menos ante los medios independentes. En la página web de Telcor, no hay información relacionada al asunto.
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SI LO DICE TALAVERA…
El último funcionario que salió al rescate del silencio institucional del ente de las telecomunicaciones, fue el vocero del proyecto del canal interoceánico, Telémaco Talavera, quien el 17 de noviembre del año 2015 movió la fecha del trascendental proyecto espacial hacia el año 2017.
Sin aportar explicación alguna sobre su atraso, o sobre su avance, Talavera ratificó a la agencia EFE: “El Nicasat son dos satélites (…) Están para 2017”.
Un año antes, el 11 de febrero del 2015, en el programa Mesa Redonda de la televisión oficialista cubana, Telémaco había hablado del mismo satélite para finales del año pasado: “Nicaragua tiene contratado un satélite de datos y esperamos que entre en operación a finales de este año… Venimos avanzando dinámicamente en la transformación económica”.
NO APARECE EN LA PROPAGANDA
En el documento Plan de Gobierno 2016, emitido por la Presidencia el 17 de enero del año en curso, tampoco hay referencia alguna al proyecto tecnológico de Telcor.
Entre las metas y planes asignados a Telcor este año, figuran números y datos de “inversiones públicas y privadas, para que más nicaragüenses tengan acceso a tecnologías de comunicación e información”.
Enumeran más de 300,000 beneficiarios de 368 comunidades rurales con acceso a telefonía pública, 11,490 nuevas líneas de telefonía fija, 709,454 nuevas líneas de telefonía celular, 133,000 nuevas conexiones de internet, conectividad de banda ancha a 328,300 hogares, 38,866 empresas, 276 unidades de salud y 100 telecentros en 72 municipios. Y más cifras.
Pero el satélite, como proyecto, no aparece reflejado, a como tampoco aparece reflejado en el presupuesto asignado a Telcor en 2016.
OTRO PROYECTO QUE NO ARRANCA
Para Adrián Uriarte, experto en comunicaciones y catedrático universitario, para el país significaría una pérdida tecnológica que el proyecto del satélite no se hiciera posible.
“El país en realidad si necesita un salto tecnológico como lo haría posible un satélite, pero a la par de un cambio de visión del ente de las telecomunicaciones, y penosamente el satélite no parece posible y Telcor tampoco tiene visión ni estrategia propia para una transformación de esa dimensión. Su papel, ahorita, es de reproductor de mensajes que le vienen desde la presidencia y regulador de algunos aspectos técnicos”, señala.
Para él, el plan del artefacto parece destinado a convertirse en un megaproyecto fracasado más: “No hay información de si avanza, de si retrocede, de las negociaciones, de las especificaciones, es decir, el secretismo como política de comunicación del gobierno no permite a nadie creer en el proyecto”.
Uriarte considera que por el contexto económico internacional, el proyecto tecnológico ya no parece viable como al inició se pensó.
“Venezuela, el gran benefactor, ha cambiado con la derrota electoral que cambió las reglas del juego, pero además sigue en crisis económica. China, con Wang Jing, no ha podido con el canal, ni con la telefonía de Xinwei, ni con el satélite y no hay nuevos actores internacionales que apoyen al país en ese proyecto”, observa Uriarte.
LOS SATÉLITES RUSOS
Otro punto que lo hace dudar sobre si el aparato orbitará alguna vez, es el hecho de que Nicaragua el año pasado firmó un convenio con Rusia para usar su sistema de satélites para uso civil y no militar.
“El presidente (Ortega) envió a la Asamblea (Legislativa) un convenio firmado por Nicaragua y Rusia para el aprovechamiento de espacios no terrestres, es decir satelitales, para usos no militares”, dijo en agosto del 2015 jefe del grupo parlamentario sandinista, Edwin Castro, a la estatal Radio Nicaragua.
Antes, en 2012, Rusia firmó un acuerdo con Nicaragua para la instalación de estaciones para regular sus satélites GLONASS, el equivalente a los GPS de Estados Unidos (Sistema de Posicionamiento Global, por sus siglas en inglés).
“El satélite de comunicación es otro motivo para retomar el debate sobre la necesidad de contar con marco jurídico moderno en materia de comunicación, el cual incorpore los principios con que se regiría por ejemplo, el satélite de comunicación. Hasta ahora sobre ese tema no ha habido debate, ni se ha manejado como una política pública de telecomunicaciones, sino más bien, como un secreto de Estado”, observó Uriarte.